No fueron pocos los pensadores del pasado Siglo XX que alertaron (o señalaron) que la cultura popular estaba siendo un excelente vehículo para transmitir ideas.
Stuart Hall, un importante sociólogo jamaiquino que lamentablemente falleció antes de presenciar esta última década (que le hubiera fascinado), indica tres posibilidades posteriores a la decodificación del mensaje por parte de la audiencia: la aceptación de esas ideas, la negociación con las mismas, o el rechazo total a la cual nombra lectura oposicional.
Por supuesto para cualquiera de las tres visiones se necesita una carga intelectual previa que pueda PENSAR esas ideas en contraste con absorberlas como un mantra.
De Los Simpsons a King of the Hill
El espectador poco entrenado podrá identificar a Ron Swanson (personaje del que ya hablé en un artículo previo) como EL disparador original. Pero estaría errado. Es importante primero conocer al “hombre detrás”:
Greg Daniels tenía 30 años cuando se unió al staff de escritores de Los Simpsons en 1993, después de algunos años en Saturday Night Live, donde haría amistad con Conan O’Brien. Hay dos episodios escritos por Daniels que es interesante mencionar sin agregar contexto: El primero, de la sexta temporada es “Homer Badman”, el capítulo donde Homero es condenado por un “falso acoso” que en concreto, sí sucede, aunque de manera totalmente distinta a cómo se lo retrata. El otro episodio es “Bart Sells his Soul”: Bart descubre que tiene un alma (y en base a esto, tendría algún tipo de religión). Idea curiosa personal: Thom Yorke se basó en ese episodio de Los Simpsons para escribir Pyramid Song aunque él diga que es una boludez budista (¿?).
Habiendo comentado sobre esos dos episodios de Los Simpsons hay que avanzar en su carrera.
Mike Judge lo convoca para desarrollar King of The Hill y termina recibiendo el puesto de co-creador por todo lo que le agrega a la idea original. En King of The Hill aparece un prototipo de personaje que Daniels va a repetir varias veces en otras producciones: Hank Hill es el clásico tejano laburante “de cuello azul” (como le dicen en EEUU a los que trabajan en oficios o cualquier labor manual) ostensiblemente conservador y pro América. Sus visiones sobre la vida, el trabajo, las relaciones humanas, la paternidad, o la amistad son desafiadas todo el tiempo pero esto no genera enormes modificaciones en Hank que, a menudo, “por sentido común” tiene razón en sus posiciones.
En definitiva, “yo pienso bien pero igual te tolero y te ayudo” es lo que se transmite. EEUU en 1997/98 no es el territorio yermo actual.
Si entonces Hank nunca cambia realmente y se sostiene capítulo a capítulo, se configura un escenario.
De Hank a Dwight
A mediados de los 2000, Greg Daniels se junta con el escritor Paul Lieberstein, hermano de su esposa, y con un equipo de notables entre los cuales se encuentra el joven Michael Schur, desarrollan la adaptación americana de The Office adonde surge el personaje de Dwight, del cual ya hablamos en su momento. Las ideas políticas de Dwight no son expresadas directamente. Las de nadie en realidad. EEUU había reelegido a Bush JR (con trampa y post 9/11) y no había mucho interés en hacer política. Sin embargo, es evidente su manera de pensar: un lambiscón empresarial ambicioso, dueño de campos y cosechas, por escándalo la persona mas exitosa del staff de Dunder Mifflin.
En la versión británica de The Office, el personaje de Gareth Keenan, el Dwight pirata, es presentado como detestable en un nivel absoluto. En la versión americana, a pesar de ser el centro de las bromas casi siempre, no deja de sorprender lo brillante y resolutivo que es en todo lo que se propone. Dwight es casi siempre el mejor vendedor. Sus emprendimientos personales siempre dan sus frutos. Hay un mensaje subrepticio ahí que terminan propiciando la lectura de Jim como bully y Dwight como víctima.
El final de Dwight en The Office es 100% exitoso pues termina cumpliendo su sueño de dirigir la rama de Scranton de Dunder Mifflin, casado con Angela, y amigo de todos. Recordemos que Dwight es una persona que se la pasaba vigilanteando a sus compañeros, que provocó incendios, que le ocasionó un infarto a Stanley y que conspiró una y otra vez para conseguir sus objetivos personales.
De vuelta: hay un mensaje ahí.
De Dwight a Ron Swanson
Ya con The Office en su punto máximo de éxito, Daniels y Schur buscan repetir la formula y producen en el 2009, post crisis inmobiliaria, una serie muy similar pero ambientada en una pequeña oficina estatal. Hablamos de “Parks & Recreation” y es el centro de esta nota.
Tenemos que ampliar el contexto. Año 2009, EEUU y su enésima crisis capitalista, llevó al mundo entero a una crisis global. Bush pierde las elecciones en el 2008 después de darle un cheque enorme a los bancos y Obama gana las elecciones. Un morocho en la Casa Blanca. Una mujer en la Casa Rosada. Datos. La grieta explota.
La elección de una pequeña oficina estatal no es inocente. Vimos las trapisondas del sector privado donde el tipo mas inútil y cringe del universo es un gran vendedor y logra que la sede de la papelera que dirige sea la mas fructífera. En la oficina de Parques y Recreación de Pawnee, Indiana, Leslie Knope, una burócrata insufrible es incapaz de instalar una plaza en un baldío a lo largo de muchos años. Detalles. ¿Termina bien? Por supuesto. Pero no nos interesa el argumento. Nos interesa EL MENSAJE a decodificar. La Falsa Conciencia (Adorno y Horkheimer en Dialéctica de la Ilustración).
El personaje que encapsula EL MENSAJE en Parks & Rec no es la optimista y trabajadora Leslie Knope siempre luchando contra las inconveniencias estatales representadas en los concejales, sus propios colaboradores semi ñoquis, y la verticalidad mal entendida. Es Ron Swanson. La Voz de la Conciencia en Parks & Rec es la del libertario.
De Ron Swanson al Gordon Dan
Ron Swanson es un fanático libertario antes que fuera popular.
De vuelta tenemos que concentrarnos en el contexto. Post 2008 y la crisis inmobiliaria, tomó fuerza en EEUU la interna republicana donde surgió el infame Tea Party con ideas novedosas. En principio protestaron duramente el salvataje que hizo el Estado con los bancos. No obstante, como se descubrió mas tarde, el Tea Party era en realidad el mascarón de proa de magnates americanos libertarios como los hermanos Koch que proponían y proponen una profunda reestructuración del Estado asi como de las relaciones sociales modernas. La desaparición del Tea Party coincidió con el nacimiento de la Alt-Right que surgió durante el segundo gobierno de Obama (y de CFK) ya con todas las mecánicas de reclutamiento que terminaron dando espacio a Trump en el gobierno americano, y Macri / Milei en el argentino.
La razón de Ron para trabajar en una oficina estatal es sencilla: quiere destruir al Estado desde adentro. Ron, como Dwight, es un personaje profundamente paranoico. En el caso de Swanson, de las instituciones. Comparten otros rasgos: ambos son los mejores en lo suyo. Los dos, también, son los mas exitosos financieramente hablando. Aparte, Ron (Dwight también en un hecho muy curioso) tiene mucho éxito con el sexo opuesto. Leslie Knope, una progre liberal americana típica, comienza siendo una fracasada en todo aspecto, a la sombra de una madre sindicalista castradora, obsesionada con un hombre (el pobre Mark, eliminado de la trama por su insipidez), incapaz de lograr nada en su puesto. Ron nunca deja de ser triunfante en la trama y hasta en el final tiene una pujante empresa de construcción previo a volver al Estado, lugar donde hizo amigos. Como el Gordo Dan (?) pero con alguna habilidad real.
Leslie Knope termina siendo la primera presidente mujer de EEUU. ¿El Rol con más poder?
Tal vez. Pero eso depende 100% de lo que opines del Estado.
En Argentina, famosamente, Magnetto algo le dijo a Kirchner al respecto. Con perdón de la distancia entre los colores de las casas de gobierno.
En el 2024, Milei gobierna Argentina y Trump a la espalda de una campaña de ultraderecha mucho más agresiva en el discurso que en el 2016, acaba de ganar una vez mas en EEUU.
Es chiste, pero si querés no es chiste
Sus últimos roles como creador fueron Upload, una suerte de The Good Place post COVID 19 (no me expando porque vi poco de esta serie) y Space Force.
En Space Force, Daniels elige una vez más una oficina estatal como centro de acción, aunque ya sin el ingrediente mockumentary de The Office y Parks & Rec, pero con Steve Carell en el rol principal. Hace años reseñé Space Force para otra publicación y dije esto:
Cada episodio, a grandes rasgos, pone a Naird (Carell) a intentar resolver contrarreloj un conflicto diplomático espacial para estar en paz con el presidente. Al ser un militar de carrera, sus soluciones chocan frontalmente con las usualmente acertadas y centradas opciones que propone Mallory (Malkovich), con el cual tiene una relación similar a la que tienen Leslie Knope y Ron Swanson en Parks & Rec, sobre todo por las visiones sobre el rol del Estado. Por supuesto que con diferencias contextuales. Mientras Swanson es un libertario de derecha, Mallory es más bien un cínico pacifista. Knope y Naird, aunque tal vez críticos de sus superiores, nunca ponen en duda su propio rol dentro de la jerarquía y la importancia de lo que proponen o les es indicado. Otra vez las diferencias contextuales. Leslie Knope era la directora de una pequeña sección de una intendencia durante un gobierno que apoyaban, lo que es vastamente diferente del rol que le toca a Naird, muchísimo más arriba en la cadena alimenticia de poder, y a las órdenes de un demente que la serie, con todos sus chistes hacia la investidura presidencial, elije no castigar donde más corresponde, que es en los hechos.
Y esto es porque Naird es partes iguales Leslie y Michael Scott. El gerente de la rama Scranton es un convencido de su tarea para con su empresa. Y Mark Naird –militar de carrera– también. La cuestión de “esto es una taradez”, les dura medio capítulo. Una serie en que los personajes no intenten al final hacer lo mejor iría en contra de la narrativa que tanto Daniels como su co equiper Michael Schur, ausente en Space Force, han llevado a cabo en todas sus series, a saber: The Office, Parks and Rec, Brooklyn 9-9, The Good Place. Y entonces, lo que en principio es una crítica a la locura de un demente como Donald Trump termina a la vez siendo un elogio del sentir (capitalista) americano y del accionar patriótico, no importa cuál sea la tarea.
Lo cual, si me permiten decirlo: es un fuerte mensaje.
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