Mine is Yours
And Yours is Mine
There is no divide
In your honor I would die tonight
Adoctrinar es obligatorio. Parte fundamental de la educación de una persona en formación. Y hay razones de peso.
Los conservadores fueron los primeros en hacerlo. Cuando las universidades no eran accesibles al vulgo, cada claustro era una “tribuna de doctrina” para cimentar el estatus de las clases dominantes. Hoy sigue siendo así. En nuestro joven país la educación privada tuvo su explosión, para variar, con los radicales. En concreto, el desarrollismo le extendió una alfombra, y el gobierno de Illia, por decreto, los incorporó en 1964 a la enseñanza oficial.
No obstante, fue el peronismo quien impulsó en 1947 la Ley 13047 responsable de las subvenciones a los institutos privados que el erario público sufre aún hoy.
Es decir, son todos un poco culpables de que hoy Milei, recibido de la Universidad de Belgrano, sea presidente.
El Adoctrinamiento Privado
En los hechos, Universidades como la UADE, San Andrés, UP, UB, UCEMA, y otras tantas de la esfera privada, son reductos de adoctrinamiento. No lo esconden tampoco. Dentro de la descripción de la UCEMA, y cito, se habla de “educación humanística (¿?) y liberal”. No se lo condena tampoco. No hay ningún problema con esa bajada de linea.
Es un tema de tal o cual.
En la historia carnavalesca nacional, la libertad de expresión, el lenguaje comunicativo, o el adoctrinamiento, solamente son inconvenientes cuando gobierna el peronismo, que a la postre, ni siquiera tiene tanta fuerza en los claustros docentes universitarios ni en los estudiantados organizados. Están, sí. Porque el peronismo vive en toda rama de la sociedad nacional. Pero no controlan ni dominan.
Se agita un fantasma que (lamentablemente) no existe.
La derecha internacional –este grupo más o menos homogéneo de hijos de puta- comprende que es posible ganar la batalla si los ejércitos se diezman. No importa de donde provengan las fuerzas. Del cielo o del infierno.
Históricamente, la izquierda se nutrió de los jóvenes para comunicar sus ideas, porque es el momento etario de una persona donde su morfología, su constitución humana, lo hacen más proclive a ellas. Es un momento de cambios. De revolución. Es el paso previo a convertirse en un obrero, y por lo tanto en un explotado. Es el momento anterior a su alienación.
¿Saben quiénes eran comunistas de jóvenes? Asi es, Frondizi y Frigerio, el abuelo del actual gobernador de Entre Ríos. Conociendo la dinámica de manera personal, es ahí, por tanto, donde corresponde atacar y vencer. Una manera de hacer eso es bajar línea.
Si en la escuela pública adoctrinan y les meten política a los chicos, la escuela pública es peligrosa y hay que enviarlos a instituciones privadas donde por lógica, no cometerán tan vil acto. Insisto, todos aportaron a esto. Radicales, desarrollistas, peronistas, neoliberales. Todos son responsables.
Bajar Línea
Ahora bien, si la educación pública adoctrina, ¿Cómo es posible que haya ganado Milei?
En principio porque no es cierto. La educación pública no adoctrina. Un cartel en una pared no tiene un poder adoctrinador. O no lo hace al nivel que vende esa derecha autóctona. El personal docente es un crisol de ideologías. Podría argumentar que hay mucho mas docente antiperonista (y anticomunista) que lo contrario.
¿Suponen que Javier Milei como docente fue más medido en su ideología que como presidente?
Eliminando esa parte de la ecuación, también podría argumentar que el sector ínfimo docente que “adoctrina” ya es de segundo o tercer nivel. Docentes de áreas sociales de Secundaria, Terciaria o Universidad donde se presupone que la persona en proceso de adoctrinamiento es capaz de combatir con argumentos aquello que le hace ruido. Y si no los tiene (porque naturalmente, un docente SABRÁ más que ellos), se habrá efectuado EL PROCESO EDUCATIVO que impulse a ese ser humano a investigar, a filosofar, a aprender desde aquello que acepta o le hace ruido.
Suceden dos eventos de manera tal vez sincrónica:
El primero es que el liberal de escuela pública se cree superior (o más inteligente) por haber superado ese adoctrinamiento. No es real, la virtud del adoctrinamiento es su éxito. Las ideas que, en un supuesto, se bajan desde el pizarrón, tienen que tener un impacto ideológico inmediato.
Si no logran su cometido, o son malas ideas, o el sujeto “atacado” es impermeable a ellas por no comprenderlas. O por un fuerte adoctrinamiento anterior o simultáneo.
Hace 20 años que este condicionamiento ideológico es evidente desde un lugar mucho más extenso que el aula. Se produce en internet. Los adolescentes con acceso irrestricto a redes sociales son, durante buena parte del día, bombardeados con slogans (VLLC), e ideas que impactan en sus inquietudes juveniles y en los ideales que absorbieron durante su etapa de formación. Hay toda una estrategia para eso. Elon Musk no compra Twitter porque le sobran 50 billones en la caja de ahorro. Lo hace para modificar sus reglas y BAJAR LINEA.
Le hablan de inflación, de inseguridad, y de hacerse rico rápido. Le hablan de corrección política, de corrupción, y de cómo no es su culpa su involuntario celibato.
Si eliminamos el adoctrinamiento de la ecuación:
¿Cómo puede la sociedad evitar que un adolescente crea que es virgen por culpa de las mujeres que lo empujan a esa situación personal?
Las malas ideas solo se adhieren con la repetición, y aún así, es posible combatirlas. Solo los más tontos de entre nosotros las consumen y las repiten. Pero claro, los tontos siempre son mayoría.
A Marchar
Así como todos son responsables de la existencia y crecimiento de la educación privada, todos son culpables del desfinanciamiento y ataques constantes a la educación pública. La falta de legislación y protección de uno de los sectores claves (sobre todo si realmente adoctrinaran en nuestro nombre) de una Nación debería ser considerado un crimen de lesa humanidad.
Las calles se llenarán hoy de estudiantes y ex estudiantes. Docentes, jubilados y personas de bien que consideran que la educación pública es el lugar adonde el capitalismo menos malo realmente reconoce una de sus escasas virtudes: la de la igualdad de oportunidades.
Marcharemos contra las políticas de un gobierno que detesta lo colectivo, lo público, lo estatal. Que odia incluso lo que sus propios próceres, Sarmiento, Roca y Alberdi, aplaudieron y fomentaron.
Se marcha porque el ataque del liberalismo a la educación pública se efectúa en diversos frentes: el cultural, el ideológico y el económico. Porque el 70% de inflación desde que dirigen las riendas de Argentina, ha llevado a los establecimientos a tener que dar clases a oscuras y a que los docentes universitarios cobren sueldos de miseria.
No voy a detenerme tanto en la cuestión económica porque ¿cuándo en este país se valoró así a un docente? Repito: todos son responsables. Algunos mas que otros, sin duda.
Si la derecha creyera realmente su propia ficción, buscaría que docentes afines a sus ideales pueblen los claustros nacionales en vez de intentar clausurarlos (cosa que igual sucede).
Pero la búsqueda es otra. Es cultural. Esa batalla cultural con la cual se agitó durante la Dekada Ganada, no solo no se ganó, sino que tiene a sus soldados atrincherados recibiendo fuego enemigo con apenas unos cartuchos, dos palas y muchas bolsas para cadáveres. Aún así, caminaremos ese familiar trayecto de Rivadavia al 1900 a Balcarce 50.
Porque adoctrinar es hacerse oír. Hacerse entender. Bajar una idea. Esperar que la entiendan, que les guste y la investiguen por su propia cuenta, y finalmente, la repitan.
¿Conocen otra manera de ganar?
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