
5 historias animadas de Superman que tenés que ver
Las mejores aventuras animadas del superhéroe que pensás que te aburre-
Sole Zeta
10 de Julio de 2025
Superman, 1938
Esta semana se estrena la película de Superman de James Gunn. Esperada por muchos, odiada por los fans de Zack Snyder desde que se la anunció, polémica en varios frentes con su casting, su tono y mil cosas más que no valen demasiado la pena, siendo honestos. Al momento de escribir esto todavía no pude ver la película, pero soy de los que la esperan con ganas, después de unos buenos años de estar un poco harto y quemado de películas de superhéroes francamente olvidables.
Pero ese no es el motivo de esta nota, ¡no señor! Estoy aquí para hablarles de Jerry Siegel y Joe Shuster.
Siegel y Shuster, dos adolescentes nacidos en medio del gueto de Cleveland, Ohio, vendieron Superman a DC por 130 dólares (entre 2.800 y 3.000 USD a valores actuales). Al ver el éxito del personaje intentaron renegociar, sin mucho resultado (más allá de promesas de más trabajo), algo que DC recién corrigió en 1975 otorgándoles una pensión vitalicia de 20.000 USD anuales junto con un seguro médico (el equivalente actual serían unos 120.000 USD). Cuando su reclamo se hizo público antes del estreno de la película de Superman de Richard Donner en 1978, la pensión subió a 30.000 USD anuales (150.000 USD ajustados), y DC reinstaló sus nombres como creadores, crédito que había sido eliminado luego de su primera demanda en 1946.
Jerry Siegel y Joe Schuster sosteniendo el primer juguete de Superman, en 1939/1940
Migajas, en comparación con lo que Superman generó para DC. Es imposible calcular con exactitud los ingresos, ya que muchos de los registros financieros anteriores a 1960 se perdieron, pero se estima que para 1978 el personaje ya había generado unos 1.000 millones de dólares.
Superman fue concebido como un justiciero social. En su primera aparición enfrenta a un marido golpeador, pero unas páginas antes lo vemos irrumpir en la mansión del gobernador para frenar la ejecución de una mujer inocente. Desde el principio, fue una declaración política: defensa del débil, desconfianza hacia el poder y una crítica explícita al sistema. Un héroe con origen inmigrante —literalmente un alienígena—, que se pone siempre del lado del que no tiene voz.
Superman como héroe de la clase trabajadora. Dibujo de Manuel Loza
Batman, en cambio, nace de otra matriz. Su primera historia gira en torno a un empresario que asesina a sus socios para quedarse con su compañía. Un relato oscuro desde el principio (ese empresario termina cayendo de bomba en un tanque lleno de ácido), aunque todavía lejano al Batman detectivesco y torturado que llegaría después.
Bob Kane, su creador, venía de una familia acomodada: su padre era un abogado exitoso, lo que le permitió negociar con DC desde otra posición. Registró a Batman como marca comercial antes de presentarlo a la editorial y aseguró para sí el crédito como único creador (algo que hoy sabemos fue una injusticia frente al papel de Bill Finger, el verdadero arquitecto del personaje tal como lo conocemos. Algún día volveremos a él), además de regalías y un porcentaje de ganancias del merchandising desde el principio.
Una tarjeta navideña enviada por Bob Kane y familia en 1964 firmada por él, pero en realidad dibujada por Sheldon Molhoff
El resultado es predecible: Kane vivió toda su vida con reconocimiento, dinero y contratos sólidos. Siegel y Shuster, en cambio, vivieron marginados de la industria que ayudaron a crear, e incluso cuando se les “reconoció”, fue tarde y mal.
El inmigrante ilegal alienígena que viene a pararse del lado más débil desde el minuto cero, vs. el multimillonario que lucha contra el crimen en defensa del status quo. Dos formas opuestas de ver el mundo. Uno sueña con cambiarlo; el otro, con protegerlo. Uno nació del hambre y la injusticia; el otro, del privilegio y la astucia legal. Y sin embargo, ambos se convirtieron en los pilares del género superheroico.
Hoy, en un mundo donde las narrativas parecen cada vez más domesticadas, donde incluso los héroes parecen hechos en serie por algoritmos y focus groups, vale la pena recordar de dónde vienen estos personajes. A veces, mirar al pasado no es nostalgia: es memoria política.