Esta reseña incluye MUCHOS SPOILERS
Aburrida
Predecible
Mal escrita
Sin sentido
Mediocre
Decepcionante
Torpe
Superficial
Insípida
Lenta
Desorganizada
Carente de originalidad
Absurda
Mal actuada
Confusa
Quise hacer honor a la porquería a la que acabo de dedicar dos horas de mi domingo, así que le pedí a su creador, ChatGPT, que me diera algunas palabras para describir una película de mierda. Estas fueron las que arrojó.
¿Por qué de mierda?
Podría entrar en detalle sobre todos los problemas en la representación de las personas trans, incluyendo el confuso episodio en el que una trava que toma estrógeno hace dos años tiene barba de pelo de concha (todos los cuerpos reaccionan diferente a la medicación pero ¿No se le habría ocurrido de mínima afeitársela? ¿Era necesario construirle la selva negra?).
También, frases como ésta:
El constante misgendereo, la idea de que el cambio de sexo puede convertir a una persona mala en buena, lo blanca que se le pone la piel a la protagonista luego de las operaciones (era trans, no Michael Jackson) o las bellezas de la dirección de un macho europeo pelotudo que le dijo a la protagonista que hable grave cuando está enojada porque todos sabemos que enojo=varón=grave, dulzura=mujer=agudo.
Podría contar todos los estereotipos sobre México en los que recae la trama, desde la entrañable escena en la que la protagonista trans se levanta a otra mina mostrándose mutuamente las armas, y no lo digo en un sentido metafórico (Epifanía pela una faca, Emilia sonríe y le muestra un chumbo), a las escenas con las tres mucamas en fila en una tremenda mansión usando el-uniforme-de-mucama-de-toda-peli-yanki, que nadie entiende qué pingo hacen (no cocinan o limpian, se paran ahí) o la persecución de narcos armados hasta los dientes viajando en la parte de atrás de una camioneta. O la cantidad de veces que dicen “lana” y “pinche”.
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Por lo menos no le pusieron el filtro CSI Miami
Podría hablar de lo poco que se le entiende el castellano a Selena Gómez, y de momentos, a Zoe Saldaña cuando rapea, y lo poco mexicana que suena Karla Sofía Gascón, que a veces parece andaluza (y por lo que googleé, tampoco lo es).
Podría hablar de los dudosos…préstamos…de melodías de Serrat, Fey, Lali, y hasta la trama de un libro de Cabezón Cámara.
Podría hablar de lo mal que cantan todos y la afrenta al sistema auditivo que implica escuchar una canción entera.
Pero prefiero detenerme en lo mala que es la trama, si es que hay una. La película trata sobre un narco que en realidad es una, y quiere transicionar, pero en su mundo no es posible. Mientras tienen una especie de picnic con su esposa e hijos en un baldío de noche, rodeados de todos sus mercenarios (lo cual es re normal), El Manitas arregla con su abogada para que la ayude a fingir su muerte, mandar a la flia a Suiza, y transicionar con total discreción. Para esto, primero secuestró a la abogada, no sin antes avisarle (le tocan el hombro y le dicen “señora” antes de ponerle una bolsa en la cabeza) y la mandó en primera clase a Tailandia a investigar sobre operaciones de cambio de sexo, porque es sabido que en ningún otro lugar del mundo se realiza este procedimiento y no es posible hacer las averiguaciones necesarias por medio de, no sé, Google.
Cinco años después, Emilia se le aparece a Rita (Zoe Saldaña), la abogada, en un bar, y comparten una escena digna de las miradas entre Edward y Bella, o mejor aún, entre Manes y Fantino.
Pero tranqui, no vino a matarla, solo quiere volver a traer a sus hijos y su esposa a México y vivir su happy everafter con su nueva gran amiga transfeminista.
La esposa de la Manitas, o como ha dado en llamarla la comunidad blueskiera, la Womanitas, es la famosa Selena Gómez, que una década y media después de remil pegarla con un hitazo en español, aún no puede articular dos palabras sin que parezca alto valirio.
La Womanitas dice ser la prima del Manitas y Selena ni se da cuenta, no sospecha nada, ni siquiera cuando la invita a vivir en su mansión con los chicos y se le escapa un “mis hijos”. La persona más boluda del mundo. Cuestión que Selena volvió porque el que le hacía DOLER SU PINCHE VULVAAAAAAA es uno de los matones de Manitas. Siempre fueron amantes, y ahora con Manitas supuestamente muerto, pueden ser felices, lo cual demuestran cantando una canción con la melodía de Un año sin lluvia mezclada con Azucar Amargo.
Por si los come la ansiedad, les adelanté ya el mayor spoiler: no, Selena nunca se hace ese tan necesario baño de crema.
Cuestión, mientras la despeinada vive su historia de amor con el matón, Emilia desarrolla una consciencia, y junto a Rita, a quien no le hace naaaaada de ruido todo esto, crean una ONG en la que realizan alguna acción inespecificada a favor de las víctimas del narco. Toda la lana la pone Emilia y a nadie se le ocurre fijarse quién pingo es, o de adónde sacó la guita. Se ve que AMLO también les disolvió la AFIP allá. Una de las familiares de desaparecidos que reciben es Epifanía, que se pone contentísima cuando se entera de que su marido fue asesinado por los narcos, porque si no lo mataba ella. Ahí es cuando pela faca y es amor lésbico a primera vista. La adopción conjunta de un gatito se ve que sucede fuera de escena.
Eventualmente, Selena se quiere casar con su padrote y llevarse a los pibes, momento en el que Emilia le quita la lana, le ciera la iave, no foncionen ningona de les tarjetas y aún así la boluda no se da cuenta de que Womanitas es, efectivamente, quien otrora fuera El Manitas. Como La Catalina en la canción que me cantaba mi abuela.
Entonces Selena y el padrote secuestran a Emilia y le mandan sus dedos a Zoe. Es decir: Manitas>Womanitas>Wo-Manitan’t.
En una escena de acción terriblemente escrita en la que no se entiende un pomo y se van todos a las manos en la oscuridad corte batalla de Winterfell, Emilia recibe un tiro en la cabeza y de alguna manera antes de morir le da el tiempo para confesarle todo y pedirle perdón a Selena en el inconfundible ritmo de Penelope.
La película termina como cualquier relato de europeo blanco sobre Latinoamérica: con la beatificación de Emilia, cuya efigie (minus cuatro dedos) circula por las calles de CDMX acompañada de una procesión de familiares de las víctimas del narco (a los que ella misma asesinó?) liderada por su ex amante lesbiana.
Si fuera una peli de Kusturica o una bizarreada de Almodóvar plenamente entregada al kitsch, me parecería tremendo final, como lo es en la novela de la que está plagi-– digo, con la que hay algunas ligeras coincidencias.
Pero bueno, Emilia Pérez es una peli profunda. Que busca concientizar sobre la realidad mexicana (sin consultarles, leer o escuchar a mexicanos y menos que menos emplearlos en la producción).
Que quede claro, esto no es una película woke. Esto es una cagada atómica. Poner travas tortas cincuentonas guionadas con IA a arrepentirse de ser narcos y convertirse en Gilda-Scioli no es ser progre. Es escribir mal y punto. Y es síntoma de haber nacido en la parte del mundo en la que todos los demás países somos como minas de diamantes de las que se pueden extraer bienes sin tener el más mínimo respeto o cuidado.
Y sin pedir permiso.
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