Sole Zeta
29-07-2024 21:15

Yo no crecí leyendo cómics.

No porque no me gustaran. No era (todavía) snobismo. Era que leía demasiado rápido. A mi vieja no le rendía comprar historietas que salían relativamente caras y me terminaba en minutos. Un clásico de la literatura me costaba bastante más esfuerzo y encima se conseguía más barato. Win-win para la economía neoliberal de los 90s.

Una de mis obsesiones tempranas fueron la mitología y el folklore europeo. En particular, dos obsesiones fueron el ciclo artúrico y las leyendas de Robin Hood. Y pasaba algo interesante: no hay coherencia entre versiones.

Captura de Monty Python and the Holy Grail

La versión de Monty Python está lejos mejor investigada que el promedio de las adaptaciones hollywoodenses.

En algunas compilaciones, Excalibur es la espada en la piedra. En otras, son dos espadas distintas, y Arturo recibe a Excalibur de la Dama del Lago. Los caballeros de la mesa redonda podían ser 12 o 150. En algunos relatos de Robin Hood, el antagonista principal es el Sheriff de Nottingham, mientras que en otros es Guy de Guisbourne. Más tarde entendí el por qué: no eran creaciones de autores singulares, sino que eran relatos recopilados de distintas fuentes. Fue toda una revelación descubrir que Sir Lancelot, el amigo de Arturo que lo hace cornudo, es básicamente una fanfic francesa.

Crisis en Tierras Infinitas

Por eso, cuando superé mi etapa de snobismo tardo-adolescente y aproveché la piratería digital para leer comics de superhéroes que me había perdido, me topé con una cultura totalmente antagónica: la del “canon” y la continuidad. Para un gordo comics es imposible aceptar que dos autores separados por décadas hayan escrito historias que se contradicen entre si. No, si hay una inconsistencia entre dos versiones de Flash, hay que justificarlo con una explicación que involucre universos paralelos, líneas temporales alternativas y seguramente sacar una miniserie de 12 números que sirva de megacrossover para todos los personajes de la editorial y lleve “crisis” en su nombre.

El MCU: la obsesión con el canon llega al cine

Captura de Avengers: Endgame

En 2008 esta cultura otrora marginal llegó al cine: Nick Fury encarnado por Samuel L. Jackson invitó al Tony Stark de Robert Downey Jr. a ser parte de los Avengers. Unas semanas después, este hizo lo propio con el Hulk que encarnaba Edward Norton. Nacía el Universo Cinematográfico de Marvel.

Pero el verdadero gran logro del estudio de Kevin Feige no fue hacer esta clase de crossovers, sino convencernos de que eran vitales para la trama. Mayormente no lo fueron: la mayoría de las películas individuales (con la posible excepción de Civil War, que en teoría es parte de la saga de Capitán América) son perfectamente entendibles sin conocer demasiado el resto del universo.

Sin embargo, al MCU le pasó lo mismo que a sus pares de tinta y papel: se volvió inabarcable y contradictorio, comenzando en 2020 una exploración del concepto de multiverso. La mayoría de sus producciones desde ese momento han girado en torno a esta idea.

Tranqui, ya llega Deadpool

Deadpool & Wolverine

Debajo de la toneladas de humor soez y violencia caricaturezca, Deadpool siempre fue ante todo una indagación en su propio género ficcional. Si la primera película parodiaba el concepto general del cine de superhéroes y la segunda se centraba en las películas de equipos al estilo Avengers, era esperable que el nuevo film del Merc with a Mouth fuera una deconstrucción del subtópico “multiverso”. En esta ocasión el paralelismo es casi explícito: así como Kevin Feige declaró que Deadpool era la primera prioridad a la hora de integrar a los personajes del universo X-Men de Fox al MCU propiamente dicho, en su nueva película la TVA (la “policía del tiempo” que vimos en Loki) le propone precisamente volverse parte de la “sagrada línea del tiempo” (o sea, la continuidad principal). El problema es que para hacer eso Wade Wilson debe abandonar a todos sus amigos, cuya existencia será borrada.

Los X-men existen por ustedes, soretes.

La respuesta de Deadpool involucra armar un equipo con otros héroes exiliados de sus universos: la Elektra Natchios que interpretó Jennifer Garner, el Blade de la trilogía de Wesley Snipes, X-23 (la clon/cuasi hija de Logan) y hasta el Gambito que nunca llegó a encarnar Channing Tatum pese a haber sido anunciado oficialmente varias veces. Con la ayuda de este grupo de inadaptados Deadpool logra evitar el borrado de su universo. Y sin embargo, al final de la cinta, rechaza integrarse a la realidad principal del MCU, eligiendo permanecer en su propio lugar. “Todos quieren ser importantes. Resulta que no necesitas ser el Jesús de Marvel para serlo.” En criollo: todas las historias son importantes si son recordadas.

“Esta es una historia imaginaria”

Whatever Happened to the Man of Tomorrow Intro

En 1986 DC comics le encargó a Alan Moore una tarea importantísima: un final para Superman. En ese mismo momento se estaba publicando Crisis en Tierras Infinitas, un evento como los que mencionaba al principio de esta nota cuyo fin era resetear la continuidad y ordenar el universo DC. Como al finalizar el evento se daría comienzo a una nueva era de Superman a cargo de John Byrne, Moore tenía que darle un cierre a las aventuras anteriores de Superman, de tintes más ridículos.

El resultado fue ¿Qué le pasó al hombre del mañana?, una de las obras cumbre tanto del personaje como del autor. Pero no me interesa tanto la trama, sino un recurso de Moore. Al principio de la historia, el autor nos aclara: “Esta es una historia imaginaria”. En la terminología de los cómics de la Silver Age, es una manera de decir que “no cuenta”. No pretende ser canónica. Si no querés que Superman encuentre su final luchando contra una coalición de villanos manipulada por Mr. Mxypltzk, podés elegir no hacerlo.

Sin embargo, Moore hace un ataque artero al final de la introdicción. Ahí repite la fórmula “Esta es una historia imaginaria… ¿Pero acaso no lo son todas?”.

Casi 40 años después, Deadpool hace lo mismo que hizo Moore con Superman. ¿“Cuentan” las películas de Fox? La decisión es tuya, espectador. No permitas que una multinacional te diga qué historias te deben importar y cuáles no.

Madame Web (y el SCU)


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Sole Zeta
Co-editora de este antro. Nerd profesional. Estudiante tardía de gamedev. Además soy trans.