Marcelo
07-01-2025 14:34

Tras laberínticos pasillos, se encuentra la “no-oficina” del Hialurónico, también conocido por algunos como “Lucky Strike” y por otros como “Ese pelotudito”. Esta “no-oficina” tiene ese apodo por lo poco que la usa. Dicen que prefiere comunicarse por Telegram desde las comodidades de su coqueto departamento capitalino.

El Hialurónico tuvo una reunión larga en la semana con El Submarino Amarillo, y una tercera persona que, dicen las malas lenguas, se ha hecho muy cercano gracias a su extensa experiencia ejecutiva. Allí se discutió –con algún que otro grito recurrente- la falta de respuesta del norte rico. Nuestra tercera rueda, a quien llamaremos “El Acuático” salió en defensa del nuevo ministro de gobierno. “Todavía esta poniéndose a tono” dijo conciliador. La respuesta de su patrón no se hizo esperar:

“Que consiga la foto o se va con la otra hija de puta”.

El Hialurónico y el Acuático se reunieron mas tarde en la “no-oficina”.

Cada día está peor– dicen que dijo, rodeado de una ristra de twitteros a su comando.

-Hace tres días que viene con la misma ropa- le respondió El Camillero.

-Tiene olor a pis- contestó el Hialurónico.

El Acuático se llevó un dedo a la boca y les ordenó silencio. No por respeto. Por miedo. Y señaló las paredes de yeso.

Cristina mandaba a chequear todo una vez por mes.

-Por eso banco el home office– comentó un twittero. Pero no consiguió las risas que buscaba.

Cuando el grupo de redes sociales tuvo sus consignas del día, el Hialurónico y el Acuático se quedaron solos y las paredes dijeron esto:

-Si no lo llama en estos días se va a volver loco. Se comió todo ese humo de que lo iban a llamar para un ministerio. Es un pelotudo.

-Te digo que tengas cuidado.

-Estoy para irme a la mierda.

-Qué decis. Estás bien parado acá. Tu tío…

Hace como seis años que no hablo. No tengo casi nada que ver con esa rama.

-Pero bien que pegás laburo igual.

El Hialurónico resopló. No lo sintió como ofensa del Acuático, con el cual siempre hubo afinidad.

-Tenés que jugar tranquilo- siguió. –No hay que pelearse con nadie. Es todo para la cámara.

Yo lo sé eso. Él no…– respondió señalando en dirección a la oficina del Submarino Amarillo.

Marcelo