El Villano de la Semana
05-04-2024 12:55

Hace dos semanas publicamos la primera parte de esta retrospectiva de la guerra en Ucrania. Pero para esta continuación, no podemos empezar en donde dejamos. Hay que ir unas décadas al pasado, para entender cómo llegamos a donde estamos hoy.

Rusia y Ucrania en la era post soviética: Los hijos mayores de la URSS

Los tres forros presidentes que apuñalaron a la URSS por la espalda: Ucrania, Bielorrusia, Rusia. Falta Gorbachov, que nunca se enteró.

La URSS se disolvió la navidad de 1991, sorprendiendo a casi todo el mundo. Y sobre todo a la población de la URSS, que había votado para seguir siendo un país unificado en un plebiscito.

¿Y por qué se disolvió, entonces? Porque los presidentes de los 3 países más grandes de la Unión, Rusia, Ucrania y Bielorrusia, decidieron declarar que se terminaba en una reunión secreta. Días después este documento fue refrendado por otros 11 presidentes y a los diez días le dijeron a Gorbachov que se vaya a su casa.

Rusia tuvo un shock de neoliberalismo como el de nuestro país, y Ucrania otro tanto. Pero vamos al tema que nos compete: qué pasó con tres aspectos de la URSS que serían determinantes para la guerra como la industria militar, las fuerzas armadas, y las armas nucleares.

Ucrania quedó con una enorme cantidad de armamento en cientos de depósitos: tanques, aviones, blindados, el segundo complejo de fábricas de tanques de la URSS y los mayores astilleros.  Y un tercio de las armas nucleares, las cuales, estando asentadas en suelo ucraniano, no respondían políticamente a Kiev, sino a Moscú. Esto llevó a un delicado juego diplomático que se saldó con la renuncia de Kiev a reclamar las armas nucleares en su territorio y el compromiso de Rusia, Francia, Reino Unido y EEUU a garantizar las fronteras del estado ucraniano.

Estas fronteras tenían incluido adentro dos quilombos interesantes: El primero era Crimea, una provincia históricamente rusa que fue burocráticamente otorgada a gestión ucraniana bajo órdenes de Kruschev. Y en Crimea, estaba el tema de Sebastopol, la base de la Flota del Mar negro soviética, la cual se dividió entre Rusia y Ucrania. Se hizo un arriendo de la base a los rusos.

Durante años, las negociaciones entre Rusia y Ucrania fueron por la base, material soviético estratégico, como aviones dejados en la disolución y el desarme de las armas nucleares. EE UU proporcionó muchísimos de los fondos para el desmantelamiento del arsenal soviético, los ucranianos se volvieron bastante buenos negociantes por guita fácil para los dos lados, amenazando a ambos con darle armas al otro.

Aún así, industrias estratégicas como fábricas de motores de helicópteros y cohetes estaban en Ucrania, lo cual hizo que existiera esa necesidad estratégica de vincularse para Rusia.

En 1999 renunció Boris Yeltsin, el presidente ruso múltiples veces desdibujado y totalmente entregador de su país. Dejó a su delfín, Vladimir Putin. Este arranca su gestión con un desastre, el hundimiento del submarino Kursk. Luego, tras los atentados del 11/09/2001, es uno de los países que más apoyo estratégico ofrece a EEUU: Rusia conocía en carne propia el terrorismo islámico que los azotaba desde Chechenia. Y EEUU los deja de lado, prefiriendo a sus socios de la OTAN.

Lo que termina de romper los lazos con occidente es la incorporación de las ex repúblicas soviéticas en la OTAN, en 2004. Ahora Rusia estaba nuevamente en contacto con el viejo enemigo. 

En Ucrania ocurre en 2004 lo que se llamó “Revolución Naranja” donde tras denuncias de fraude, se repitió la elección nacional. Quien había perdido en primera instancia se volvió ganador, trayendo esperanzas de cambio y democratización, y una mirada más europea para Ucrania.

2008: la Guerra de Agosto

Tropas rusas avanzan hacia Georgia. Es 2008 y el ejército ruso se va a llevar puesto al georgiano por gravedad, no por innovador. Las tropas van equipadas igual que en 1999 en Sarajevo. A pesar de la victoria. Esta guerra llevó a Rusia a querer recuperar la potencia de sus fuerzas armadas.

En 2008, Georgia, otra ex república soviética con un ejército reconstruído bajo estándares occidentales y armado con equipo predominantemente ucraniano, lanza una operación militar especial para eliminar una pequeña región separatista llamada Osetia del Sur, protegida por sus propias milicias nacionalistas y una base de “tropas de paz” rusas. Los rusos logran aplastar al ejército georgiano y ponerlo en fuga en 5 días, deteniéndose antes de invadir la capital de Georgia. 

Occidente trató de hacer de Rusia un paria internacional, y a la vez, se burló de las capacidades obsoletas de las fuerzas armadas rusas. A raíz de esto último, que era totalmente cierto, pasaron dos cosas: se impusieron las primeras sanciones económicas y a la vez Rusia inici{ un proceso de reorganización, profesionalización y reequipamiento de sus fuerzas armadas.

El hecho que Georgia tuviera un presidente pro OTAN y estuviera asesorado por EEUU terminó de convencer a los rusos de que tenían que prepararse para algo peor.

Cuando buques de la armada rusa que tenían base en Sebastopol destruyeron a la pequeña armada georgiana y desembarcaron tropas en la costa quisieron volver a puerto, la armada ucraniana (bajo un gobierno pro-occidental) los intenta bloquear y se arma un gran punto de conflicto diplomático. Como todo, se resuelve con guita: Rusia amenazó en cortar el gas barato a Ucrania, Ucrania se dejó de joder con la base. Pero la desconfianza estaba instalada.

2014: Maidán.

Los hombrecitos verdes tomando Crimea. 6 años después, estas tropas hasta tienen más aspecto profesional que las que vapulearon a Georgia.

En 2010 se realizaron nuevas elecciones ucranianas. En ellas, tras un gobierno prooccidental que no hizo nada, volvió a ganar el que había ganado pero terminó perdiendo en 2004,  .

El nuevo gobierno ucraniano se lanzó a renegociar todo con Rusia, gas, derechos de tránsito, Sebastopol, armas. Mientras, Alemania y Rusia comenzaron a construir un gasoducto directo para no depender de los cambiantes gobiernos ucranianos, el Nordstream 2. De a poco, y debido a la debilidad económica ucraniana y a las compras militares de insumos estratégicos que hace Rusia, Ucrania se fue asociando más y más a este país. 

Llegamos a 2014. En Kiev y en las ciudades del oeste comenzó toda una serie de protestas de corte nacionalista  en contra del gobierno, denunciando la amistad con Rusia. Este movimiento decantó de a poco en una insurrección de corte fascista. Cuando finalmente el presidente huyó a Moscú, se declaró un nuevo gobierno cuya primera acción fue nombrar nuevos gobernadores desde Kiev y se comenzó a hablar de leyes que prohíban la escritura del idioma ruso. En el este y sobre todo en Crimea estallaronn protestas contra este nuevo gobierno y se empezaron a armar asociaciones para “resistir” la revolución. Kiev ordenó a las fuerzas armadas acallar las protestas.

Y ahí aparecieron, un día, miles de tropas sin ningún símbolo ni identificación, vestidos todos iguales y bien equipados, rodeando todas las instalaciones militares, policiales y políticas de Crimea. Totalmente de sorpresa. Se los conoció como la invasión de “los hombrecitos verdes” porque nadie sabía de donde habían salido. De a una, las comisarías empezaron a jurar lealtad a la República de Crimea, después los cuarteles, después algunos buques, y el que no se pasaba de bando lo arrestaron y mandaron a Ucrania. 2 meses después, Crimea se unía a Rusia y se terminaba el conflicto de la base naval. Y meses después, para sorpresa de nadie, Putin admitiría que los hombrecitos verdes eran en realidad tropas especiales y paracaidistas rusos, dando a conocer al mundo las capacidades profesionales de las nuevas fuerzas armadas rusas.

En el resto de las regiones orientales, no estuvieron los hombrecitos verdes. Después de momentos donde las tropas locales que Kiev mandaba a reprimir al pueblo, empezaron a llegar tropas desde el occidente ucraniano y miembros voluntarios de los grupos fascistas que habían volteado al gobierno central a “aplastar a los separatistas”. Y se dio el comienzo de la guerra civil ucraniana, un conflicto amargo en el que, cuando el gobierno central estuvo a punto de aplastar la rebelión, cientos de pertrechos militares rusos y miles de “voluntarios” rusos cruzaron la frontera y derrotaron al ejército de Kiev. 

En 2015, se firmaron los acuerdos de Minsk según los cuales Ucrania iba a otorgar autonomía a las provincias rebeldes y no promover el ataque a la cultura rusa a cambio de que los rebeldes depusieran las armas. Pero para 2022, estaba claro que los acuerdos no se cumplían y el ejército ucraniano estaba más grande y mejor equipado que en 2015. Todo estaba listo para lo que estamos viviendo.

La contraofensiva Ucraniana de Verano.

Reubiquémonos temporalmente. Estamos en junio de 2023, Rusia tomó la ciudad de Bakmut y un poquito más de tierra acá y allá y construyó una enorme línea defensiva en suelo ucraniano. Además de las provincias de Lugansk y Donetsk, organizó referéndums en otras dos provincias que sus fuerzas militares ocupan, Kherson y Zaporiya, e incorporó todas al estado federal de Rusia. Los rusos se desangraron para tomar esa ciudad, y además, las mejores tropas rusas, los mercenarios de Wagner, intentaron un golpe de estado muy extraño que los hizo disolverse.

Ucrania recibió tanques, municiones, vehículos blindados de toda Europa, y miles de tropas entrenadas en países de la OTAN con las cuales armó una impresionante reserva militar que no tenía el año anterior. La prensa internacional espera que Ucrania presione y el ejército ruso se desmorone y corra, como en Octubre del 2022 en la región de Kharkov.

Y los ucranianos atacan. Y atacan primero como les enseñaron los occidentales de la OTAN. Y después siguen atacando como creen ellos. Y siguen en este plan hasta septiembre, logrando tomar una sección de trincheras rusas y una villa que se llama Robotino y otra villa del lado ruso del Dniéper que se llama Krinky. Y nada más.

Equipo de origen occidental destruido y/o abandonado durante la ofensiva. Las defensas preparadas rusas aguantaron lo que nadie esperaba.

Para complicar las cosas, en octubre Hamás lanza su ofensiva a Israel, ese pequeño pobre país que no puede defenderse solito. Toda la ayuda militar de EE UU se empieza a enviar de emergencia a Israel para que demuela Gaza, cono sigue haciendo hoy ante la mirada de todo el mundo. Algo que no nos convierte más que en testigos de genocidio, pero eso es para otro cuento.

Nueva ofensiva rusa

Y ahí, se inicia lo que vemos hoy, una nueva ofensiva rusa. Pero no es lo mismo que hace un año atrás.

Rusia puso a su economía en pie de guerra. Reabrió fábricas, construyó otras nuevas, puso tres turnos de operarios a fabricar armas y municiones 24/7 . Llegó a un punto, según la inteligencia occidental, en el que puede fabricar diariamente más de lo que pierde.

La sociedad rusa, esa que iba a “derrocar a Putin según los medios”, está registrando a 40mil soldados nuevos por mes, lo que les permite rotarlos del frente para que descansen y reentrenen. Además, según la propaganda de Kiev, Rusia pierde 1000 tropas por día, con lo cual al mes, con esos números, el ejército ruso solo crece.

Ucrania está agotada. La nueva ley de movilización total de la población hubo que cambiarla varias veces porque no hay voluntarios. Prácticamente se secuestra gente en la calle y se la envía al frente. Occidente tiene grnades discusiones políticas y sobre todo, en EEUU el congreso presiona al presidente con que ponga leyes migratorias más fuertes en el sur, y para esto tiene bloqueados los fondos a Ucrania desde diciembre. Esto se traduce en que los ucranianos no tienen casi munición de artillería.

Hace unas semanas, los rusos tomaron la ciudad devenida en fortaleza de Aavdika, que los ucranianos habían fortificado desde 2014. Al momento de escribir estas líneas, las tropas rusas siguen presionando en toda la línea y ya ocupan la mitad de Robotino, y siguen presionando.

Sinceramente, nadie sabe que va a pasar. Hubo muchos cambios y cosas lógicas que no pasaron y aún no pasan. Pero sí la certeza que existe es que este mundo de 2024 es muchísimo más peligroso para sí mismo que el día 23 de febrero del 2022. Creo que estamos viviendo la tercera guerra mundial, de la cual va a emerger un nuevo orden mundial. Y se está decidiendo hoy, en las trincheras de Ucrania.


Ale MontenegroNuestro villano de la semana es Ale Montenegro.

Ingeniero en proceso. Auditor de Refinerías. Aficionado a la historia.

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