El Juego del Calamar: Finale

El Juego del Calamar: Finale
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El Juego del Calamar: Finale

El Juego del Calamar” (EJDC) fue a la pandemia tardía lo que fue “Ted Lasso” a la cuarentena fuerte. En el medio tuvimos “Gambito de Dama” y “The Last Dance”. Los streamings otorgando un ansiolítico atrás de otro. La primera dosis de la serie surcoreana vio la luz en septiembre del 2021 y Netflix se hizo una fiesta. Hacía años que el popular servicio de streaming inundaba su grilla con k-dramas para las fanáticas de BTS y eso un poco descolocó al gran público. Esto no era un drama coreano inviable.

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Finales Perfectos

Y fue un exitazo. El reguero de pólvora de “mirala boludo, que esta buenísima” dio paso al camino habitual: difusión en redes, memes, influencers. Todo en un paquete que tenía un final. “El Juego del Calamar” podía haber sido eso que tuvimos en el 2021. Un producto surcoreano diseñado para impactar, con una dirección de arte espectacular, simbolismo reconocible, política velada para el subtexto ingenioso y un cliffhanger brutal tras otro. Venga la merca.

Un par de meses después, el creador comentó que “podría haber más de la historia” y a muchos nos pareció un error garrafal. Cuando una historia concluye tan bien, no se necesita estirarla por un par (largo) de dólares. Y la primer temporada de “Squid Game” termina de forma brillante. Por supuesto que quedaban hilos por desenhebrar (como la historia del ex policía), pero no era necesario que todo tuviera un fin absoluto. Nunca lo fue.

La segunda temporada de Squid Game, como muchas otras obras desde que existe el streaming, se hizo esperar. Hago una anotación acá sobre mi propia aseveración. El streaming no inventó las “temporadas separadas por mil años”. En Inglaterra es una práctica común y hay algo de retroalimentación en el asunto. La serie gana mucha notoriedad, otorgándole popularidad a sus actores principales que serán requeridos por la pantalla grande. Ese traspaso les brinda un reconocimiento aún mayor, que se traduce en más espectadores a la próxima temporada de la serie. Sherlock, la serie británica, se estrenó a mediados del 2010. Su segunda temporada arrancó en el verano (nuestro) del 2012. En esos 2 años, Benedict Cumberbatch apareció en 12 películas. Por supuesto que muchas se filmaron antes o durante, pero se entiende el concepto.

A la vez, los estrenos de esas películas muchas veces se “retrasan” por razones de ese corte. Esperar a ver si tal o cual actor o actriz “la pega”. No me queda ninguna duda que la 3ra demoradísima temporada de “Euphoria” va a tener un impacto mucho más profundo por los últimos 2 años de Sydney Sweeney.

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La Venganza del Calamar

En el caso de “Squid Game”, su protagonista, Lee Jung-jae trabajó bastante en sus pagos pero también probó suerte en Hollywood como protagonista de “The Acolyte” la serie de Disney del universo Star Wars ambientada en tiempos de la República. A diferencia de “Andor”, al surcoreano no le tiraron un centro como a Diego Luna y “The Acolyte” es flojita.

Entonces, medio de la nada, Netflix anunció la segunda y ¿última? Temporada de “Squid Game” en dos partes. La primera en diciembre del 2024, la segunda a fin de junio del 2025. Pueden pensar, si quieren, que son dos temporadas distintas pero para mí es una sola y es la colina en la que elijo morir.

Los primeros dos episodios se cocinan lento. Gi-Hun (Lee Jung-jae) quiere venganza y, como ganador del último juego, tiene los medios para financiarla. Compra un edificio, se arma hasta los dientes y le paga a una pandilla de entrañables criminales menores para rastrear al reclutador (Gong-Yoo al que conocemos de la genial Train to Busan y 452 doramas) y así poder encontrar la isla y previsiblemente tirarle una bomba nuclear.

Por cuestiones del argumento, el bueno de Gi-Hun termina participando nuevamente de los juegos y se produce la hilaridad.

No tengo ganas de contarles el argumento de la segunda temporada de “El Juego del Calamar” (un molusco homosexual), sino de decirles que siento que sucedió para la evolución del discurso.

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Mensaje Sutil vs Mensaje Directo

Son pocos los creadores nabos de derecha liberal que logran éxito, porque ni los fachos los consumen (y sino pregúntenle a los boludos de Carajo que están perdiendo viewers con unos crustáceos). Los buenos, generalmente son zurdos con buenas intenciones. Estos creativos, supongámoslos en sus esferas, vivieron los mismos dos últimos lustros que nosotros, los espectadores, y observaron –con miedo- la involución de la sociedad a una criatura pérfida, individualista y llanamente fea. Y como comenté en un artículo anterior, decidieron que el discurso tenía que ser menos sutil y más directo. Hete aquí “The Boys”. Hete ahí “Andor”. Allá “Severance”. Incluso Ted Lasso tiene una tercera temporada espantosa, porque decide ir tan a fondo con el mensaje de amor que se convierte en una telenovela paródica.

La primera temporada de “El Juego del Calamar” fue –de manera inentendible pero ya explicada en un artículo de Mecha– mal comprendida por parte del público, que por ejemplo entendió que el guión estaba criticando a Corea del Norte y por extensión, a los regímenes comunistas. Pocas series son tan claras en su mensaje y crítica al sistema capitalista y a como se aplica de forma brutal en un país como Corea del Sur con buena parte de su población endeudada y persiguiendo un status quo imposible.

Dada esa ilógica incomprensión, Huang Dong-Hyuk, creador y guionista principal de EJDC prefirió –como sus colegas- ir a fondo y abandonar la sutileza. Que el mensaje sea tan claro como una piña en la cara.

Así, en estas dos mitades, el otrora “alegre” Gi-Hun, ahora millonario, se vuelve un ser enajenado, deprimido y, por momentos, ido que intenta convencer a sus compañeros de que hay que colaborar para salir. Y que si no se ayudan los unos a los otros, se mueren todos.

Y lo intenta. Vaya si lo intenta.

Un final y ya

Como dice en la entrevista linkeada mas arriba, el final de la serie, con un potencial spin-off ambientado en EEUU simboliza “la naturaleza resistente del sistema capitalista” que adopta nuevas formas cada vez que ve amenazado su dominio.

Hubo bastante revuelo con el final. Entendible revuelo porque no es un final feliz. Es un final y ya. Algunas preguntas se responden. Algunos malos por fin se mueren. Otros malos parecen menos malos y los verdaderos malos –bien explorados y señalados en estos últimos episodios- siguen todos vivos.

El rating de la serie la ubica en lo más alto en la historia de Netflix porque –como La Casa de Papel– supo combinar un misterio, personajes emblemáticos y un mensaje poderoso que aparentemente no se comprendió del todo. El humano es falible.

Pregúntenle a Gi-Hun.

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