Reseña: Zero Day

Reseña: Zero Day
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Reseña: Zero Day

Con mi mujer (mi señora, MI COMPAÑERA) estamos haciendo un visionado de ER, serie que ví en su emisión original y del cual me acuerdo poco de las últimas temporadas.

¿Qué carajo tiene que ver este prólogo con Zero Day, la nueva miniserie de Netflix financiada por la CIA? Ahí va. No sean ansiosos. Llegamos a la 12va temporada de ER, una de las peores de acuerdo a la crítica y la opinión general. Lo es. En principio ya no queda nadie del casting original, y muchos de los reemplazos no están a la altura. Las situaciones inverosímiles vienen en bulto. Es todo muy polémico. Después de ver los 6 episodios de “Zero Day” no dejamos de pensar que podríamos haber visto una decena de capítulos de la 12va temporada de ER en vez de semejante proporonga (mezcla de propaganda y poronga porque conozco la obra de Pablo Neruda).

La propuesta

Creo entender qué lleva a De Niro a anotarse a esta boñiga inmunda, su primera serie para la pantalla (no tan) chica. El bueno de Bob es uno de esos demócratas (del Partido Demócrata) convencidos en que 1- la convivencia amistosa ciudadana entre opositores es posible de ser alcanzada nuevamente. Y 2- el vehículo para lograrlo es un producto televisivo. Si la historia nos señala algo es que (1) es una ficción y (2) es una ridiculez. Pero no nos adelantemos.

(En la 12va temporada de ER se nos introduce al personaje de Eve, la nueva jefa de enfermeras que dura la friolera de seis episodios. Pasa de ser una persona hiper racional y estricta con las normativas a darle una trompada y bañar de meo a un Papa Noel pasado de falopa. Cine.)

George Mullen (De Niro) es un ex presidente de EEUU que durante su único mandato -esto es parte de la trama- alcanzó cierta confianza y aprecio por parte de los opositores. Fue Fiscal Federal y se lo reconoce por su racionalidad, honestidad, y temple. Un político tan de la ficción que duele. A Mullen le encomiendan una tarea hercúlea con poderes extraordinarios para lograrla. Presidir la Comisión del Día Cero e investigar quienes son los responsables de un ciberataque que, por su enorme alcance, ocasionó mas de 3000 muertes a lo largo y ancho de EEUU. No es inocente el número de fallecidos. Son apenas un puñado más que los del 11 de Septiembre. Y los paralelos apenas comienzan

El ataque ocurrió durante un solo minuto donde todos los sistemas electrónicos de EEUU fueron hackeados de forma simultánea. Cayeron aviones, chocaron trenes, dejaron de funcionar semáforos y toda herramienta controlada por un sistema operativo.

Mullen es convocado por la presidenta Mitchell (Angela Bassett), de su mismo partido, con el fin de resolver de manera expeditiva el crimen. El misterio se sostiene de manera ineficaz cuando en vez de explicarnos qué pasa, nos niegan el argumento. Reuniones detrás de cortinas con el 1º de la CIA, Jeremy Lasch (Bill Camp), cartas, llamadas telefónicas, muteadas o editadas para ofrecer una intriga que termina siendo menor y absolutamente risible.

La crítica

Así en la nada no van a entender por qué digo que Zero Day es un bochorno.

Tengo la costumbre de leer reseñas de los productos culturales que pienso analizar, en parte para no repetir lo que dijeron otros, en parte para saber si lo que vi, fue mi visión particular (sesgada por tal o cual razón) o fue algo que también observaron otros. Me sorprendió encontrar una (una sola) opinión favorable y que encima fuera de “The Guardian”, el Pagina 12 inglés. El resto de las críticas, en general, son homogéneas.

(La 12va temporada de ER introduce al doctor Victor Clemente, interpretado por John Leguizamo, cuya función es generar caos en la sala de urgencias, pelearse con todos, tomar merca del culo -literal- de una enfermera y cagarle el puesto a Kerry Weaver, todo en 12 capítulos.)

Mullen está casado hace muchos años con Sheila (Joan Allen) que está a punto de ser elegida para jueza federal, y es padre de la congresista Alexandra (Lizzy Caplan) y de Nick, que murió de sobredosis y precipitó la decisión del presidente de no buscar una reelección. Sus dos personas de más confianza son Roger (Jesse Plemons), su asistente personal con más de un secreto, y Valerie (Connie Britton), su ex jefa de gabinete con quién tuvo un affair (que su esposa e hija conocen y terminaron aceptando). Todos estos personajes tienen sus tramas en una atmósfera cargadísima, que recuerda a la mediocre “The Following” incluso hasta en el impacto de sus revelaciones.

Por momentos The West Wing, por momentos House of Cards, con ganas de ser Homeland (dirigida íntegralmente por Lesli Linka Glatter, con varios créditos en ésta última), y siempre siempre una prédica al coro.

La investigación está plagada de situaciones irrisorias. Por un lado parece que Mullen sufre de algún tipo de demencia senil, pero al rato nos enteramos que hay una herramienta ultra-secreta llamada PROTEUS, desarrollada por los servicios de inteligencia y defensa, cuyo objetivo es generar confusión y desorientación en objetivos específicos individuales. Así es que Mullen, alertado, decide dormir en su oficina adentro de una carpa de plomo y nadie se pregunta nada al respecto. Lo ¿curioso? es que estos momentos de símil demencia ocurren antes de que el ex presidente inicie siquiera su investigación. No, nunca se explica absolutamente nada de esta subtrama. Así como tampoco se explica la injerencia de un ¿espía? del ¿MOSSAD? con el cual George y Roger tienen relación y que aparece dos veces para dar algunos datos y desaparecer por miedo a algo de lo cual no se elabora ninguna teoría ni tampoco vuelve a surgir de alguna manera.

¿Apto Para Boludos o Exclusivo Boludos?

A lo largo de los seis episodios está será un poco la norma. Por un lado, la sobreexposición de los hechos para que los espectadores mas lerdos del universo entiendan quienes son los buenos y quienes son los malos. Por el otro lado un gaslighting para que no le prestemos demasiada atención a la bestial cantidad de subplots que deciden no resolver por parte del trío de guionistas, conformado por dos periodistas y un escritor de varias de Netflix, .

(En la 12va temporada de ER, Luka, que acaba de terminar con Sam, vuelve con Abby, la deja embarazada y deciden tener un hijo. A nadie se le mueve un solo pelo. Ni siquiera a Sam que podría haber reaccionado como el ojete y le importa tres hectáreas de verga.)

La motivación de Mullen para aceptar la tarea viene por pedido de su mujer, que muy liberal ella, le explica que esa clase de poder solo puede ser esgrimido por un hombre justo que cree en las instituciones y los derechos democráticos. Por supuesto esta contradicción es parte del argumento cuando, topándose con un muro en la investigación, deciden que la tortura el único camino para poder avanzar. Eventos que no tienen repercusiones de ninguna clase. La sociedad americana, en formato polvorín desde el primer minuto, es 100% anónima en el transcurso de la serie y no tiene representación en la trama salvo quizás por uno de los torturados, el presentador Evan Green (Dan Stevens) que parece estar haciendo cosplay de Tucker Carlson o Ben Shapiro pero con un discurso que es en realidad de izquierda (???).

Esa clase de acrobacia ideológica del guión tiene un sentido que se revela en la conspiración que está detrás del atentado, pero que también va con el sentimiento general de la serie explicado hace algunos párrafos, en relación a las ganas de De Niro de participar y que se resume en ese sentimiento de “why can’t we be friends” que es muy polémico.

“Hace 18 meses que no sesionamos” protesta Alexandra, triste porque no quieren llevarse bien. Puchero.

NO LEAS LOS PRÓXIMOS PÁRRAFOS SI NO QUERES SPOILEARTE NADA.

La conspiración del Día Cero involucra a especuladores financieros, una CEO de una megacorporación tecnológica y congresistas de ambos partidos que confluyeron en un plan sacado palabra por palabra de la novela gráfica Watchmen. No descarto que Alan Moore vea la miniserie y le pegue un tubazo a su picapleitos personal. Agárrense porque el nivel de estupidez alcanza cotas alpinas.

(En la 12va temporada de ER, Susan se va por segunda y última vez. Gallant, que volvió de la guerra, se casa intempestivamente con Neela, para decirle que se quiere ir a Irak de vuelta, Pratt conoce a su padre que lo abandonó y tiene otra familia, y el ex marido de Sam -interpretado por un actor diferente al de temporadas pasadas- ocasiona un tiroteo en la sala de urgencias después de escapar de la cárcel.)

Monica Kidder (Gaby Hoffmann) es CEO de Panoply, una corporación tecnológica cuyos algoritmos están en todos los sistemas operativos y que fue capaz de introducir un virus en celulares, PCs, y servidores mediante actualizaciones obligatorias. El objetivo del caos del Dia Cero era generar un enemigo común (Rusia) al cual el pueblo americano pudiera combatir abandonando la grieta y eliminando en el camino los elementos mas extremos de cada lado de la herradura política (“nazis blancos y anarquistas extremistas” dice igualando en espíritu a ambas facciones el instigador principal de la conspireta) para retornar a ese pasado donde republicanos y demócratas podían discutir, legislar y mejorar a EEUU en paz. Entre los involucrados políticos estaban Richard Dreyer (Matthew Modine) el jefe de la bancada republicana y principal contendiente al Salón Oval de la presidenta Mitchell, y Alexandra Mullen. No queda del todo claro porque Kidder participa pero se medio explica alguna razón de venganza financiera, autismo y sociopatía (?) como cierto CEO automotriz que odia a las mujeres.

La resolución del conflicto es más bien tirando a mágica cuando las muertes sin explicación se suceden y a Mullen lo aprietan de todos los sectores para que culpe de la conspiración a Kidder, que convenientemente se suicidó en su celda y a Robert Lyndon (Clark Gregg), un personaje que no explican jamás quien es realmente pero cuyo poder es enorme. A George Mullen lo termina ayudando su hija quien decide entregarse en un deus ex machina espantoso  (???) para que su padre pueda apuntar a Dreyer como el principal responsable del ataque.

Why The Rotten Tomatoes Score For Robert De Niro's New Netflix Show Is So Low

En síntesis

La cantidad de cosas irreales, boludas o simplemente jijeantes que tiene Zero Day me llevó a preguntarme por qué existe el síndrome del impostor cuando es posible que cualquier impresentable presente un proyecto así y Netflix se lo financie. Es de imaginar que De Niro estaba metido desde el principio, dadas sus inquietudes políticas, y que su participación haya traccionado al servicio de streaming a pelar chequera sin mucho debate.

(En la 12va temporada de ER van a Darfur a hacer medicina de guerra para darle un fin a la historia de Carter hasta que regresa tres temporadas después y Kovac obliga a Pratt a viajar a la zona de conflicto porque arriesgar su vida lo va a hacer mas empático y no entiendo como nada de todo eso es legal.)

Llama la atención fuertemente que semejante cantidad de poder de fuego actoral se haya prestado a participar de este papelón.

Queda pensar que la necesidad de enviar un mensaje político a la sociedad americana, en esta época escasa de Sorkins, primó sobre la voluntad de hacer un producto menos grotesco, y más pulido. Había que tener ganas de hacer un thriller decente, quizás pasatista eh, pero que no dejara tanta cantidad de cabos sueltos. Decidieron el camino del mensaje político que falla, no por el acto en sí, sino por lo vulgar, bajo en calorías, y por qué no, erróneo. Como en nuestro país, los liberales americanos (que en este país serían los socialdemócratas) fallan en entender las necesidades de la clase trabajadora que incluso, a lo largo de los seis capítulos literalmente no existe mas que en un puñado de manifestaciones que sacan de quicio al protagonista.

Si tienen ganas de enojarse con la pantalla les recomiendo que agarren el sábado mas fiacoso de sus vidas y le dediquen seis horitas a Hora Cero así saben todo lo que no hay que hacer para producir una serie.


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