Corre el año 1941, Tailandia está resistiendo las fuerzas Japonesas como una campeona (mentira) y en un lugar pequeño llamado Chumphon, los Japoneses deciden poner a prueba un arma biológica letal que hará que las fuerzas Tailandesas y mundiales (según ellos) caigan rendidas ante el poderío Japonés. Esta nueva arma biológica, como todos habrán adivinado, convierte a las personas normales en brutales bestias comedoras de carnes y cerebros; o sea zombies. Este es el argumento de “OPERACIÓN ZOMBIE: RESURRECCIÓN”. La apuesta Tailandesa al cine zombie de ¿terror? Me permito discrepar y bastante.
Nosotros, los fanáticos del cine de terror, es decir aquellos que amamos la adrenalina de sentarnos en el borde del sillón o el asiento del cine admirando las gotas de sangre y las transformaciones enfermizas de protagonistas dulces e inocentes, disfrutamos de este tipo de historias fantasiosas, que simplemente no pueden pasar; son estos monstruos los que viven en los guiones y en la sangre falsa, lugares más seguros que, por ejemplo, canales de noticias. Esta respuesta doy cada vez que alguien me pregunta ¿Por qué el cine de terror? ¿Por qué los zombies? Porque no piensan, se mueven por el estómago, quieren ingerir proteínas, las necesitan como impulso animal y es el instinto animal de los zombies que los lleva a matar, a morder y a infectar. Son monstruos. Es por eso que los que estamos acostumbrados a los ojos ojerosos y los dientes afilados, peregrinamos alegremente hacia estos mundos maravillosos (quizá no es esta la palabra exacta) llenos de bestias que pueden ser veloces, lentas, infectadas por un virus, radioactivas o mágicas; pero una cosa tienen en común: son letales.
En este universo lleno de zombies rápidos y evolucionados las cosas empezaron a cambiar. Ya no quedan espacios no explorados y en los últimos años también se empezó hablar de la consciencia de los zombies. Esta movida no la entiendo muy bien, no me interesa, no la comparto, pero estoy dispuesta a explorarla por dos razones: una es que hay sangre y la otra es porque no puedo criticar lo que no veo.
¿Los sentimientos y la consciencia de los zombies existen? ¿Son seres con sentimientos? ¿Pueden cambiar su proceder si notan que a quienes se quieren comer son seres queridos? Realmente no me podría importar menos este tipo de enfoque, quiero sangre, violencia, alaridos, mordidas.
Ustedes se preguntarán “¿Qué tiene que ver esto con la película? ¿Por qué hay un análisis casi psicoanalítico de los zombies?” y yo también me lo pregunté hacia la mitad de la película de la que vengo a hablar. Pues fui estafada nuevamente por un trailer que mostraba una película de la segunda guerra mundial en un lugar sumamente húmedo, atrapante, asfixiante y con zombies de bocas enormes; científicos involucrados, japoneses por aquí, tailandeses por allá, balas y mordidas…pero no. Pasaron cosas y aprendí nuevamente a no confiar en los trailers.
Fui emocionada, no había nadie en el cine, quizá porque al ser una película Tailandesa la gente no confiaba demasiado y tenían miedo que fuera como aquel capítulo de los Simpson donde Lisa le pide a su familia ir a ver “Otoño en Kosovo” y lamento decir que fue un poco así.
Al principio nos presentan a los protagonistas, dos hermanos Mok y Mek (sí). Mok quiere ser cantante y Mek quiere servir a su país. Ambos criados por su mamá luego que su padre fuera acusado de traición, dado de baja de la milicia y finalmente fallecido.Además de este dramón familiar, Mek tiene a su chica, una enfermera dedicada y de la gran ciudad llamada Pen, que está embarazada del pibe provinciano sin un mango. Recordemos que esto pasa en 1941, época donde tener tener sexo con un novio/a sin estar casado era severamente castigado por la sociedad.
Además de todo este lío digno de una novela Brasilera, tenemos al comandante jefe de los hermanos y a sus compañeros de regimiento, más o menos 14 personas más, de las cuales no sé el nombre y aún si los supiera no nos sorprendería. Entonces tenemos, Mok, Mek, mamá “Mokmek”, Pen y los otros quince. Todos ellos son el bando Tailandés.
Del lado japonés tenemos al capitán Nakamura, el ninja malo japonés, junto con el Doctor Kaito. Ambos y un regimiento de más japoneses le dicen al gobierno Tailandés “che, en media hora te vamos a hacer mierda la provincia esta” y largan sin querer queriendo al zombie en este pueblito olvidado de Tailandia.
Hasta acá la acción se desarrolla con un orden digno de una buena película de zombies, tenemos sangre, niños muertos, pedazos de cuerpos podridos y mordidos. Increíbles maquillajes, guerra, sangre y sudor. El problema ocurre cuando el director se olvida que es una película de zombies y empezamos a darnos cuenta que los mismos aparentemente tienen sentimientos, consciencia, amor y por sobre todo: sed de venganza ante los japoneses que tampoco conocen muy bien el accionar de las criaturas que ellos mismos soltaron.
La película tiene un asombroso y bastante apresurado primer acto, un segundo acto donde ya no sabés muy bien qué está queriendo comunicar el director/guionista y un tercer acto en el que querés que todos mueran; incluso vos mismo que estás en el cine y no entendés por qué estás ahí viendo zombies llorando. El director dijo “yo quería escribir un drama y no me dejaron” y entonces lo metió en una película de zombies.
Volviendo al tema de arriba de por qué zombies, de por qué el fanatismo por estos monstruos come cerebros, la sensación es que se pierde en sentimientos, familia, amor y tradición la película de terror. No había miedo, sólo un profundo odio a los Japoneses, un cariño entre zombies y sus familiares, lágrimas, mariposas y flores (si, flores).
La película no satisface la sed de sangre y violencia que es necesaria en un film de terror de zombies y a riesgo de quedar como Homero Simpson dando una reseña de un restaurante y decir “el estacionamiento es amplio” me animo a decir que el maquillaje y los efectos especiales estuvieron muy bien, fueron las mejores cosas que tuvo el film junto con la escena postcréditos (si, tiene una de esas, como Marvel) que me resultó un poco más interesante que el resto de la película.
Me gusta catalogar las cosas que veo con un índice Natalitas del 1 al 10 y creo que a esta película le merece un sólido 4. Los elementos estaban ahí, pero no los supieron dar un buen uso. Las actuaciones eran increíbles y pensé en el entrenamiento para moverse de esa forma pero se pierde en el excesivo dramatismo. Para mi es una película que no promociona sino que va a final obligatorio.
De todas formas los invito a verla porque en todo lo que vemos sea un 3, un 4 o un 10 podemos encontrar elementos increíbles dignos de resaltar y porque además necesito que alguien más la vea para poder comentar. Así que espero que lo hagan eso sí, traten de no pagar una entrada.
Nuestra Villana de la Semana es Natalia Navarro: Guionista de noche, administrativa de día. Como Batman, pero sin plata y más aburrido.