Una de las consecuencias más nefastas del avance de la derecha (término cuya constitución actual amerita un ensayo aparte) es la proliferación de imbéciles en el ámbito público. Individuos que hasta no hace mucho reptaban en el más profundo anonimato por miedo al escarnio, se encuentran ahora a pleno en redes y medios esgrimiendo la más abyecta estupidez como si fuera conocimiento válido. Estas luminarias cuyo despliegue cognitivo es claramente superior al de Mauricio Macri, pero infinitamente inferior al del agua de los fideos, tienen variopintos exponentes entre los que se incluyen, pero no se limitan a, anti-vacunas, conspiranoicos, homofóbicos, magufos, misóginos, terraplanistas, transfóbicos; y es todo tan, TAN falopa, que el procesador de texto no reconoce cuatro de los siete términos recién mencionados.
Uno de los elementos transversales más importantes para la construcción de sentido en estas murgas infames es el insólito concepto de la autonomía de las partes que componen el tejido social. Sostienen con ahínco y tesón que la estética no tiene por qué meterse en las matemáticas, que el mercado no afecta a la producción de cultura, que la antropología se desconoce por completo de la psicología, o la más popular de todas, que la política no tiene por qué mancillar el arte o la ciencia. Podemos ver ejemplos excelsos en los siguientes tuitardos:
Che, vine a un “recital” a escuchar música. Y terminé escuchando discursos políticos, adoctrinamiento y otras mierdas..
Sinceramente no pensé que Manu Chao se prestara a todo eso.. una lástima para la gente que le gusta su música aunque tengan otro pensamiento.
Politizaron todo…— Gustavo Andres Copete 🇦🇷 (@GustavoCopeteOk) February 25, 2024
– Charly García le cantaba literalmente a un tiranosaurio vivo que aterraba a Susana Giménez.
Otra vez el adoctrinamiento en las escuelas!
El gobierno de Kicillof vuelve a priorizar su “ideología” por sobre el saber de los alumnos.
El recuerdo de los 40 años de Democracia no tienen nada que ver con esta bajada de línea burda, sesgada y autoritaria. pic.twitter.com/lZj0ZyigBI— Sergio Siciliano (@sergesiciliano) February 27, 2023
– La historia es tal cuando su recuento no atenta contra mis valores de mierda.
Cuando mezclas ciencia y política partidaria, el mal tipo sos vos. https://t.co/HI0RrisX34
— Sandra Pitta (@spitta1969) April 5, 2020
– Es gracioso porque es lo opuesto a la ciencia, así como Milo Lockett es lo opuesto al arte.
Cito a la inigualable Sandra Pitta (apodada La Científican’t) en último lugar porque es a partir de su visión sesgada, subnormal y sorprendentemente anti-ciencia que voy a introducir un breve ensayo sobre por qué tiene más validez epistemológica ponerle yeso a la yerba del mate que plantear a las esferas de la producción humana como aisladas entre sí.
Vale la aclaración para aquellas personas que desconozcan el yeite con Sandrita. Es una biotecnóloga y farmacéutica del CONICET que milita la destrucción total y absoluta de la institución antes de que la mayoría de los científicos respondan a intereses de gobiernos peronistas. Sostiene que la ciencia y la política no se mezclan y se auto-percibe como “una Mafalda actual”, esto último únicamente explicable si leyó el material de Quino en sánscrito e imaginándose el contenido de los globos de diálogo.
Sobran ejemplos de diversos marcos teóricos que refutan esta visión tan retrógrada e insuficiente de la producción científica. Sin irme hacia las bases de Antonio Gramsci (las reales, no el delirio absoluto del analfabeto funcional que está apestando el Sillón de Rivadavia), podría apoyarme en Michel Foucault o en un contemporáneo Ubadah Sabbagh. Elijo, sin embargo, a un sociólogo que debería citarse más: Bruno Latour.
Lo que plantea el buen francés en su Teoría del Actor-Red es, muy resumidamente, que todo elemento asociado a un proceso de producción de conocimiento, sea propio o contextual, humano o no-humano, tiene necesariamente el mismo grado de relevancia para la obtención del resultado. Denomina actantes a estos elementos, abarcando desde los científicos trabajando en el proyecto hasta la tecnología utilizada por los mismos, pasando por el lugar físico, la financiación, las autoridades y literalmente cualquier cosa que tenga algún grado de injerencia, por mínimo que sea. Hace hincapié en la descajanegrización de los procesos científicos, dándoles la misma importancia que los resultados y abordándolos de manera holística a través de todos sus actantes.
Para bajar a tierra estos conceptos y así no renegar de mi condición bostera, voy a hacer un breve repaso de la historia próxima de la física cuántica con respecto a los agujeros negros sin caer en menesteres complejos ni ahondar en puteríos varios de índole epsteineana. Les adelanto que no me voy a privar de mencionar a Adorni. Porque me lo merezco.
1972. Jacob Bekenstein y John Wheeler determinan que ningún tipo de información del interior de un agujero negro puede manifestarse exteriormente, una vez que la misma cruza el horizonte de eventos se vuelve inaccesible para el observador exterior. Al respecto, toda solución descrita en las ecuaciones de campo de Einstein se limita a tres parámetros observables: su masa (M), su carga (Q) y su momento angular (J); siempre exteriores. Para Bekenstein, los agujeros negros “no tienen pelo”. Como el Adorni clásico, sin DLC
1973. Stephen Hawking visita la Unión Soviética. Gracias a su encuentro con Aleksei Starobinski y Yakov Zeldovich aprende que los agujeros negros en rotación deberían crear partículas y emitirlas, según el principio de indeterminación de la mecánica cuántica. Esto plantearía un problema más adelante.
1975. Hawking y Bekenstein publican La Paradoja de la Información en Agujeros Negros. El año anterior, Hawking había postulado la existencia de la Radiación de Hawking, emitida en la cercanía del horizonte de eventos y que reduciría la masa y la energía rotacional del agujero negro. En este trabajo los físicos dan cuenta de que como los parámetros de la radiación son independientes del estado inicial de la región, esto permite que la información concreta desaparezca por completo una vez atravesado el horizonte, y que diversos estados físicos puedan devenir en un mismo estado. Esto plantea una paradoja crítica en la concepción cuántica de la física: el estado de un sistema en un momento dado puede determinar su valor en cualquier otro momento. Si la información ingresada en el agujero negro se transforma en los estados específicos que describe La Radiación… se perdería información sobre el estado cuántico original, evitando que se pueda determinar el valor en otro momento dado.
2008. Leonard Susskind publica La Guerra de los Agujeros Negros, donde repasa el debate que llevó adelante junto a Gerard ’t Hooft contra los postulados de Hawking durante más de quince años valiéndose del principio holográfico (toda la información contenida en el volumen de un espacio concreto y definido se puede conocer a partir de la información codificable sobre la frontera de ese espacio). El programa de la física cuántica no deja de trabajar en la anomalía.
2019. El equipo internacional del Event Horizon Telescope, liderado por Sheperd Doeleman, junto al combinado de físicos teóricos formado por Andrew Strominger, Malcolm Perry, Sasha Haco y Stephen Hawking culminan dos trabajos en paralelo con un objetivo en común: restituir el pasado detrás del horizonte de eventos, obtener información de un agujero negro. El primer equipo aborda el problema desde la observación directa (luego de un largo período de preparación teórica) para la obtención de la imagen de un objeto de proporciones colosales: resuelve el problema técnico del registro repartiéndolo entre ocho radiotelescopios distribuidos estratégicamente por el globo y consigue la primera fotografía en la historia de la silueta de un agujero negro, el residente en el centro de la galaxia Messier 87. El segundo equipo aborda el problema desde el campo teórico y propone una solución dentro de la física cuántica: los estados cuánticos excitados forman un halo alrededor del agujero negro preservando la información de aquello que es consumido. Los agujeros negros resultaron tener pelo, sólo que suave. Como el Adorni actual, estafado por Medical Hair.
El resumen cronológico de la evolución de la problemática sobre información en la física cuántica descrito en los anteriores párrafos es mucho más que una mera relación progresiva de causa-consecuencia en el espectro epistemológico aislado. Es un proceso continuo de traducción de elementos heterogéneos que se interrelacionan entre sí, homogeneizados como actantes necesarios en la dialéctica del progreso científico durante casi cincuenta años.
La posibilidad de Hawking de reunirse con sus pares soviéticos en una de las décadas más críticas de la Guerra Fría tiene una profunda carga política. La puesta en común de conocimientos entre dos naciones rivales tiene connotaciones que exceden el campo estricto de la práctica científica aislada. Este encuentro derivaría luego en la publicación de La Paradoja… planteando un problema que también excedería a la autonomía de la ciencia: el poner en tela de juicio las bases teóricas de la física cuántica atenta contra desarrollos tecnológicos particulares que definen la cotidianeidad del ciudadano de a pie desde lo práctico (tecnologías de láser, resonancia magnética, telefonía celular y paneles de energía solar, entre otros ejemplos, son producto de la teoría cuántica); y también desde lo filosófico como bien plantea Peter Galison “¿El conocimiento del interior de un agujero negro, se lo puede entender como real?”, abriendo un interrogante de extrema relevancia de hasta dónde puede definirse la realidad. Con estas problemáticas interrelacionadas la línea divisoria de la mítica autonomía de la ciencia se desdibuja hasta desaparecer.
Estas relaciones dinámicas constantes entre los actantes pueden apreciarse de primera mano en el documental Black Holes: The Edge of All We Know (Galison, 2020) estrenado por Netflix. La cinta registra la gesta del año anterior refiriendo desde el principio los desafíos técnicos que presentan la obtención de la fotografía para el equipo de científicos de Doeleman; y la resolución de ecuaciones para el equipo de Hawking, que termina necesitando de una computadora para evitar errores. Los instrumentos de registro y medición son fundamentales, se convierten en actantes no-humanos con igual nivel de relevancia que los humanos. Se forma un colectivo referido entre ambos grupos, cuyos lazos incluyen influencia de y hacia colegas, entidades privadas y públicas que aportan el financiamiento (que van desde el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del gobierno mexicano hasta Google Research, pasando por una copiosa cantidad de instituciones educativas, demostrando que un objetivo puede responder a intereses transversales), sin dejar de lado al público general.
si stephen hawking nacía en argentina moría echado del conicet y sin la pensión x discapacidad y con un informe de animales sueltos hablando mal de él.
— un mundo de dolor (@carlosbusqued) March 14, 2018
– Busqued siempre va a tener razón. Siempre.
Los actores contextuales a la epistemología de la investigación científica contaminan invariablemente el contenido. Se traduce y se rodea como una constante. La denominada “autonomía de las ciencias” no es más que un recorte arbitrario de partes definidas de este proceso dialéctico de elementos heterogéneos homogeneizados mediante el Modelo Actor-Red de Latour. Y este modelo no es exclusivo de las ciencias exactas, sino que aplica a toda esfera de producción. Toda producción, sea social, cultural o artística, no puede ser jamás autónoma porque sus actantes no lo son.
Las Sandra Pitta del mundo necesitan de narrativas fantasiosas para justificar lo injustificable: que no son esos seres horribles contra los que juran luchar. Por eso hay científicos militando posturas anti-ciencia, construyendo sentido común desde la estupidez en lugar de aceptar la realidad pragmática. Son imbéciles vociferando en el ámbito público una ficticia ontología unitaria, determinista y aislada de la producción humana que no tiene otro destino más que perderse para siempre detrás del horizonte de eventos de un agujero negro cultural que, efectivamente, no tiene pelo.
Como Adorni.
Nuestro Villano de la Semana es Sebastián Bronico. Podés comprarle un Cafecito, conocer su trabajo artístico en Instagram y en Tumblr, también divertirte con sus debates cotidianos en Twitter.
Artista, redactor y jugador de jueguitos. Expuse en el Borges y en el Recoleta, publiqué en Italia, Portugal y USA; pero el honor más grande fue que me rechazaran en el Concurso de Dibujo Bayern ’95 categoría menores de 13 por creer que mi trabajo lo había hecho un adulto. Marxista y bostero.