

Periodismo Gamer: La Odisea
Si le hacemos caso a muchos periodistas de carrera, vivir del periodismo en Argentina es una tarea ingrata. Imposible.
Por cada periodista “que llega”, hay mil que hacen un podcast que escuchan tres amigos en el bondi mientras pasan niveles de Candy Crush. Y esos que llegan, más que seguido, no lo logran por cuestiones intelectuales, de mérito, o de búsqueda. Sino de contacto. TEA no es una escuela de periodismo. Es una guía telefónica. Y así.

Hablás como si jugaras como Maradona, quisiste ir a probarte a All Boys y no te dejaron ni entrar
El sueldo y el sobre
El sueldo de un periodista de prensa escrita, por convenio de SiPreBA, es hoy de menos de 400 mil pesos. Afeitale 100 si es de revista. Un jefe de redacción de una revista, por caso, hoy cobra 500 lucas. La mitad de una canasta básica al 11 de septiembre del 2024.
Es por eso que, como con otras actividades, el sobre de coté termina siendo tan importante. Porque no se puede vivir dignamente. Entonces, alquilado por algún mamotreto, al menos indignamente se pone el plato de comida en la mesa. No es que lo aplaudo. Lo entiendo. Me ofrezco a recibir ese sobre indignamente.
Entiendo totalmente que un tipo que es periodista deportivo de algún medio partidario reciba un sobre de la dirigencia, o de un futbolista para hablar bien de ellos (o mal de alguien más).
Entiendo totalmente que un periodista de política reciba un sobre de un partido o de un actor político (diputado, senador, ministro, etc) para decir algo específico en sus redes o medios.
Porque, con toda la exposición que pueden llegar a tener, son realmente pocos los que ganan fortunas, y apenas un número más los que llegan a fin de mes sin ser saltimbanquis de la disciplina. A la mañana radio, a la tarde stream, a la noche escribir para un diario. A la madrugada llorar abrazado a una estampita. Y eso si son los que tienen los contactos para conseguir todos esos puestos. La mayoría no los tiene y termina participando de proyectos ad honorem hasta que se cansa.

Te juro que no tengo nada que ver con la Tota Santillan
Jueguitos como divisa
Hace 20 años empecé a escribir para otros. Tenía un fanzine virtual que mandaba por mail. El e-zine (que hacía en Publisher) era algo muy popular a principios de milenio. “La nueva cosa”. En base a ese e-zine con mi hermano y otros buenos amigos, entre el 2006 y 2007 fundamos Revista 24 Cuadros. Una revista de cine también enviada por mail y más adelante, subida a la web ISSUU. Con la popularidad posterior de cierto tipo de webs como blogspot o las construidas via wordpress, este estilo de revistas comenzó a quedar en desuso. Para ese entonces ya teníamos la web de Revista 24 Cuadros y sus primigenias redes sociales. En la web iban otro tipo de artículos. Más breves y del momento, dejando para la revista, con números cada vez más espaciados en el tiempo, los análisis y ensayos más complejos.
En el 2014 tuve mi primer contacto con el periodismo gamer cuando me invitaron a participar de una web de reseñas de videojuegos. El experimento duró un año plagado de locuras que no resisten menor análisis, pero fue allí donde me desayuné que, en esa extracción del gremio (y tal vez en otras), si te invitaban a escribir, nunca estaban pensando en pagarte.
Ahora bien, yo no había cobrado nunca por redactar porque, para mí, siempre fue y será un hobby, pero me resultó curioso que el asunto de “trabajar gratis” fuera considerado de manera tan natural.
“En las webs de videojuegos a los redactores generalmente se les paga con keys” me dijo en su momento el dueño del sitio. Dado lo explicado, acepté sin mucho miramiento porque en cualquier caso, mi interés siempre fue escribir. Si encima recibía un videojuego gratis, tanto mejor.
Por esa misma fecha me invitaron a escribir para otra web de videojuegos. Pero esta vez fue una página localizada en México y el dueño de ese proyecto, si pagaba. En dólares. Los cuales llegué a cobrar. Y convertir en jueguitos.
Si no participé más tiempo de ese proyecto fue porque era de una marca particular de videojuegos y yo no tenía, en ese momento, ninguna consola de la misma.
Saltemos en el tiempo

“Lo conocí en Lanús”
Iletrado y endogámico
La paternidad me alejó de las letras (y me oxidó un montón), pero la cuarentena me otorgó tiempo y en ese momento entré a escribir en dos sitios distintos de videojuegos. En uno de ellos, nobleza obliga, recibí un estipendio que, en números de hoy parece una joda, pero en esa época, alcanzaba para un par de kilos de asado.
No estaba satisfecho escribiendo ahí. No tengo una personalidad que funcione en este gremio. Como en muchos otros, los “juegos de poder” justifican la mitad de la jornada. Me reconocí charlando en niveles donde se discutían pavadas totales con la seriedad de un lobby para pasar una Ley. Me vi en el medio (o como actor principal) de conflictos sociales con otros “colegas” (las comillas son por mí, que no soy periodista) por las cuestiones más pequeñas e inverosímiles producto de la endogamia que posee la actividad y que explicaré mas adelante.
El periodismo gamer en Argentina es una ficción. Los que ganan plata REAL deben contarse con los dedos de una mano. Un porcentaje sobrevive. Otro labura gratis por hobby (o keys).
En base a eso es que es normal que “el periodismo gamer” como tal (y acá tiene nexos de relación con el periodismo deportivo) sea uno en el que abundan los no periodistas. Y los no redactores que escriben, que de esos hay un número amenazante. Es porque la posibilidad de un viático por el asunto es magra e inconsistente.
El gaming podrá ser una de las industrias globales más enormes y pujantes del siglo XXI pero en Argentina, en los medios tradicionales, sigue siendo la actividad en la que ponen al amigo de otro. No se valora y por eso es normal que en esos mismos medios tradicionales, “El periodista de jueguitos” sea un zonco de época con escasas habilidades para comunicarse de manera inteligible y tal cual correspondería a un medio de comunicación.

Dejaaaa que entre Embón, dejaaaaa que entre Embón, que entreeeee Embóoooon
Las oportunidades presentes
Entonces ocurren varios sucesos:
El auténtico periodista (de gaming) actúa como cualquier otro periodista. En el sobre. El sobre no es algo literal. Ni en este caso ni en los comentados. El sobre, “el breso”, “LA DIGNA” puede ser tener un contacto ameno con las desarrolladoras de videojuegos en orden de ser contratado por ellas en algún puesto. O a través de esas empresas, en alguna agencia de marketing. No es raro tampoco, que esos periodistas, sean en realidad, estudiantes de marketing.
El periodista que supo cual puerta tocar, consigue algún banquito medianamente digno en un medio reconocido y alcanza la canasta básica sabiendo que si sigue eligiendo bien las puertas –como en el dilema de Monty Hall– va a seguir habiendo premio, mas allá de tener o no tener cualidades en su oficio (ver “zonco de época”).
Y el que siente indigno (lo sea o no) cualquiera de esos dos sucesos, sigue escribiendo gratis (o por keys) para el reconocimiento de un puñado de lectores que aprecian sus esfuerzos aunque no obtengan mas recompensa que el halago o la felicitación. Que es una barbaridad, pero no pone tuco en los fideos.
En estos últimos tiempos descubrí que por ejemplo, un sitio como GitGud está pagando (y de manera decente) las colaboraciones con su web, y se aplaude, incluso si la financiación proviene del hijo gamer del Capo del Cartel de Medellín (?).
Para el resto queda cualquiera de los tres caminos señalados o un hipotético 4to que es intentar entrar a alguna página de EEUU donde también cobran mierda, pero en Argentina esa mierda te compra, a valores de hoy, dos kilos de asado.
Bienvenido sea.