El Villano de la Semana
17-01-2025 12:20

Siento el nudo en mi garganta. Cada vez me cuesta más mantener el tono de mi voz. Bajo la mirada, suelto un “pero bueno…”. Trago saliva. El otro se ve obligado a cambiar de tema. Una escena que viví más veces de las que puedo recordar.

Fotografía de Brandon Sanchez Mejía para el proyecto “A Masculine Vulnerability”, 2023

— Che, ¿vos viste llorar a tu papá alguna vez?

— ….

Llorar frente a alguien más parece ser uno de los actos más avergonzantes para un varón cis hetero. Por eso, en este ensayo quiero analizar cuál es la razón de este disciplinamiento del cuerpo y de la expresión de las emociones. Para ello, traigo a cuenta un fragmento de la novela La mano izquierda de la oscuridad de Úrsula K. Le Guin (1989) y un verso de la canción Fantasma de Mujer Cebra (2023). 

Pienso que la represión de la vulnerabilidad es una cuestión estructurada a través de la regulación de las sensaciones por parte del sistema capitalista, que se basa en una división de género y en la imposición de normas que modelan la expresión de las emociones, estableciendo qué se puede y qué no frente a otros, para modelar sujetos afines a su reproducción. 

Para discutirlo, vamos a revisar qué tiene para decir la sociología sobre los cuerpos y las emociones. Después, hablaremos sobre la represión del llanto partiendo de la novela de Ursula K. Le Guin para continuar con la canción, donde discutiré la posibilidad de cambiar la “cara” y abrirse emocionalmente con otra persona. Por último, desarrollaré una conclusión retomando lo analizado.

Fotografía de Brandon Sanchez Mejía para el proyecto “A Masculine Vulnerability”, 2023

La influencia de lo social en nuestras emociones

La instauración de la sociedad sólo es posible con la constitución de la regulación de las emociones de las personas, asegurando la disponibilidad y la reproducción de los cuerpos de los individuos, dice Scribano. Las emociones son prácticas y pueden servirnos para explicar la realidad social, ya que son productos y productoras de ella. No son individuales, tienen que ver con las relaciones entre las personas. Nunca son estables. Cómo se expresan está influido por la clase social de las personas, por sus cuerpos, por el contexto histórico y, como veremos, por el género con el cual se identifican

El capitalismo funciona con una lógica de pacificación y seducción, dando lugar a un olvido progresivo del cuerpo y un alejamiento de las pasiones no moldeadas por el sistema. Para poder reproducirse, establece mecanismos de soportabilidad social que se vinculan directamente con las emociones. Delimita qué y cómo se siente, guiando los deseos y los horizontes de las personas. Además, como se involucra con las pasiones, los individuos producen y reproducen la vida porque sienten que es así y siempre fue así, por lo que debe seguir siendo de la misma manera. Se trata de una reproducción inmediata de lo conocido, como veremos más adelante con las normas de expresión de las emociones según el género.

Entonces, bajo una mirada sociológica podemos no sólo pretender explicar cómo los cuerpos y las emociones están atravesados por lo social, sino cómo se constituyen de manera tal que permiten al sistema seguir reproduciéndose como lo dado y lo que siempre será así.

Incels malinterpretando todo

Reprimir el llanto

La oscuridad de un crepúsculo tardío, todo el día. Tenemos los pulmones irritados no por el frío (la temperatura no baja de los veinte grados bajo cero, ni siquiera de noche, con el viento del oeste) sino por las cenizas y humos de la erupción. Al concluir este segundo día de esfuerzos inútiles, subiendo a gatas y serpeando sobre bloques sueltos y acantilados de hielo hasta tropezar con una pared o una saliente, probando más lejos y fracasando otra vez, Ai estaba agotado y furioso. Parecía que iba a llorar en cualquier momento, pero no lo hizo. Opina, creo, que el llanto es algo malo o vergonzoso. Aun cuando estaba muy enfermo y débil, los primeros días de nuestra huida, me ocultaba la cara cuando lloraba. Razones personales, raciales, sociales, sexuales, ¿cómo saber por qué Ai no tiene que llorar? Sin embargo, su nombre mismo es un grito de dolor. 

(Le Guin, 1989, pp. 198-199)

El extracto anterior pertenece a la novela de ciencia ficción La mano izquierda de la oscuridad, en la que Ai ―un varón del planeta Tierra― viaja a Gueden con el objetivo de incorporar a la sociedad de este planeta extraño a la federación galáctica. Allí se encontrará con seres humanos que, por una extraña mutación, son hermafroditas. 

En este planeta, no existen machos ni hembras, las personas son andróginas y solamente definen su sexualidad luego de compartir algunos días con otro guedeniano, tras el cual una de las dos personas desarrolla genitales femeninos y la otra masculinos por un breve período de tiempo, permitiendo la reproducción sexual. Luego de tener relaciones, ambos vuelven a la neutralidad de forma natural y quien tuvo genitales femeninos llevará adelante el embarazo.

Esta particularidad de los guedenianos tiene un gran impacto en toda la sociedad del planeta: al no existir el sexo ni el género, las personas no delimitan qué pueden hacer y qué no con su cuerpo y con sus emociones para sostener su identidad de acuerdo con una norma. En el fragmento mencionado, leemos algunos párrafos del diario personal de Estraven, un guedeniano que se sorprende al reconocer que Ai (el terrícola) reprime su llanto. 

Ursula K. Leguin

Situaciones como esta, que muestran el choque entre una cultura con roles marcados de género y otra en la que estos no existen, se desarrollan a lo largo de toda la novela, lo que nos permite observar cómo la expresión de las emociones y las cosas que hacemos o dejamos de hacer están reguladas y dependen del contexto político, social e histórico. La regulación de los sentimientos refleja lo social hecho cuerpo. En él, las normas se hacen carne. 

Por supuesto, no sucede que los varones tengan una incapacidad biológica de llorar, sino que esta acción no es un tipo de uso social aceptado para la masculinidad tradicional. Es ahí donde podemos identificar el cruce entre el cuerpo que siente, las emociones de la persona, cómo las expresa y la influencia de lo social. Esto quiere decir que cómo nos mostramos frente a otros está delimitado por cómo se nos enseña que deberíamos mostrarnos

Si lo llevamos a la cuestión de la masculinidad, muchos varones aprenden desde pequeños ―por medio de sus padres, las instituciones y la cultura― a no llorar para no aparentar debilidad. Este ideal de fortaleza y estoicismo está presente en la construcción de la identidad de los varones y es reforzado cotidianamente, con acciones y omisiones para alejarse lo más posible de ser “un maricón”.

El género de una persona se construye activamente con sus prácticas cotidianas. Los varones deben realizar acciones para asegurar y construir su masculinidad, bajo la idea de que un verdadero hombre se la banca, no llora y puede mantener cierto control frente a los demás. La expresión de las emociones que denotan debilidad debe ser internalizada en el paso de la niñez a la adultez, como una estrategia para alcanzar los estándares que imponen las demandas de masculinidad frente a los demás y también, digámoslo, frente a uno mismo.

Fotografía de Brandon Sanchez Mejía para el proyecto “A Masculine Vulnerability”, 2023

Es esta construcción cotidiana, donde se desarrolla la represión del llanto y de la tristeza, me pregunto ¿por qué se regula la expresión de la tristeza particularmente en los varones y no en otras identidades? 

Podemos decir que el sistema capitalista requiere cuerpos capaces de soportar las demandas de productividad, eficiencia y reproducción del sistema. Para ello, regula las sensaciones de manera específica. Si bien en el último siglo las mujeres empezaron a tener cada vez más legitimidad en el ámbito público, tradicionalmente no era de esta manera: al varón le correspondía el trabajo fuera de casa, mientras que a la mujer el trabajo doméstico. Es en esta división donde un varón que llore y que exprese tristeza no servía para reproducir el orden, ya que de esa manera no podría cumplir con sus tareas de forma eficiente, todos los días, todo el día. Por otro lado, una mujer que se encargara de las necesidades emocionales de la familia sería el complemento ideal para esta dinámica. 

Dice Cruz Sierra que, de esta manera, se asignaron y se reprodujeron hasta hoy roles marcados de expresión de las emociones para cada género y se llegó a comprender como algo de naturaleza biológica, asociando la racionalidad a los varones y la emocionalidad a las mujeres, cuando no es más que una consecuencia de una construcción social, modelada por la regulación de las sensaciones en el sistema capitalista con el objetivo de mantener una normalidad y reproducirla de una forma específica. 

Volviendo a la novela, la indiferencia de la sociedad guedeniana hacia las expresiones de género muestra cómo la construcción de la identidad puede ser flexible, al no existir normas que limiten lo que cada persona puede expresar o no. En nuestro planeta, en cambio, el llanto está cargado de significados y normas: mientras que para las mujeres se acepta como algo natural, para los varones está asociado a la debilidad y a la falta de autocontrol. 

De esta manera, podemos entender la represión de Ai en el contexto de una estructura social y cultural que considera el llanto masculino como un acto vergonzoso, y que en última instancia moldea el comportamiento individual en función de la percepción de los demás. 

La vergüenza por llorar no solo surge del temor a cómo nos van a percibir los otros, sino que también está ligada a la necesidad de ser funcionales en la reproducción del sistema capitalista.

Fotografía de Brandon Sanchez Mejía para el proyecto “A Masculine Vulnerability”, 2023

Otro con el que llorar

La masculinidad tradicional se configura, entonces, como una serie de comportamientos y actitudes en los que las emociones deben ser contenidas. Sin embargo, existen resquicios que habilitan la sensibilidad en la intimidad, como se puede oír en la canción Fantasma de Mujer Cebra (2023):

Me siento enfermo, me siento solo

Pero no me da vergüenza llorar

Si estoy con vos

El hecho de que esta expresión se condicione a la presencia de una persona específica muestra cómo la masculinidad tradicional no solo limita la posibilidad de expresar tristeza, sino también de buscar apoyo emocional. Sin embargo, el llanto, se vive al ser narrado y al compartirlo con alguien más.

Poder llorar con alguien abre la posibilidad a transformar ese dolor en algo nuevo, ya que, como dice Ahmed, “lo que nos separa de otros también nos conecta con otros”. El inconveniente es luchar contra la idea de ser menos varón por mostrarse vulnerable.

Fotografía de Brandon Sanchez Mejía para el proyecto “A Masculine Vulnerability”, 2023

Lo que se pone en juego en la cuestión de llorar frente a otro es la “cara” en el sentido de Goffman. Todos los seres humanos jugamos un rol y representamos cierto personaje cuando interactuamos con los demás. Cuando nos encontramos con alguien, intentamos seguir adelante una determinada línea: ocultamos algunos rasgos de nuestra personalidad, mostramos otros y aparentamos ciertas cuestiones de manera tal que logramos construir una máscara que presentamos a la otra persona, con el objetivo de ser aceptados y enmarcados en una identidad válida en ese contexto.

La “cara” de una persona es el resultado de lo que muestra y de la evaluación que hacen los demás sobre ella. Por lo tanto, es inestable. No ponemos la misma cara para todas las personas que conocemos, ya que ésta se pone en acción y se define en cada intercambio social. 

En esa línea, el llanto en presencia de otra persona puede significar un riesgo para la cara de un varón en un contexto donde la vulnerabilidad es un defecto. La cara que intentan construir los hombres ante los demás para reafirmar su identidad debe ser estoica, sin dejar vislumbrar ningún signo de debilidad ni de incertidumbre. Como es situacional, solamente mostrarán su ¿verdadera? cara frente a una persona con quien llegaron a tener una gran intimidad, como se puede observar en la canción referida. 

Entonces, la incapacidad de llorar en público tiene más que ver con imposiciones sociales que con sentir tristeza o no: la fortaleza y el autocontrol son elementos esenciales de la “cara” en las interacciones en público, mientras que el llanto o la tristeza son relegadas al ámbito privado o a los momentos de intimidad. 

Así, la vergüenza al llorar no es una característica inherente a los hombres, sino una construcción social que asigna a estos la responsabilidad de mantener una imagen de fortaleza constante, conforme a la reproducción del sistema capitalista basado en una división de roles de género.

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Conclusión

La represión del llanto por parte de los varones cis hetero no es un fenómeno aislado ni una consecuencia de una diferencia biológica con las mujeres: se vincula directamente con las demandas de productividad, eficiencia y reproducción del sistema capitalista

Este no solo organiza la economía, sino también nuestra sensibilidad, siendo una parte esencial para su funcionamiento y su continuidad la regulación de esta. Se requiere de cuerpos disciplinados y capaces de seguir funcionando sin distracciones emocionales. La tristeza y el llanto, para ello, representan un obstáculo para el rendimiento.

Tradicionalmente, se estableció una división entre lo racional y lo emocional, asociando la masculinidad con el primero y relegando el segundo a la feminidad, que, como se puede oír en la canción de Mujer Cebra, aún sigue teniendo peso en la construcción de las identidades. 

Como se puede observar en el mundo ficticio de La mano izquierda de la oscuridad, la represión del llanto se vuelve extraña en un contexto donde los roles de género son inexistentes. La sorpresa de Estraven frente al comportamiento de Ai destaca que las restricciones en la expresión de tristeza modeladas por la masculinidad tradicional son una cuestión social, no una necesidad biológica.

De este modo, la masculinidad tradicional requiere de los varones un acto constante de autocensura emocional, en el que la tristeza se vive en privado o con un otro íntimo, mientras que en público se adopta una “cara” de control y fortaleza. Este control emocional se revela como una respuesta estratégica ante las demandas de una sociedad que necesita cuerpos eficientes y emocionalmente estables para funcionar. 

Entonces, la represión del llanto masculino es un reflejo de cómo el sistema actúa para producir sujetos funcionales y disciplinados que reproduzcan lo establecido

Referencias

Ahmed, S. (2019). La contingencia del dolor. En La política cultural de las emociones (pp. 47-76).

Cruz Sierra, S. (2006). Cuerpo, masculinidad y jóvenes. Iberoforum. Revista de Ciencias Sociales, 1(1), 1-9. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=211015574006

Goffman, E. (1970). Ritual de la interacción. Ed. Tiempo contemporáneo.

Le Guin, U. K. (1989). La mano izquierda de la oscuridad (trad. de A. Orzeszek). Barcelona: Minotauro.

Lutz, C. (1990). Language and the politics of emotion. University of California Press.

Scribano, A. (2012). Sociología de los cuerpos/emociones. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad (RELACES), 4(10), 91-111. Universidad Nacional de Córdoba. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/2732/273224904008.pdf


Nuestro Villano de la Semana es Facundo Minervino: Obrero del marketing con pretensiones de autor. Estudio sociología y me hago mil preguntas cada vez que leo, escucho, veo o juego algo. 

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