La cantidad de ámbitos en que puede aplicarse una reseña es realmente amplia. Rápidamente se nos pueden venir a la cabeza ramas de distintas artes, como cine, series o música. Pero todos alguna vez nos cruzamos, aunque sea de casualidad, con reseñas de otras cuestiones, como restaurantes u hoteles.

Como parte del debate surgido con la nota que escribí acerca de reseñas tardías de videojuegos, surgió un punto bastante llamativo. En el periodismo de videojuegos, las reseñas, a diferencia de otras artes, son vistas más como una recomendación de compra que como un real análisis.

Y por supuesto, existen motivos para que así sea.

Un hobby caro

En la nota de reseñas tardías mencioné lo difícil que es muchas veces poder comprarse un videojuego AAA, teniendo en cuenta que valen 60 o 70 dólares, sin incluir impuestos.

Si tenemos en cuenta que las apps de música y plataformas de cine/series facilitan bastante la posibilidad de no tener que pagar un fangote de guita por discos o películas, o que incluso una entrada de cine no está ni cerca de valer lo mismo que un juego de alta gama, tenemos un primer punto.

¡Fua, amigo, re caro! ¿De dónde trajiste el juego, de Dubai?

El análisis de una voz “autorizada” sobre el nivel de un título puede ser determinante a la hora de comprarlo. Es totalmente razonable no arriesgarse a gastar tanta plata en algo que no valga la pena. Sería un chasco carísimo, y mucho más doloroso que pagar una entrada al cine por una mala película o perder una hora de tu vida escuchando un disco flojo en Spotify. Claro que esto se acentúa en Argentina, sobre todo con lo volátil que puede ser el valor del dólar, motivo por el cual estoy evitando hablar de costos en pesos argentinos para que esta nota no quede desactualizada una semana después de escribirla.

Más voces

A partir del dinero, es que empiezan a ramificarse también los demás motivos. Al ser, por ejemplo, mucho más accesible ver una serie en la plataforma que se te ocurra, también va a haber más posibilidades de que haya más voces “de a pie” hablando de la misma.

Poder compartir criterios con amigos que también vieron la serie es mucho más posible que con un videojuego.

Tal vez no deberíamos permitir que cualquier payaso opine de lo que sea, ¿No?

Con las plataformas en general se paga por todo el catálogo que ofrece, y no por alguna obra en particular. Esto hace menos doloroso al bolsillo dejarla por la mitad. A menos que seas uno de esos bichos raros que paga por toda una plataforma para ver algo puntual…

Voces autorizadas

Periodistas especializados en determinados rubros, o al menos referentes, hay en casi todo ámbito. En lo que a reseñar se refiere, daría la sensación que ninguno tiene tanta influencia al momento de determinar si una obra es o no digna de adquirir como en los videojuegos. Diría que ni siquiera en el cine. De nuevo, todo gira alrededor del mismo punto: la entrada para ver una película sigue siendo mucho más accesible que los varios dólares que sale un videojuego.

Metacritic tiene una calificación en base a críticas especializadas y otra según los jugadores.

Por eso a veces existe también esa necesidad de calificar a los títulos con puntaje, algo que personalmente no comparto, pero que puede tener lógica. Así surgen opciones de múltiples “recomendaciones” como Metacritic, o incluso la caja de reseñas de Steam.

Si ese periodista (o medio) de confianza le da una nota que me parece suficiente, entonces compro el juego. No diría que ciegamente o sin siquiera dudarlo, pero sí con la influencia suficiente como para inclinar la balanza hacia un lado o el otro.

Conclusiones

Pareciera ser que el gran detonante de este criterio en las reseñas de videojuegos respecto al resto de las ramas gira en torno al dinero. 70 dólares más impuestos por un videojuego que no esté bueno y que lo dejemos abandonado a no mucho de empezar resulta una apuesta demasiado cara como para que resulte de ese modo.

Comprar o no comprar. Esa es la cuestión.

La de por sí poca accesibilidad que hay a todo lo que es la industria del gaming, se acentúa en épocas de crisis como la que estamos teniendo ahora mismo.

Es por eso que, ante también las pocas chances de escuchar recomendaciones de cercanos, se recurre a una voz autorizada no sólo para que analice el título de por sí, sino principalmente para que nos diga (de forma directa o indirecta) que vale la pena o no gastar un dineral ahí. Ya lo dijo León Gieco hace muchos años en Pensar en nada: “es cuestión de plata”.

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