Dune: Parte 2 es excelente y verla en el cine es una experiencia que no tenía hace mucho tiempo. Efectivamente, es cine. Sin embargo, te mentí, no vamos a hablar de películas ni esto que escribo es una reseña. Te quiero hablar de una escena en particular.
Se trata de cuando Paul llega al consejo de guerra de los fremen. Ya tomó el Agua de la Vida, ese brebaje que si no te mata te hace más fuerte, mucho más fuerte. Ya no es el que conocíamos. Sabe el sacrificio que tiene que hacer. Todo lo que lo frenó de apropiarse del discurso que lo erige como Lisan Al Gaib se deshace.
Palabras más palabras menos, Paul les dice a los presentes: “Soy el mesías por el que rezaron toda su vida, pero tienen demasiado miedo de que finalmente haya llegado la Voz del Mundo Exterior y convierta Arrakis en la tierra prometida”. Caen de rodillas rendidos ante la evidencia de que él es realmente Él, es el elegido.
Me movilizó tanto esa escena que seguía en mi cabeza cuando salí del cine, volví a mi casa y me fui a dormir. Sin embargo, no solo fue que me cautivó su espectacularidad, sino el pensamiento intrusivo que me sobrevino inmediatamente después de salir de la sala: “Claro, cómo no nos va a gobernar Milei, si parece un mesías como Paul”.
El discurso mileinarista
Si hay algo que me dejó en claro este peliculón es lo mucho que nos gusta como público la falopa mesiánica. Si bien el auge del populismo de derecha es un fenómeno global, quiero centrarme en el caso argentino, porque somos los principales receptores de ese discurso “mileinarista”.
Para empezar, creo que hay que reconocer una verdad incómoda. Es poco probable que un discurso como el de Milei cale tanto sin un empobrecimiento tan fuerte como el que experimentamos en la última década. Estamos de acuerdo de que hay un nivel de pelotudismo en el aire que parece inédito, pero no podemos limitarnos a suponer que ganó porque en este país son todos gorilas y traidores de clases cooptados por los viejos y nuevos medios de comunicación.
Por si fuera poco, también sigue siendo difícil de aceptar que la masa de votantes de Milei tiene un gran componente plebeyo, aunque acolchonado sobre una no tan fina capa de misoginia incel.
Está largamente estudiado que los discursos mesiánicos logran un mayor grado de apoyo en los sectores sociales más bajos. En una interesante investigación sobre la masacre de Rincón Bomba y la figura del “Dios Luciano”, las investigadoras Kaplan y Rioboo subrayan que en la raíz de la adhesión a estos discursos se hallan con frecuencia la privación de derechos básicos, efecto combinado de la pobreza, la baja condición social y de la ausencia de representación política.
Además, esta baja condición social de esos grupos deriva de su origen étnico y de una tradición cultural menospreciada, junto a una vinculación a trabajos muy precarizados o directamente por la necesidad que tienen de asistencia social.
Venezolano de Rappi y votante de Milei, albañil del tercer cordón de conurbano y votante a Milei, madre soltera que cobra la AUH y es votante de Milei, ¿nos suena, no? No es raro que estos sectores se sientan atraídos por el mito de los elegidos y de la fantasía de una inversión de los papeles, uno de los pilares del mesianismo.
No solo el Javo sentía la necesidad de vengarse de la casta, solo había que ponerle nombre. O mejor dicho, reflotarlo. Ya en su libro escrito al calor de la crisis del 2001 (El Palacio y la calle), el periodista Miguel Bonasso hablaba de “esa casta que algunos llaman la clase política y otros, más realistas, califican como la Corporación, la alianza non sancta de los dos grandes partidos para mantener el estado mafioso”.
¿Quién nos señala el camino?
Sin embargo, y esto sí fue remarcado en más de una ocasión, el empeoramiento de las condiciones materiales fue acompañado por una impotencia cada vez mayor de la clase dirigente de establecer un horizonte de sentido sobre hacia donde había que dirigirnos como sociedad. En pocas palabras, dejaron de ofrecernos esperanza, de “señalar el camino” en términos fremen, y eso, aunque nos duela reconocerlo, es una gran diferencia que marcó Milei.
El equipo de comunicación de La Libertad Avanza fue sumamente hábil en ese sentido, y en maniobras dignas del Bene Gesserit comenzaron a enfocarse cada vez más en rescatar e instrumentalizar ideas, conceptos e incluso profecías de la historia argentina.
Acá es cuando aparecen las predicciones de Parravicini y Don Orione, que nunca antes en la historia política tuvieron tanta relevancia, al punto de que términos como “hombre gris” ya son parte del vocabulario de los sobrepolitizados y no una rareza que solo conocía el círculo íntimo de López Rega.
El Javo y su uso de la historia
Por este motivo, y ya que tenemos el mesianismo a flor de piel, es más importante que nunca revisitar a uno que sabía una o dos cosas sobre el tema: Walter Benjamin. Entre otros motivos porque sería uno de los pocos a los que no les sorprendería los usos, muchas veces disparatados, que hace Milei de la historia argentina y mundial. En su texto más conocido, “Sobre el concepto de historia”, el filósofo alemán lo dice clarito:
“La historia es objeto de una construcción, cuyo lugar no lo conforma un tiempo homogéneo y vacío, sino uno pleno de tiempo actual. Del mismo modo, para Robespierre, la antigua Roma era un pasado cargado de tiempo actual, que él hacía saltar del continuum de la historia. La Revolución Francesa se entendía a sí misma como una Roma que ha vuelto. Citaba la antigua Roma igual que la moda cita una vestimenta del pasado” (Tesis XIV).
Esta resignificación del pasado que hace el Javo puede ser considerada lisa y llanamente como delirante. Y, sin embargo, acá estamos, pleno siglo XXI discutiendo por Twitter, o en la mesa familiar de algún que otro domingo, si los nazis eran o no eran socialistas. Por más estúpida que sea esa afirmación, desconcertarnos ya es anacrónico, es un presidente que invoca a las fuerzas del cielo y habla con su perro muerto.
En definitiva, tenemos que ponernos las pilas y dejar de comernos las curvas, no nos queda otra. Walter ya nos los advirtió hace rato. “Ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo, cuando él venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer”.