Juan Marcos Pollio
15-09-2024 19:28

Si hay una manera rápida y concisa de llamar la atención de un potencial lector es poner una referencia que solo un ñoño que jugó las aventuras gráficas de Lucas Arts podría entender. El libro “usar-pollo-con-polea” no solo hace eso, sino que logra algo aún más difícil, que lo comiences a leer por su subtítulo: “Ensayo filosófico sobre arte digital y otras nerdeadas”. Si antes tenías mi curiosidad, ahora tenés mi atención.

Lo interesante y, por qué no decirlo, divertido de este libro es que logra un viaje, frenético por momentos, en donde en un párrafo se está discutiendo sobre la filosofía de Kant y Platón, al siguiente se revisitan algunos juegos de los ochenta, la demoscene, el bytebeat y, antes de siquiera notarlo, el lector está tratando de entender qué miradas sobre la tecnología nos ofrecen las historias de H.P. Lovecraft y Neon Genesis Evangelion.

Por esa combinación tan poco común, al menos por estos pagos, es que decidimos entrevistar desde MECHA a su autor, Gabriel Vinazza, para conocer un poco más de cómo fue que craneó ese texto tan original. En una conversación que se intentó realizar a la vieja usanza, es decir, dos personas y un grabador, el destino quiso que no hayamos podido escapar de la temática a tratar: la tecnología. Dicho es castellano, tuvimos una larga y distendida charla por Zoom y Jitsi.

Así fue como nos enteramos de que, con una primera tirada agotada, el libro de “usar-pollo-con-polea” en formato físico es una auténtica rareza, es más fácil encontrar una copia del Necronomicon o el segundo tomo de la Poética de Aristóteles. Razón por la cual el propio Gabriel lo subió en PDF en su página.

Así también nos enteramos de que Gabriel no solo es músico y programador de la vieja escuela, su primera computadora fue una Drean Commodore 64, también es profesor de filosofía, especializado en enseñanza para niños, participa en el Grupo el Pensadero desde hace al menos 10 años, aunque el mismo reconoce que el libro no lo escribió con una intención pedagógica, sino más bien “cortar con la endogamia en términos filosóficos” y aportar su granito de arena para rebatir la idea sobre qué es y que no es el arte digital.

¿Cómo fue que se te ocurrió escribir un libro sobre esos temas?

– Nunca pensé en que iba a mezclar estos mundos. A la filosofía la estudié porque me gusta. Nunca pensé en esto de cruzar los mundos: el arte digital y la filosofía. Como el arte digital es algo que siempre hice espontáneamente, nunca me vi en la necesidad de conceptualizar nada porque era algo del simple disfrutar e incluso siempre lo hice en un mundo donde tampoco eso era siquiera considerado arte o no se le daba esa existencia, esa estatura.

No existía en el discurso y tampoco importaba, porque un poco de eso habla del libro: de toda la gente que hacía cosas, que disfrutaba haciendo cosas y compartiendo cosas y no necesariamente considerándose artistas, sin que importe todo eso, que es muy lindo y muy auténtico.

Se suele hablar de que estamos en un mundo globalizado, pero para mí, más concretamente, se va consolidando el dominio de las grandes empresas tecnológicas, los actores económicos que van dando forma a la sociedad. Entonces empieza a aparecer en mí más fuertemente una idea de relación entre el arte, la ciencia, la tecnología.

Vinazza: “¿Dónde está la discusión por la soberanía tecnológica? ¿La soberanía en términos de la discusión sobre el software privativo o software libre?”

Esto es de lo que habla del libro, eso es una construcción absolutamente capitalista. De lo que se trata es de vender tecnologías y de subyugar, no es que haya un interés verdadero como si fuera una cosa renacentista, como si fuéramos Leonardo da Vinci, como si hubiese realmente un interés en el conocimiento o en alguna especie de Ilustración, ni en pedo es eso.

Ese mundo mío más íntimo y espontáneo se fue encontrando con que de pronto en el mundo empezaba a ver más movimiento de eso (el arte digital), empezaron a aparecer carreras que versaban sobre esas cosas y empecé a ver gente que ya empezaba a construir un discurso alrededor de eso.

Pero enseguida vi como lo que yo hacía y el arte que a mí me interesaba o me interpelaba no tenía nada que ver con lo que se estaba diciendo, no había lugar para eso en la comunicación. De pronto apareció el arte tecnológico y era una cosa que no tenía nada que ver y que para mí no entendían un carajo de nada. Al mismo tiempo, todas esas cosas que yo había vivido más espontáneamente no estaban conceptualizadas, no había un trabajo conceptual sobre eso que pudiera dar cuenta de su valor frente a otras propuestas.

Un foro BBS de la vieja escuela

Yo tenía formación filosófica y, por otro lado, estaba con la cuestión espontánea del arte tecnológico, la programación y todas esas cosas. Frente a todo lo que vi que empezó a aparecer, después de procesarlo un tiempo sentí la necesidad de decir algo que sentí que no se estaba diciendo y vi por primera vez un campo de práctica filosófica que no era hablar de las mismas cosas de siempre ni citar los mismos autores de siempre, ni siquiera interpretar nada. Este es un mundo que heredé, que me interesa y desde este lugar puedo pensar y puedo decir cosas.

¿Vos buscabas reivindicar o rescatar eso no categorizado, eso no conceptualizado, o más que rescate era hacer un esfuerzo por cambiar un poco cortar con esa endogamia?

Sí, cortar con la endogamia en términos filosóficos. A mí me flashea mucho que en tantas referencias que tenemos de la historia de la filosofía siempre haya aparecido como una especie de meta-categoría. Un ejemplo que pongo seguido porque está vinculado con todo esto que yo hago es Leibniz. No es que el tipo era un filósofo como hoy lo pensamos, no era una persona que estudió filosofía y que escribía papers o que iba a congresos de filosofía.

El tipo era un matemático de la concha de lora, estaba interesado en las cuestiones de la física, era un tipo que hacía desarrollos mecánicos, el tipo inventó, como hoy lo conocemos, el sistema binario, para precisamente desarrollar máquinas que permitieran contabilizar o realizar algún tipo de lógica elemental.

Leibinz es considero como “el último genio universal”. El opinólogo supremo

Entonces siento que eso un poco se pierde, pasa con todas las disciplinas, lo dice (Edmund) Husserl, las ciencias se van volviendo tan específicas que finalmente solo ves una parte muy chiquitita de la realidad, mientras que la filosofía tiene esa megalomanía, esa estúpida pretensión de totalidad.

Pero que para mí no es estúpida cuando surge espontáneamente, porque un tipo que le interesa saber cosas, de pronto conoce una disciplina y luego empieza a especular más allá de eso a partir de lo que conoce, y empieza a hacerse preguntas sobre su propia disciplina que son las del tipo de preguntas que nosotros consideramos filosóficas, sobre la naturaleza los números o si la naturaleza tiene una estructura matemática, todo ese tipo de cosas que surgen espontáneamente en una persona que está apasionada y que conoce una disciplina.

Lo que veo hoy es que hay gente que es muy especialista en textos que escriban personas o en hacer como una especie de historiografía de conceptos en el mejor de los casos, porque generalmente es una doxografía deforme, pero no ejercen ninguna otra cosa, no hay de otro campo del conocimiento que les interese, no tienen conocimiento específico ni técnicos sobre ninguna cosa, es la torre de marfil, ¿de qué carajo están hablando entonces?

La furiosa lucidez de Full Metal Alchemist

No digo que sea todo así, Slavoj Zizek me encanta, pero es un tipo que tiene un interés por la política, un seguimiento y un conocimiento de eso. No es un tipo que se dedicó simplemente a recapitular cosas, por eso también rompe con lo que se espera de la figura del filósofo o sobre de que versa la filosofía. Me pasa eso, estoy un poco en contra de esa idea de filosofía, es antiacadémico el libro en ese sentido.

Pero también es antiacadémico en el sentido de que lo que se suele decir respecto del arte digital. Veo que eso lo dice gente que no conoce lo que es, o que lo conoce como una herencia institucional, como si el arte digital fuese un estadio más dentro de una lectura del arte en general, como dentro del arte conceptual de las vanguardias. No tienen idea de lo que están hablando. Es gente que no lo vivió. Entonces no sé si rescatarlo, pero si viene una persona que tiene de sponsor a Nvidia a defender las criptomonedas y a decirme que los NFT son una forma sublime de descentralización, voy a decirle que no, “fuck you”.

“Una imagen no te puede hacer perder plata”     La imagen en cuestión:

No siento que esté muy representada esa posición, siento también que nuestra discusión todavía está muy atrás de eso. No forma parte de la agenda. Hay una lucha, por ejemplo, por los recursos naturales y el RIGI, y todas las porquerías que están pasando, pero, ¿y dónde está la discusión por la soberanía tecnológica? ¿La soberanía en términos de la discusión sobre el software privativo o software libre? No está en la agenda ni en pedo y lo tremendo es que pareciera que es algo re lejano y, sin embargo, es lo que moldea al mundo.

Un poco también lo escribí para mandar a la mierda a todo ese discurso muy institucionalizado, que ahora, como hay un cambio generacional, es un poco más heterogéneo en las instituciones. Hablo de cosas en el libro que en las instituciones, hasta hace unos años, directamente ni se nombran, pero porque se desconocen absolutamente.

¿Qué cosas notaste que te parecen que están buenas y que están irrumpiendo dentro de la discusión?

Soy muy crítico de lo que sería una izquierda liberal, también en el libro hablo de todo ese “green”, “pink”, cualquier color que sea, “washing”, de cómo Microsoft, Google y todas las grandes tecnológicas se apropian de algunas consignas que se suponen progres a priori, que tienen que ver con la defensa de las libertades individuales, las políticas identitarias y toda esa historia. Eso siempre estuvo muy fuerte en la academia porque ciertamente es muy snob. Por ejemplo, en parte también la discusión es qué era lo que se estaba interpretando como un arte tecnológico combativo o subversivo, pero que en realidad no lo era materialmente, un enfoque muy de estructura y superestructura de marxismo ortodoxo.

Sí veo qué hay, por ejemplo, algunas cátedras donde por el recambio generacional hay docentes que ya empiezan como a mostrar algunos aspectos de la cultura del arte popular digital: que hablan del chiptune, del arte-texto y también desde las prácticas veo algunas cosas que están re buenas, hay una irrupción más grande del Do It Yourself, de la autonomía tecnológica, de la cuestión de la sustentabilidad y de cómo, por ejemplo, en vez de hablar de un sintetizador carísimo, se habla de cómo podés comprar un capacitador, una resistencia y hacer algo.

Vinazza: “El logro sería que L-Gante siguiera haciendo la música con la Conectar Igualdad y que disputará los parámetros de lo que es estéticamente aceptable”

Veo eso también, es una corriente que está ahí y que está fuerte. Igual la veo como si fuera una especie de trotskismo tecnológico, porque su incidencia en lo masivo es prácticamente nula. Está re bueno igual, porque es un contenido que está buenísimo y si desde una institución, y sobre todo si es pública, enhorabuena que enseñen eso y que digan “che, mirá esto se puede hacer con dos pesos”. Hacer música electrónica no es tener Ableton también podés este enchufar dos boludeces. Me parece que eso está muy bueno, pero no hay algo programático en eso, no hay una conquista en ese sentido.

Cuando lo pienso en términos políticos y económicos más grandes me parece que eso sería interesante, porque cuando hablo del arte tecnológico, del arte digital popular, no es que te estoy diciendo que en la academia ignoran a dos boludos en un lugar que hicieron una cosa que está copada. No, te estoy hablando de décadas de tradición, de producción masiva, mundial, de aspectos que ya son canónicos. No es que es una cosa de nicho. Estoy hablando de, por ejemplo, Argentina produciendo una computadora (Drean Commodre 64) durante muchos años ininterrumpidamente. Eso es impactante y eso está borrado, es grave.

No son dos loquitos en el Di Tella sino, sino que están borradas generaciones de personas que crecieron en un ecosistema de un arte digital floreciente y que era este mucho más subversivo, combativo y que todavía existe. En la academia veo que está bueno que aparecen cosas que tienen que ver con la autonomía, con la sustentabilidad con el desarrollo del Hazlo Tú Mismo y que hay en algunos casos incluso hasta rescates de cosas muy puntuales, que era impensado, como que en una cátedra de una carrera tecnológica te expliquen sobre cómo era el sonido de un Family Game y eso me parece genial.

Veo que hay algo positivo en ese cambio generacional, pero como crítica diría que es algo que sigue siendo algo de la gente que hace artes electrónicas, la gente que hace multimedia, queda en un círculo y no veo una expresión que trascienda esos límites y que sea capaz de disputar los discursos hegemónicos, no hacia una comunidad pequeña de nicho o universitaria, sino como cuando se decía que L-Gante hacía la música con Conectar Igualdad. El logro sería que L-Gante siguiera haciendo la música con la Conectar Igualdad y que disputará los parámetros de lo que es estéticamente aceptable en vez de decir “ahora como ya es algo serio, tiene que usar otros equipos, tiene que sonar de otra manera”.

Jorge Luis Borges: ¿Jugador de Myst?

¿Tenés ganas de escribir más?

Si, siempre. También escribí para perfilar un poco, ponerlo en otra perspectiva, porque creo que sí es posible separar y entender y tener una lectura de todas estas cosas sin que sea sectario, de nicho, retro, nostalgia, coleccionismo o de paja intelectual. Creo que eso se puede, creo que eso no existía, o yo no lo vi. Por eso también escribí, vi que había gente que está en esa, pero yo estudié filosofía, se me ocurrió que podía decirlo de un modo claro.

¿Hay algún proyecto?

Tengo muchas ideas, por ejemplo me gustaría escribir algo que tenga un tono más personal, más jugado en ese sentido, pero al mismo tiempo por la exposición que eso implica no término de hacerlo nunca porque pienso qué poner y que no. Hasta que punto contarlo algo de mí.

Me gusta mucho escribir y siento que es un movimiento que ahora es necesario. Usar-pollo-con-polea se explica un poco en la cita que está al principio del libro (pro captu lectoris habent sua fata libelli), un pocoes la idea de que si te gusta o si lo entendiste, bien. Si no, andate a cagar. Estaba muy en ese mood en ese momento. Un poco era un momento en el que había que ser más críptico para decir algunas cosas que ahora están un poco más habilitadas.

Me gustaría escribir algo que tenga un lenguaje un poco más liviano, no que diga cosas más livianas, pero sí que tenga otro fluir, otro tono en general y seguramente sería un poco más personal: hablar de cosas que me pasaron a mí en realidad sobre como, no sé, la primera vez que vi una computadora o cosas así.

Usar-pollo-con-polea lo escribí en dos meses. Detesto la edición, la postproducción, todas esas cosas las aborrezco. Estoy pensando que quiero escribir otro libro porque ese ya no me gusta. Imagínate si yo voy a estar escribiendo lo mismo un año, me mato. Para fin de año no me gusta nada, ya me aburrió. Entonces prefiero sentarme y escribir, si puede ser menos tiempo mejor. No me gusta después estar editando, no quiero editar nada (risas).

(Continuará…)

Juan Marcos Pollio
Soy un egresado de humanidades devenido en periodista de economía que en el fondo, y en la superficie también, solo quiere escribir de lo que gusta: cultura pop, videojuegos, cine, filosofía, política y todo lo que produzca sombra.