Conocimos a No Tan Distintes porque hace algunos años, cuando trabajaban en lo que se llamó casa Frida, mi mujer hacía las prácticas de la carrera de Trabajo Social allí, un lugar que siempre recuerda con mucho cariño.
Pero por esas vueltas de la militancia transfeminista, les sentí nombrar unos pocos días antes de la cita que habíamos acordado para que les visite y escriba esta nota. Como bien saben quienes me conocen hace años, participo de FUERTSA, el espacio de aliades de AMMAR, sindicato de trabajadorxs sexuales. Me llegó en los grupos de AMMAR una convocatoria en conjunto con No tan distintes y la colectiva Yo no fui que me resonó con lo que estuve pensando todos estos meses y he plasmado en textos anteriores: se llamaba el “encuentro de lxs rotxs”.

Algo de la cultura de twitter, el streaming, los nazis que nos gobiernan y el machoperonismo que ha decidido autoerigirse como única oposición real (aunque los números no respalden), me tiene pensando constantemente en este tema: admitirse roto es de poco macho, queda feo. Pero después del ballotage 2023 todos estamos un poco rotos.
En No tan distintes, que tiene una casa en Boedo, donde personas lgbt y mujeres en situación de calle pasan a bañarse, cambiarse, merendar, conversar y desahogarse, participé de un taller de lectura del libro de Florencia Montes Paez, Acompañar es político, que relata, a la vez que repiensa y reflexiona sobre la gesta de No tan distintes, desde que eran No tan distintas, y antes también. El libro está escrito en un lenguaje muy ameno, en apartados breves que invitan a la lectura “en rayuela” que hicimos en el taller, abriendo páginas al azar. Pero también toca niveles de complejidad en el pensamiento transfeminista, y sobre todo, en su interseccionalidad, que me parecieron interesantísimos. Uno de estos puntos era la idea de que todos somos vulnerables, es parte de lo que significa ser humano: todos necesitamos acompañamiento, validación, escucha.

Se podría leer esto como una lavada de cara new age a las diferencias de clases imposibles de ignorar cuando una parte de la organización está compuesta por trabajadoras sociales y otras militantes, en general universitarias, y la otra mitad se trata de mujeres y travestis en situación de calle. Pero Florencia es muy clara en esto: es posible pensar un nosotres en la ambigüedad, en la contradicción, en la diferencia y la similitud. Todos somos vulnerables en distintas medidas, de distintas maneras, pero no todos conocemos la vulnerabilidad específica que implica vivir en la calle. Somos distintes, pero no tan distintes. Ese abrazo a la complejidad de lo humano, del transfeminismo, de la clase social en la Latinoamérica neoliberal, me parece un gesto contundente y profundo. Creo que últimamente hay mucho miedo a complejizar, a profundizar, a sentarnos incómodamente en las contradicciones, las ambigüedades, y todo lo que se resista a organizarse como bloques de Lego en un relato que pueda resumir chatgpt en un renglón.
Y no son solo palabras en un libro, es una realidad observable en la casa de No tan distintes que los roles del acompañado y el acompañante son transitorios e incluso intercambiables. No solo porque algunas de las acompañantes eran personas que en otro momento fueron acompañadas en el Frida, comprendidas y aceptadas mientras atravesaban situaciones como el consumo problemático. También lo digo porque, si bien tengo cierta experiencia en ser la becaria que está realizando trabajo de campo en la organización, nunca había sido la periodista. Y menos que menos, la periodista de una revista de cultura muy atravesada por videojuegos.
También yo me sentí acompañada en este rol que estaba probando, descubriendo. Todas las personas con las que me encontré fueron cálidas conmigo y me incluyeron en sus actividades, que se comparten como comparten el pan también, entendiendo que no hay nada más comunitario que comer juntes. Por eso todas las actividades en No tan distintes incluyen comida: almuerzo, merienda o cena, según el momento del día. Dice Florencia en su libro que no es porque las personas en situación de calle no puedan conseguir comida de otras maneras, sino porque es importante que se les sirva la comida, que todes coman lo mismo y lo distribuyan para que alcance. Porque comer juntes nos iguala.

Por eso me estaba atragantando con una factura gigante cuando me pidieron que participara de la lectura en voz alta del libro, junto a algunas de las personas en situación de calle que pasaban en ese momento por el espacio y algunas de las militantes o invitadas y curiosas, como yo, que se acercaban. Compartimos la comida y la lectura grupal, al ritmo de cada una, con paciencia, explicándonos entre nosotras las palabras complejas, completando lo que leíamos con la experiencia personal de quienes habían estado desde los tiempos del Frida.
Antes de que empezara el taller de lectura había podido hablar con Ayelén, que enseña un taller de costura, con algunas máquinas que la organización consiguió cuando el país era otro. Uno de los proyectos, además de arreglar la ropa de quienes pasan por la casa y ayudarles a crear bolsas y mochilas en las que organizar sus pertenencias, es el de producir unas bolsas de tela (o “tote bags”) serigrafiadas que acompañan el libro junto a la sobrecubierta serigrafiada en papel. El motivo en ambos productos es el mismo: una lista de los principios, o mandamientos, del acompañamiento político, y un collage de ilustraciones que muestran objetos, ideas, aspectos de las vidas de las personas que pueblan estos espacios. Se pueden encontrar desde las cejas de Frida Kahlo hasta las frutillas que crecen en la otra casa comunal de No tan distintes, las mochilas, los celulares y las pertenencias que llevan siempre consigo las personas en situación de calle.
Además de pedir uno como donación para la rifa que vamos a realizar para cambiar el termotanque eléctrico con el que se bañan las personas que pasan por la casa de No tan distintes, me compré para mí un kit de libro, sobrecubierta y bolsa de tela, y estaban todes muy emocionades porque aparentemente dio la casualidad de que llegué con el lanzamiento del producto y fui la primera venta.


No terminé de cerrar la idea con la que abre este texto: por qué me gustó tanto la ideal de lxs rotxs.
Durante la década vivida desde ese 3 de junio de 2015, en el que salí de dar clases y me fui a la plaza, que me pregunto un poco por esta idea de la víctima. Me hace ruido la idea de que me definan las cosas malas que he vivido y que mi identidad de mujer y lesbiana implique, a priori, que estoy desempoderada ante un mundo machista y homofóbico.
La idea de la vulnerabilidad, en cambio, sobre todo como la construye No tan distintes, en esta comprensión de la identidad y el rol como algo pasajero, implica una repolitización que da vuelta los sentidos tradicionalmente asociados a la vulnerabilidad: no están desposeídes, necesitan acompañamiento, pero pueden, también el día de mañana, brindarlo.
La vulnerabilidad entonces no anula la agencia, la capacidad de hacer y transformar de las personas. Al contrario, quizás la vulnerabilidad potencia ese poder colectivo. Porque es en lo colectivo, y solo en lo colectivo, en la inmensa imaginación política que siempre tuvimos las mujeres y disidencias del sur, que se pueden encontrar nuevas respuestas, nuevas salidas. Quizás en reconocernos vulnerables todos es adonde podamos encontrar nuevas maneras de imaginar y hacer política.
