Twitter/X supo ser durante bastante tiempo LA red social en cuanto a lo que es difusión, lectura rápida y superficial, y una suerte de paraíso para los CM’s.
Hablo en pasado porque, cuando el Huracán Elon llegó, no sólo arrasó con las características positivas que pudiera tener esa red, sino que exacerbó de manera totalmente adrede sus aspectos más negativos y tóxicos.
La ultraderecha moderna suele fortalecerse notoriamente en ámbitos donde la negatividad y las fake news tienen vía libre. Es esa libertad de expresión que hicieron a su imagen y semejanza: la que sólo toma por válida su opinión, y donde la mentira y la posverdad se hacen dueñas de la realidad.
A pesar de la conformidad de esos sectores, también es cierto que fueron lentamente colmando la paciencia de quienes no comparten tal visión.
Sacando provecho de que mucha gente está en la necesidad de pastos más verdes para disfrutar un poco más su paso por redes sociales, Bluesky está en un momento de auge con la llegada masiva de usuarios hartos de la red del minero sudafricano.
¿Qué es Bluesky?
Bluesky surgió como un “protocolo descentralizado de Twitter” en 2019, proyecto en el que estaba involucrado, entre otros, Jack Dorsey, el fundador de la red social del pajarito.
Para ello convocó a representantes de redes descentralizadas como Mastodon, ActivityPub y Happening, entre otras.
Finalmente se fundó de forma oficial en octubre de 2021, ya separada de Twitter, y con la ingeniera de software Jay Graber como su CEO.
No fue, sin embargo, hasta pasado un año que se publicó su primer post después de todos los preparativos y un lento progreso. Para ese entonces, ya Elon Musk había adquirido Twitter, algo que, si bien no afectaba en el corto plazo al desarrollo de Bluesky, sí podía afectarlo en el largo por una cuestión financiera.
Tal asunto se resolvió cuando consiguieron fondos propios para continuar su investigación sin necesidad del dinero recibido de la ex red del pajarito.
Primer intento: fallido
Ya independizada y con capacidad de financiamiento propio, Bluesky fue creciendo lentamente en su cantidad de usuarios.
De hecho, se puede decir que fue llamativamente lento el ritmo de crecimiento, y su actividad interna tampoco daba números tan positivos a pesar de tratarse de una red casi en pañales.
Musk ya había hecho de las suyas en Twitter, y sobraba público que quisiera irse de allá. Por mencionar un caso, yo tengo mi cuenta creada en Bluesky hace más de un año. Pero así como la creé, la dejé de lado.
Probablemente lo que mayor freno le puso a la masividad de Bluesky en un principio fue que solo era posible crearse un usuario por invitación. Es decir, para poder entrar tenías que conocer a alguien que tuviera cuenta en Bluesky, y que te diera un link de invitación que, a su vez, eran una cantidad limitada por usuario.
Probablemente fuera para controlar en un principio alguna suerte llegada masiva de cuentas que hicieran que el sistema colapsara, quién sabe…
Segundo intento: ahora sí
A partir de febrero de 2024, Bluesky dejó atrás el ingreso por invitación, permitiéndose el registro a todo el mundo, sin restricciones.
No fue inmediato, como se habrán dado cuenta, ya que hubo que esperar a noviembre para que la red experimentase un incremento en el registro y en la actividad.
La cifra más actualizada menciona la existencia de más de 22 millones de cuenta en Bluesky. Lejos de Twitter/X, pero con un notorio crecimiento que hizo que, por ejemplo, superase a Threads, el cuasi fallido intento de Mark Zuckerberg de tener su propia red de microblogueo con juegos de azar y mujerzuelas.
Lo bueno
Para empezar, voy a decir sin muchas vueltas que es iluso pensar que Bluesky es alguna suerte de panacea infalible al momento de combatir la toxicidad de las redes sociales, y que nunca nada va a arruinarla. Probablemente eso pase, ojalá en un muy largo plazo.
Dicho esto, por ahora es una buena opción si la idea es no coquetear de forma constante con una red que hoy por hoy es el equivalente a ponerle plutonio al café.
Probablemente la característica favorita de los recién llegados sea que no es un lugar plagado de bots y trolls a los que el CEO de la red les dio un megáfono para que no sólo reproduzcan mentiras o la opinión más idiota posible, sino que aparte sean celebradas en el espacio.
No creo que Bluesky sea ese paraíso donde ser un pelotudo vuelve a ser motivo de vergüenza en lugar de orgullo, pero con que esos burros iletrados no tengan la impresión de tener una opinión tanto más válida o respetable que alguien mínimamente formado, ya es un paso adelante.
De momento, podemos decir que no existen cuentas verificadas y difusión de fake news impulsadas por la propia red social. Ya con eso al menos no tienen tierra fértil, cancha inclinada ni el megáfono con ellos.
Nunca olvidemos que son eso: gente en el anonimato que vive de interacciones. Igual que los anuncios vivientes que rompían Springfield en ese capítulo especial de Halloween de Los Simpson, ignorarlos es lo peor que les podés hacer.
Por eso también están haciendo el intento de tener presencia en Bluesky. Se ve que la opinión de los kukas les chupa menos la pija de lo que realmente quieren admitir.
Lo malo
Por otro lado, hay algunos aspectos donde se nota que estamos ante una red social, si bien en manos de gente con experiencia, también en pañales en varias cuestiones.
Varias veces vi quejas respecto a que Bluesky es “la pesadilla de los CM”, y podemos asegurar que hay mucho de eso.
En este sentido, por el momento la red del cielo azul está falto de algunas herramientas que facilitan mucho la difusión y la previsión al momento de hacer publicaciones.
Por dar algunos ejemplos, no existe la posibilidad de programar posts, de guardar dichas publicaciones ni, para el caso de gente ajena a tareas de Community Manager, el equivalente a la “campanita” de Twitter que avisaba cuando determinada cuenta hacía algún posteo.
También resulta algo compleja la búsqueda de conocidos en Bluesky, toda vez que no hay un apartado con “gente que quizás conozcas” o alguna herramienta similar para reencontrar personas con las que existe un vínculo, ya sea personal o virtual.
Probablemente sean todas características que se van a incorporar lentamente junto al crecimiento en números de la red. Pero lo cierto es que por ahora, son todas figuras ausentes.
No repetir errores
Más allá de la toxicidad de Twitter de la que venimos siendo fuertemente críticos, y por la cual, entre otras cuestiones, instamos a abandonar dicha red social (acá la segunda nota del tema, para más placer), hay otros modismos, mecánicas o como queramos llamarlos más bien inherentes a la generalidad de su público, y no tanto a un sector determinado.
Si bien el boom de Bluesky es reciente, ya aparecieron lentamente perfiles de viejos conocidos de Twitter con ansias de trasladar aunque sea una porción del kioskito que tenían armado allá.
Y ahí hablamos de los que al menos aceptan intentarlo en otros lares, porque tampoco faltaron los que llamaron a quedarse en Twitter con excusas más flojas de papeles que el Mercedes de Susana, para no admitir lo que todos sabemos: su único talento es tener muchos seguidores en una red social. Si no sostienen eso, tienen que hacer lo más trágico que les pasó en la vida: tener un laburo de verdad.
Si bien es algo virtualmente imposible de “combatir”, al menos de mi parte no quiero repetir esas mecánicas que tienden a ir hacia un solo lado para alimentarle el ego a un don nadie. Pero no voy a ahondar más en el tema, al menos en esta nota.
Conclusiones
Obviamente es imposible determinar si Bluesky es “ese” cambio que necesitamos. Tiene cosas para mejorar, y seguramente sea víctima de la toxicidad que arrastra consigo no una red social, sino sus usuarios.
Irse de Twitter era y es algo necesario. Es algo que me animo a decir de forma prácticamente concluyente.
Invadida de trolls y bots, y encima al mando de un multimillonario de ultraderecha que exacerba esos aspectos negativos, cualquier intento de hacer de ella un espacio mejor era una batalla perdida desde el inicio.
Lo positivo y lo negativo que pueda llegarnos a dar Bluesky es algo que el tiempo dirá.
Mientras tanto, disfrutemos lo bueno que haya, y si es posible, evitemos que se transforme en Twitter 2.0.
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