El 1º de marzo es el día histórico de apertura de sesiones ordinarias en el Poder Legislativo argentino, caracterizado, entre otras cosas, por el discurso que suele dar el Presidente de turno. Como para variar un poco las cosas, el Leprechaun psiquiátrico que ocupa el Sillón de Rivadavia decidió que dicho discurso se haga a las 21 hs, pleno horario central de la televisión, en lugar del mediodía.
Ah, y desde un atril, subido a una tarima para yanquificar un poco el asunto.
Fue más de una hora de repetir las mismas sandeces de siempre, esta vez ante unos palcos llenos de aplaudidores pagados carísimo y una oposición que no atinó ni a defenderse de los insultos. Mientras, afuera, el despliegue de seguridad cuasi teatral justificaba su presencia reprimiendo gratuitamente a la gente que fue a repudiar a Milei (infinitamente superior en cantidad que la que fue en apoyo).
Retomando el discurso, y obviando que si se ahorraba las mentiras su duración iba a ser menos de cinco minutos, voy a concentrarme en apenas un punto de todo lo dicho.
El cierre de Télam
Acusándola de ser una “cueva de ñoquis”, Milei anunció el cierre de Télam. Esto implicaría el despido de 700 trabajadores y el fin de la agencia de noticias más grande de Latinoamérica y el principal proveedor de información incluso para los más grandes medios tanto nacionales como internacionales.
Ahora bien, más allá de este anuncio hecho con bombos y platillos, y del que ya el gobierno tiene intenciones de llevar a cabo incluso desde el aún activo DNU 70/2023 y la fallida Ley Ómnibus… ¿Es realmente posible de realizar? Vamos a consultar algo a lo que el enano papada de pelícano y sus secuaces le tienen fobia: las normas.
¿Qué es Télam?
Voy a describir Télam no con la intención de hacer una suerte de biografía, sino para poder encuadrarlo jurídicamente antes de hacer el análisis correspondiente.
Télam (en sus inicios, Telenoticia Americana) fue creada en 1945 a instancias de la Secretaría de Trabajo y Previsión encabezada por Juan Domingo Perón, bajo el formato de compañía mixta de capitales privados y estatales.
En las décadas siguientes, sufrió varios embates, intervenciones e intentos de liquidación: la privatización por Frondizi, la estatización total con Onganía, su uso como órgano de propaganda por la última dictadura militar y el intento de desfinanciación de Menem.
No sería hasta el año 2002, bajo el gobierno de Eduardo Duhalde, que Télam recuperaría su condición de empresa autárquica, con la creación de Télam Sociedad del Estado.
Sociedad del Estado
El hecho de que Télam adquiera carácter de Sociedad del Estado es fundamental para explicar el punto de esta nota.
El decreto Nº 2507/2022, que efectivamente crea Télam Sociedad del Estado, establece en su Art. 22º que “La liquidación de la Sociedad sólo podrá ser resuelta por el Poder Ejecutivo Nacional, previa autorización legislativa, conforme a lo dispuesto en el artículo 5° de la Ley N° 20705”.
Vemos entonces que hay condiciones determinadas para que Télam deje de existir, pero a la vez nos redirige a otra normativa: la Ley 20705. El mencionado Art. 5º de la Ley de Sociedades del Estado establece que las mismas “No podrán ser declaradas en quiebra. Sólo mediante autorización legislativa podrá el Poder Ejecutivo resolver la liquidación de una sociedad del Estado”.
Entonces: ¿Puede Milei cerrar Télam?
La respuesta corta a esto sería que sí. Pero no es todo tan sencillo.
Milei anuncia casi como algo épico el cierre de Télam, ante el vitoreo de aplaudidores muy felices con este gobierno gracias a los salarios millonarios que cobran por ser los ñoquis que dicen odiar. Pero para lograr algo así, se necesita mucho más que un decreto mal redactado. Milei puede intentar hacerle creer a todos que con un chasquido de dedos, “resuelve el problema”, incluso haciendo que la página web de Télam aparezca en “reconstrucción”, licenciando a sus empleados por una semana o vallando el edificio para que no pueda acercarse nadie.
Tenemos sobradas muestras de que el Mesías del Clonazepam quiere evitar pasar por el Congreso mientras sea posible, gobernando por decreto a través de facultades delegadas que por ahora no pudo obtener al no aprobarse la Ley Ómnibus.
En resumen: la única forma que tiene Milei de cerrar Télam es enviando el proyecto al Congreso y que sea aprobado por mayoría en ambas cámaras. Puede tener los números, porque también quedó clarísimo que, incluso con el Presidente diciéndoles ratas y coimeros, varios están totalmente dispuestos a entregar lo que sea con tal de no perder ni una pizca de sus privilegios.
El resto es circo para la gilada, que cada vez es menos.
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