Lucía N
02-02-2025 18:40

En Deseo de cosas imposibles de La Oreja de Van Gogh, Amaia Montero canta “igual que se espera como esperan en la Plaza de Mayo”, haciendo clara referencia a las Madres y Abuelas. Y esta semana el Papa Francisco llamó a “esperar contra toda esperanza”. Pero hay un giro de tuerca, ¿no? Amaia dice eso de un amor imposible que sabe que nunca va a volver a buscarla.

Las abuelas llevan encontrados 139 nietos. Porque esperaron contra toda esperanza, y lograron lo imposible. Hicieron un uso impecable de la imaginación política. Porque una vez un cana les dijo que no podían congregarse, que circulen, y en un años se cumple medio siglo de esta tradición ininterrumpida que se lleva a cabo todos los jueves en la plaza. 

Siempre me maravillé de esto mismo con las travas.

Ante los ataques del presidente al feminismo, cada tres twits hay alguna feminista compartiendo cifras de violencia de género o femicidios. Que no es que no sean ciertas, y no es que esté mal compartirlas. Pero ese discurso nos pone siempre en un lugar pasivo, y detenta ese aspecto escabroso que tiene siempre el convertir una muerte en estadística.

En cambio, cuando matan a una trava también se reclama justicia, y hay bronca, y se marcha frente a comisarías y se prenden velas, pero por una alquimia maravillosa, los discursos y relatos en torno a esa muerte terminan siendo más bien una celebración de lo que fue esa vida.

Eso es el Archivo de la memoria trans: un testimonios de existencias negadas por los fachos, por la sociedad, por el Estado.

Al principio de Cumbia, copeteo y lágrimas, el segundo informe de Lohana Berkins sobre la situación del colectivo travesti-trans, hay una lista de nombres. Pero leerlo no se siente como estadística, parece más bien esa copia destruida de Cumbres Borrascosas que era de mi abuela y busco para oler y tocar cuando la extraño.

Es santuario, no obituario.

Cuando nadie te cuenta en sus cifras, ni narra tus historias, hay dos opciones: desaparecer en silencio u obligarlos a verte. Y el colectivo travesti-trans siempre elige crear resquicios de escuchabilidad adonde antes no los había, a fuerza de pura tozudez. Se imponen por mera obstinación de existir.

Decir, narrar y nombrarte hasta que te tengan que escuchar. Construir desde el barro, desde el barrio, amar de pie, en las calles, entre el polvo. Porque el amor sí vence al odio, el amor entendido como solidaridad de clase, construcción colectiva de una alternativa a la desidia y la crueldad. Ese amor sí conquista todo y aquellas a quienes les ha sido negado en sus familias biológicas lo saben y han construido mundos enteros para compartirlo.

Hace unos diez días, el nazi que nos gobierna comparó a la homosexualidad con la pedofilia, entre otras muchas, muchas, muchas cosas. Y entre muchas otras cosas que pasaron estos días, también está esto:

Elon Musk con bigote hitleriano en un acto del partido neonazi AFD

El sábado después de Davos, organizaciones de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans, trabajadoras sexuales, militantes feministas y antirracistas convocaron a una asamblea en Parque Lezama, CABA.

Una semana después, había marchas simultaneas en decenas de ciudades del país, y una buena cantidad de embajadas y consulados argentinos en otros países.

La marcha fue rara. Heterogénea. Todas las organizaciones posibles se hicieron presentes, y cuando digo todas, me refiero incluso a la Asociación Argentina de Paleontología.

Mapa de las convocatorias. El mar de fueguitos de Galeano

Pero la columna de cada orga era un poco chica: muchos estábamos marchando “sueltos”, autoconvocados, con amigos, parejas, compañeros de laburo, lo que fuere.

Fue la marcha más diversa a la que fui, y no digo diversa porque hubiera travas montadísimas a las que les quería gritar “slay, queen” y personas con discapacidad, eso es mi normalidad. Era diversa porque había parejas heterosexuales de la edad de mis padres, percibiendo claramente que se había cruzado una línea. Porque escuchamos a uno (cuya esposa estaba toda embanderada) tirando comentarios transfóbicos (y mi mujer lo ubicó bien ubicado).

Fue diversa porque las banderas cubrían desde organizaciones de no binaries hasta la UOCRA, que más allá de ser un sindicato peronista tradicional, estaba con Milei hasta hace poco. 

Ciertas faltas de infraestructura (creo que vi un solo camión) demostraban a todas luces lo espontáneo que había sido todo.

Hasta Lilita Carrió llamó a marchar sin banderas políticas, pero a diferencia de las marchas del orgullo usuales de noviembre, lo que faltó no fueron los partidos políticos sino la propaganda publicitaria. Y yo lo festejé. Hizo que se sintiera un poco más solemne, sí, pero bailamos igual, al ritmo de la murga y de la manija. Quizás el sonido de tambores de marcha es mi memoria proustiana. Se sintió el abrazo, la reunión de los cuerpos en el espacio.

Fue antifascista. El rechazo a la oleada neonazi que está creciendo a nivel global, con aval y apoyo de Israel, fue contundente en las imágenes. Milei es nazi. A veces hay que llamar a las cosas por su nombre y tener un poco menos de miedo a ofender. 

Fue antirracista.

La situación de la militancia antirracista me recuerda un poco al feminismo circa 2013, 2014. No es que no se hablara, se hablaba, y se estaban formulando y poniendo en circulación los marcos con los que entenderíamos el feminismo al menos hasta la pandemia. No fue hasta el femicidio de Chiara Paez en 2015 que de alguna manera todo eso que circulaba se masivizó, creando visibilidad para otras luchas preexistentes, como la del aborto. Creo que hubo un poco de ver luz y entrar. Esta vez, con el antirracismo, también.

Entre todos los colectivos que “El Desqui” ofende a diario están también las marronas. Un sector por el que varios feminismos intentaron hablar sin nunca considerar la posibilidad de pasar el micrófono. Lo esencial es invisible a los ojos y ahí estaba, abajo de todo el circo de crueldad al que asistimos diariamente, una comunidad organizada y preparada para tomar su chance. Y la tomaron. Y lo aplaudo ruidosamente, con lagrimitas en los ojos.

Espero que esto augure una refundación feminista con una perspectiva de clase y género situada en nuestro contexto latinoamericano, en nuestra feminización de la pobreza, nuestra queer-ización de la pobreza, en nuestro contexto político inestable, nuestras oleadas migratorias externa e internas. 

5-1-2024 Ollas vacias contra el gobierno de Milei.
Foto Enrique Garcia Medina

La marcha fue masiva. Eso es indiscutible. Están intentando discutirlo con operetas de cartón pero no se puede tapar el sol con un dedo.

Salí de congreso con el último malón a las 18 (la marcha había sido convocada a las 16) y tardé dos horas en llegar a Plaza de mayo. De a momentos nos dio un poco de claustrofobia, como siempre que hay demasiada gente junta en un lugar. El paso estaba dictado por la manada, lo cual es siempre un buen indicio de que, en buen criollo, esto está hasta las tetas. 

Y, dato no menor, fue un primero de febrero bajo un rayo de sol ardiente, con casi 35 grados de térmica, en un mes en el que se supone que nunca pasa nada en Buenos Aires, porque el verano, el calor, las vacaciones, los chicos sin clases. 

Y sin embargo…

Y sin embargo osamos esperar contra toda esperanza.Habrá siempre un basadócrata que te diga que vimos la misma esperanza durante la campaña de Massa en 2023. O en la toma de universidades de 2024, antes de que los rectores entregaran en silencio a los estudiantes, docentes y no docentes en bandeja. Y sí, gordo, yo ya sé que dije muchas veces que se venía. Pero esa mirada solo puede sostenerse en quien no ha visto más de uno o a lo sumo dos ciclos políticos en su adultez. Porque no lo digo yo, lo dice la manzana de Newton: en la historia de la humanidad, todo lo que subió siempre ha bajado. Un día se desmanteló Auschwitz. Y Mansión Seré. Y el Olimpo. Y un dia las travas consiguieron el cupo trans y gritaron en el congreso que al calabozo no volvían nunca más.

El modus tollens no cambió porque un nazi tomó el poder. Menos que menos porque lo hizo en tu generación- no sos tan importante. 

Esto se va a terminar. Y si me equivoqué cuando las madres se subían a los subtes a contar su historia para que no ganara Milei, está bien. Y si me equivoqué cuando tomaron las facultades más gorilas del país, también está bien. Y si me equivoco hoy, también lo va a estar.

Porque decía uno que la organización vence al tiempo.

Y ha quedado en claro que estamos organizados.

por @tienda.ymasumac

ANEXO:

Un poco de fotoperiodismo de manos de Vanina V

(Estábamos un poco lejos)

 

 

Gordos no pasa nada vs gordas se viene

 


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Lucía N
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