

Spotify: ¿rebelión en puerta o un espasmo de tres acordes?
En esta era de “vida digital 24/7” hay apps que se han vuelto casi tan fundamentales para nuestra rutina, como lo puede ser bañarse y alimentarse. No podemos vivir sin ver TikToks, subir stories o escuchar música online. Simplemente no nos sale.
La masividad de Internet, que inició por mitad de la década de los ’90, generó un campo abierto para que cualquier persona con una conexión a la world wide web y una base de conocimiento (o curiosidad por aprender) pudiese introducirse en la virtualidad para crear y compartir. Así es como varies que ya estamos pasando los treinta y largos, metiéndonos en los 40, aprovechamos ese espacio para empezar a crear sitios web, entender qué cosas se podían hacer, hasta cuánto “aguantaba” un servidor, qué tipo de archivos se podían subir y, quizás lo más importante y revolucionario de esta nueva herramienta: a qué tipo de material podíamos acceder/piratear. Una verdadera primavera de consumo cultural.
De Estocolmo para el mundo
Daniel Ek era un joven sueco que en 1995 decidió incursionar en el armado de paginas web. Ek estaba en Estocolmo, yo estaba en mi cuarto en Comodoro Rivadavia, se podría decir que nos unió el frío y la tristeza. Luego de esto intentó entrar a trabajar a Google cuando la empresa daba sus primeros pasos, antes de convertirse en el monopolio actual, pero fracasó por falta de experiencia laboral comprobable.
Tras esa mala experiencia decidió meterse en distintas firmas de la burbuja .com para hacerse una carrera y ganarse el mango, o como le dicen en Suecia: la DEN VARDIGA.
Daniel Ek BUEN PIRATÓN descargaba música, mucha música. En los pasillos de Malmö se comentaba que era un asiduo usuario de Napster y Kazaa. Y fue en este momento, cuando la industria discográfica apuntó todos sus cañones legales detrás de este tipo de apps, que Daniel tuvo la idea de crear una de las aplicaciones más revolucionarias en materia de consumo digital de los últimos 20 años: Spotify.
“La única forma de resolver el problema era crear un servicio que fuera mejor que la piratería y al mismo tiempo compensara a la industria de la música, eso nos dio Spotify “
Ek dió la nota hace poco, al conocerse que invirtió 600 millones de euros en una empresa alemana llamada Helsing, que está dedicada a la producción de drones enfocados en combate militar equipados con AI. No solo invirtió esa cantidad abismal de plata, sino que también se aseguró un puesto en la mesa directiva de esta empresa.

Daniel Ek y el co-fundador de Spotify, Martin Lorentzon.
Otro CEO maligno
Sorpresa, sorpresa… un nuevo CEO da la nota siendo un HDP, y además es pelado, por lo que en el prode sumás dos puntos extra. No digo que no existan pelados buena onda (NdeE: gracias la cword de tu hermana), los hay obvio, pero convengamos que si uno ve una foto de una persona influyente, con mucho poder y es pelado, las chances de que sea un garca son mayores en escala geométrica. Ek no es el primero, ni va a ser el último, en meterse en este tipo de inversiones. Pero en este caso en particular, esta noticia se suma a una seguidilla de temas alrededor de Spotify.
Primero partamos de lo básico: Spotify es, por escándalo, una de las apps más usadas a nivel global. Y esto se ve reflejado no solo en su cantidad de usuarios, sino en la cantidad de plata que genera (y que se va a los bolsillos de Ek y su círculo íntimo de fans de bombardear países del 3er mundo):

La supremacía de Spotify versus otras plataformas es abismal. Data de https://explodingtopics.com
En Febrero de este año la empresa publicó los números del Q4 del 2024 (el último cuatrimestre del año pasado) en donde los indicadores no paran de crecer: un aumento de 12% en cantidad de usuario (675 millones), con un 38% de cuentas pagas (263 millones de usuarios), que representan un ganancia anual estimada de 15 mil millones de euros. En resumidas cuentas, no le falta para las Chocolinas. O arenques ahumados.

Una curvita que no para de crecer. Fuente: https://www.businessofapps.com/
El propio Ek no oculta la alegría frente a estos números: “Estoy muy entusiasmado con el 2025 y me siento muy bien con nuestra situación actual, tanto como producto como empresa”.
Dentro de esta ecuación hay 2 actores que no están tan entusiasmados como el fundador de Spotify: los (ex) empleados y los artistas que hacen que la plataforma funcione.
A comienzo de este año, allá por Enero, la empresa decidió cortar el 5% de su staff. Principalmente dentro del equipo que trabajaba dentro de la división de los podcasts. Esto no es nada comparado con lo que ocurrió 2 años antes, en 2023, cuando el recorte fue de casi 1.500 trabajadores. Síntoma de la burbuja tech que afectó a tantísimas empresas post-pandemia.
¿Y los artistas? Se sabe que lo que se llevan a sus bolsillos por las reproducciones que generan en la plataforma es, directamente, un chiste. El cálculo que circula en distintos sitios especializados es que, por cada streaming, el artista/banda genera ente u$s 0.003 y u$s 0.005. Y a estos valores todavía falta que hagamos la división entre lo que se lleva el sello discográfico y lo que termina quedando para el músico, que en bandas de tamaño medio directamente no alcanza ni para pagar la boleta de luz. ¿Es así en todas las plataformas? No. Se estima que, por cada 1000 reproducciones, Youtube paga u$s 4.80, Apple Music u$s 6.20 y Amazon Music u$s 8.80.
El reclamo de las bandas, solistas y podcasters no sólo pasa por la facturación que generan en la plataforma, sino también contra quienes “compiten”.
The Velvet Sundown
Con casi 1.5 millones de reproducciones en Spotify y 3 discos publicados (Floating on Echoes, Dust and Silence y Paper Sun Rebellion), The Velvet Sundown es una banda que tiene un estilo que puede rememorarse al rock de los 60 y 70 con una pizca de indie rock como para conectar con un generó moderno. El asunto es que en realidad la banda no existe en nuestro plano físico, es una creación hecha con inteligencia artificial: su nombre, sus integrantes, sus fotos, sus voces y su música. Todo es un prompt.

Vos, yo y todes nos damos cuenta que esta imagen es fake, pero a nuestros oídos la música sigue sonando como música y ahí no hay forma de darnos cuenta.
Esto vuelve a poner la lupa en un tema que se está volviendo moneda corriente en varios ámbitos: el rol de la inteligencia artificial y si las plataformas digitales, en este caso Spotify, deberían hacer algo para frenar el avance de productos que cada vez más se parecen a “productos hechos de manera íntegra por humanos”. Lo cual también nos hace pensar en nosotros, los consumidores: cuando le damos play a cualquier playlist o radio en Spotify ¿cómo sabemos efectivamente que la banda que estamos escuchando es de verdad? ¿Y si esa canción que te hace sentir “uy che, esto es re Tame Impala” no será una creación, justamente, de una AI a la que se le tiró un prompt “haceme una canción que tenga un estilo parecido a Tame Impala“?
Helsing, ¿la gota que colmó el vaso?
King Gizzard & The Lizard Wizard es mi banda fetiche del momento, no hay día en que no escuche algo de ellos. Tienen más de 25 discos editados y cientos de discos bootlegs y grabaciones en vivo. Son una usina musical que no para de componer, tocar, grabar y girar.
KGLW (como se resume su nombre) removió toda su discografía de Spotify en señal de protesta por las inversiones de Ek:
“Hola amigos. Para aquellos que no lo sepan: el CEO de Spotify, Daniel Ek, ha invertido millones de euros en tecnología AI para drones militares. Hemos retirado nuestra música de la plataforma. ¿Podemos presionar a esos Dr. Malignos a que hagan mejor las cosas? Únanse a nosotros en otra plataforma.”

El comunicado de los Gizzards, el fondo de la storie es una foto de los Velvet Sundown. Hermoso.
No son los primeros en hacerlo, Xiu Xiu y Deerhoof son otros que decidieron retirar de Spotify su catálogo musical.
¿Se sumarán más bandas o artistas? A priori se valora el gesto (en mi caso, habrá que empezar a usar Youtube Music para escuchar a los Gizzards), ¿pero alcanza? Quizás si el gesto viniese de figuras más relevantes en el mainstream musical el ruido sería mucho más fuerte.
¿Se imaginan a Billie Elish, Lady Gaga o Coldplay sumándose a esta movida?
En 2022 Neil Young había decido retirar toda su discografía de Spotify a raíz de los contratos que se conocieron entre la plataforma y el polémico podcastero Joe Rogan. Hoy, en 2025, todos los discos de Neil Young se pueden escuchar en Spotify ¿espejitos de colores?
Lo cierto es que, frente a las alternativas que existen, tampoco es que el resto de las apps sean, como decía mi abuela, carmelitas descalzas (NdeA: nunca supe que significa esto / NdeE: monjas). Como bien señala la cuenta de Instagram Bands Boycott Spotify casi todas las big techs están metidos en algo turbio (que sorpresa ¿no?)

Elige tu propio servicio de streaming menos malvado (?) Fuente: https://www.instagram.com/bandsboycottspotify/
¿Se puede romper el hábito digital?
Mientras le doy un cierre a esta nota tengo abierta mi sesión de Spotify escuchando la playlist “recomendación semanal“. Ya tengo el hábito de arrancar todas las semanas, todos los lunes con la playlist de fondo. Todos esperamos el final del año para compartir nuestro wrapped y descubrir qué artista o género es el más escuchado por nosotres. Todos estamos adentro de esta rueda de hamster que no para de girar.
Lo que me lleva a pensar en si podremos, en algún momento, romper con esta rutina que existe en el mundo digital en donde continuamos utilizando y consumiendo las mismas plataformas. Ya en el pasado ocurrió con Twitter y la llegada del mononeuronal de Elon Musk como su nuevo CEO. Primero nos indignamos y gritamos, después intentamos buscar plataformas alternativas (Bluesky, Mastodon y tantas otras) intentando lograr una migración masiva y cuando sentimos el momento “gordos se viene”, nunca se viene. Porque nunca nos vamos.
Quizás, y sólo quizás, pueda llegar a ocurrir si nos tocan lo más preciado para nosotros: nuestros bolsillos.