Perros de la Calle

Una crónica de personas en situación de calle y organizaciones que las ayudan
Perros de la Calle
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Perros de la Calle

Yo digo que estoy en situación de colectivo, no de calle.

Gustavo transitó sus primeras noches a la intemperie dormitando en distintos recorridos de colectivos porteños. Era una manera de retrasar la decisión de dormir en la calle y los peligros que eso conlleva. Hasta que no pudo evitarlo. Su historia tuvo picos de humor que —él mismo admite— le permiten sobrellevar su presente.

Gustavo tiene 55 años y estudia Historia en la Universidad Nacional Madres de Plaza de Mayo. Hoy vive en la calle. Hasta hace unos meses tenía un emprendimiento, compartía alquiler con su pareja y con los ingresos que percibía podía pagar sus estudios.

Puse un emprendimiento de venta de ambos. Como yo tuve mucha experiencia en salud conozco mucha gente, pero empecé con poco capital y eso no te sirve para satisfacer todos los pedidos —se lamenta.

La crisis económica y social que atraviesa Argentina aceleró problemáticas que el país arrastraba los últimos años: el aumento excesivo en los alquileres, los despidos masivos y la pérdida de poder adquisitivo tanto para trabajadores formales como informales. La combinación de estos elementos dejó un saldo de once millones de personas bajo la línea de pobreza y dos millones en situación de indigencia en el segundo semestre de 2024, según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Miles se quedaron, literalmente, en la calle.

El tintineo de las tazas de café con leche y el masticar de las medialunas musicalizan la narración de Gustavo que, de a ratos, se pone tenso al recordar la concatenación de hechos que lo dejaron en la calle.

Tengo buenas ideas, pero no sé llevarlas a la práctica. Entonces ahí es donde fallo, como en este caso. Y además la situación económica; todo se encareció. Entonces ahí ya se me desbordó todo —reflexiona.

Para ese entonces, Gustavo se había separado de su esposa y se había ido a vivir a una pensión en Villa Devoto. Después empezó como delivery.

Estaba bien con los envíos, no me sobraba nada y no hacía las fortunas que uno por ahí escucha en el runrún de un diario, pero me alcanzaba para pagar la pensión, para comer, para tener la cabeza despejada y para estudiar.

Cuando el alquiler de su pensión alcanzó los 180 mil pesos en agosto ya no lo pudo afrontar. Tuvo que convivir con familiares hasta que su situación se tornó insostenible.

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El menú de la noche es arroz con salsa de tomate y verduras. La comida, que fue hecha durante una tarde de calor en múltiples ollas del Centro Cultural Artesresistir, se empaqueta en bandejas recubiertas en plástico para que no se enfríe. La logística, llevada adelante por militantes de la Agrupación Aconcagua, es metódica y ordenada. Hay música y humor para sobrellevar una tarea que se recrudeció en los últimos meses por la cantidad de “nuevos compañeros”, como llaman en las agrupaciones a las personas que viven en la calle.

Once años antes, Florencia García, junto a amigos de la escuela secundaria Inmaculada Concepción de Lomas de Zamora, fundó la agrupación de voluntarios. Actualmente hacen recorridas en distintos barrios de Banfield, Temperley y Lomas de Zamora.

Ellos son los últimos de los últimos. Hay políticas que permiten que individuos que están muy vulnerables no queden en la calle, pero cuando eso se empieza a resquebrajar desde la política nacional, las personas en situación de calle aumentan —dice Florencia—. No son solamente los ‘locos’ o los ‘linyeras’ estereotipados por la sociedad. En la medida en que haya políticas que atenten contra el trabajo, los alquileres, las mujeres y la economía familiar, la población en la calle va a crecer.

Con la comida lista y empaquetada, los y las integrantes de Aconcagua arrancan una recorrida que, en esta ocasión, va desde la estación de Lomas de Zamora hasta la Plaza Grigera, con una caminata centralizada en la peatonal de la calle Laprida. Todas las recorridas se hacen a las nueve de la noche. En la primera vuelta que se hizo por el circuito delimitado se entregaron pocas bandejas. Ante el encuentro con un compañero nuevo, la militante de Aconcagua le pregunta su nombre, si es de la zona para poder brindarle asistencia, y si requiere atención médica.

@aconcagua_org

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La actividad de Aconcagua comenzó en 2014 y rápidamente notaron los efectos que las políticas del gobierno de Cambiemos tenían en la población en situación de calle. Tanto García como la actual presidenta de Aconcagua, Malena Sánchez, resaltaron múltiples paralelismos entre la gestión de Macri y la de Milei. Sin embargo, para Sánchez, el síntoma de época es el aumento de los alquileres.

Cuesta mucho conseguir un alquiler cuando uno tiene tres, cuatro o cinco hijos. Esto es una realidad y hoy en día también las familias están transitando la calle por primera vez o en un riesgo inminente de hacerlo —explica.

Florencia insiste con que, si no se le pone un freno a esta realidad agobiante, si no se piensa en cómo acompañarlos, la situación va a ser cada vez más difícil. Y recién empieza.

En la segunda vuelta de la recorrida, en Laprida entre Meeks y España, Silvia trata de recolectar la basura que le sirva. Usa una remera marrón y unos pantalones negros holgados. Su pelo rizado, afectado por la humedad, se agita al son de los movimientos que hace mientras escarba en el tacho. Deja de hacerlo cuando reconoce a Micaela, una militante de Aconcagua.

Estamos tratando de juntar para el hotel —le dice Silvia con una sonrisa lastimera—, quiero ver si podemos conseguir un techo para lavarme el pelo con shampoo.

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Gastón, 23 años, se quedó en la calle en Lanús, el barrio en el que vivió toda su vida. Trabajó desde los 13, mayormente en cocinas, y en un lapso de tres meses el valor de su alquiler se duplicó. La única opción que encontró fue irse a vivir con su abuela y su tío, pero una situación de violencia que sufrió y denunció terminó con su ingreso a las dinámicas callejeras.

A mí me dolió mucho, me partió al medio, porque soy una persona que siempre laburó y tuvo lo suyo. Y perderlo todo de un día para el otro es horrible. En los primeros días te sentís muy solo y muy adolorido, porque decís ‘qué tanto mal hice yo para merecer esto, por qué todos me cierran la puerta’. Te sentís dolido con el mundo y con vos mismo.

La humedad permea la mañana en el Centro de Integración Social (CIS) de Lanús. A lo largo de la provincia de Buenos Aires y bajo la jurisdicción del ministerio de Desarrollo de la Comunidad hay más de treinta CIS que buscan contener y acompañar a las personas en esta situación. Nicolás Abraham, uno de los coordinadores de Red Puentes, organización de alcance nacional con foco en el abordaje de esta problemática social, hace hincapié en el daño psicológico que sufren quienes atraviesan esta situación:

El compañero que está en calle y que se acostumbró habla de una desvalorización de su persona. Mientras tenga algo para consumir se acostumbra a esa situación como si no mereciera algo más. ¿Viste cuando salen en las noticias que muchos jóvenes buscan laburo y después se cansan y no buscan más? Ante tantas puertas cerradas, tanta frustración e imposibilidad en muchas cosas, terminan diciendo ‘esto es lo que me toca, es lo que soy y es lo que me merezco’.

Para subsistir, Gastón vende bolsas de basura en el centro de Lanús: sueña con terminar la secundaria y estudiar enfermería para trabajar en un hospital.

Red Puentes

Red Puentes

Las personas en situación de calle son los nuevos enemigos públicos de cierto sector de la política. Ya sea Jorge Macri en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o Guillermo Montenegro en General Pueyrredón, la publicación de contenido en redes sociales institucionales en donde se ve el desalojo y el maltrato hacia ellos se vuelve norma. En noviembre Montenegro posteó un video en el que se ve a dos policías acercándose a una mujer y un hombre. La pareja duerme en colchones hechos jirones. La cámara muestra cómo las fuerzas de seguridad los despiertan. Son los actores principales de una película que no van a poder ver. “Vamos, arriba”, les dicen los policías, mientras los desalojan. “Se terminó el diálogo”. La última imagen es la de los policías desechando los colchones.

La noche anterior a su llegada al CIS, Gastón fue desalojado por la policía cuatro veces. La última fue la más violenta porque un agente de seguridad lo pisó.

Entré al Centro prácticamente rengueando —cuenta—. Si me echás de un lugar sabés que voy a ir a parar a otro. No entiendo qué quieren, piensan que molestamos a los vecinos. Nos quieren fumigar porque no saben para dónde mandarnos.

Gustavo también tuvo algunos encontronazos con la policía.

Se está poniendo muy brava, yo defendí a un par de personas y casi termino preso. Cuanto más de madrugada es, más picante se pone, porque no hay nadie. Y se divierten eh, lo disfrutan —cuenta, y dice –es fundamental si estás acompañado—. La seguridad se basa en con quién dormís. Si dormís con tres amigos en un cajero no pasa nada, porque van a ser cuatro monos y nadie te va a joder. Pero si te dormís solo quizás sí te pasa algo —dice Gastón—. Yo lo perdí todo y tuve que empezar de vuelta, tres veces me pasó. Había conseguido colchón, manta, ropa y zapatillas. Y en el lugar donde los escondía me los sacaban de un momento para el otro. No sabía si era la municipalidad o la misma gente, no te enterás, porque a veces pasa la policía y capaz te lo saca. Es un embrollo.

La polémica campaña de Jorge Macri

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Horacio Ávila, un referente para los movimientos sociales y voz de consulta de dirigentes políticos (desde el PRO hasta el Frente Patria Grande), está a la cabeza de Proyecto 7, una organización que fundó luego de que él mismo atravesara cinco años viviendo en la calle.

Un funcionario de alto rango en la Ciudad me dijo que tenía miedo de que esto se convierta en Los Ángeles. Imaginate la visión que está teniendo el Gobierno. No hay recursos que alcancen —dice Ávila y recuerda cuando el jefe de Gobierno porteño se refirió a la gente en situación de calle como “una pandemia”.

Para él esta situación es algo que no se puede resolver y que va aumentando día a día.

Lo pone (al jefe de Gobierno) en un nivel de imagen negativo y como no sabe cómo contrarrestarlo lo contrata a Diego Kravetz.

Kravetz fue recientemente designado por Milei para ser el segundo al mando de la SIDE, a cargo de Sergio Neiffert, y manejar el Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) y la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC).

Diego Kravetz

Diego Kravetz

Al igual que Florencia García y Malena Sánchez de Aconcagua, Ávila encuentra paralelismos entre Cambiemos y La Libertad Avanza, pero también con la gestión de Carlos Menem en los noventa.

El aumento de la cantidad de gente en la calle se explica por distintos motivos: la desregulación de alquileres, los aumentos de tarifas y la gran recesión, combinado con el cierre de comercios y pymes y las changas habituales, hicieron que mucha gente que tenía su vida cotidiana sostenida en eso hoy ya no la tenga más.

Según Ávila, históricamente las personas en la calle eran “solitarias” y “el 80 por ciento eran varones”. Con la gestión de Milei esta variable está mutando:

La población cambia un montón, se ven muchas más familias completas, muchas más madres con criaturas. Hay un gran sector de mujeres que son sostén de familia. Y después de la pandemia se acentuó muchísimo la violencia intrafamiliar y a muchas mujeres no les quedó otra que la calle.

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Un jubilado entra a un café arrastrando aproximadamente ocho bolsas de plástico con ropa. Necesita ir al baño, pero está reservado sólo para consumidores. Una familia que merienda en el local le compra un café con medialunas para que pueda pasar. El hombre está agotado. Va al baño y, después de algunos minutos, vuelve y empieza a tomar el café. Hace una pausa y de una de sus bolsas saca varios medicamentos y los deja sobre la mesa.

Por primera vez se registró un aumento de adultos mayores en situación de calle. Según el INDEC, los mayores de 65 años en situación de indigencia durante el primer semestre del 2023 eran del 1,6%, un año después, del 4%.

La situación de los jubilados es gravísima. Hace poco estuve con varios y nos decían clarito que hoy tienen que elegir entre pagar la luz, la comida o los medicamentos. Eso es condenarlos a la muerte —dice el senador provincial bonaerense Federico Fagioli, autor de la Ley Nacional de Personas en Situación de Calle.

Federico-Fagioli

Federico Fagioli

La Ley entró en vigencia en 2021 y no pudo implementarse porque nunca se le asignó presupuesto. Fagioli lamenta que hubiera, en la gestión de Alberto Fernández, “funcionarios que no estaban interesados en cambiar la realidad de la gente”. Para hacer cumplir la Ley, Fagioli había propuesto “un abordaje interministerial, hacer un censo de personas en situación de calle, un proceso de transición y reintegración y el otorgamiento de viviendas”.

Sin fondos nacionales, el senador busca aprobar en la legislatura bonaerense una ley similar. Actualmente, las organizaciones sociales que promovieron esta ley se ocupan del Registro Nacional de Personas en Situación de Calle (Renacalle), el censo que, de implementarse la normativa, debería hacer el Estado. Los datos para conocer los resultados de 2024 comenzaron a recolectarse en octubre y ya hay números preliminares en Misiones y Santa Fe: el 33 por ciento de las personas encuestadas en Posadas aseguró que era la primera vez que estaba en esa situación, mientras que en la ciudad de Santa Fe, las nuevas personas en la calle son el 28,3.

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Bajo la órbita libertaria empezaron a escasear recursos elementales como los alimentos para los comedores y merenderos. Esta situación llevó a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, a verse envuelta en múltiples escollos judiciales que le son útiles para continuar con la demora de la entrega. Según información de Franco Mizrahi en El Destape, el juez Enrique Lavié Pico habilitó la feria judicial para atender un reclamo del CELS y UTEP, que demandaron al Ministerio para que cumpla con una medida cautelar y entregue alimentos a 63 comedores de la Federación de Cooperativas de Reciclado Limitada.

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Lidia conduce hace cuarenta años el Comedor Esperanza en La Boca, a pocas cuadras de La Bombonera.

Esto es como una cadena: vos te quedás sin trabajo, asistís a los comedores, a los centros de salud y a las iglesias. Y nosotros trabajamos todos en común para ver cómo se pueden ir resolviendo las cosas —dice.

En su comedor se alimentan más de 460 familias, pero hoy no tiene los recursos para abastecerlas a todas.

Comedor Esperanza

Hay cosas que se nos escapan de las manos. Si no tenés para comer, yo, Lidia López, le digo a los chicos: ‘denle algo para que se cocine’. Pero hoy eso no lo podemos hacer porque la gente está en la calle y no tiene dónde cocinar. Sería una burla. Entonces, hay situaciones que no podemos resolver.

A pesar de la cercanía y la pertenencia al barrio, en cuarenta años de existencia del comedor, el Club Atlético Boca Juniors sólo los ayudó una vez.

Fue con la gestión de ahora, la de Riquelme— aclara Lidia.

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Gastón se reclina sobre su silla y piensa unos segundos antes de responder cuáles son sus objetivos en los próximos meses.

Conseguir un buen trabajo —dice primero—, aprovechar que acá te pueden sostener y dar una mano y estudiar. Algo que nunca hice en mi vida porque siempre tuve que trabajar.

Gustavo recibe contención de su casa de estudios, en la que tiene guardado su bolsón de ropa y espera, más temprano que tarde, acomodar su vida para seguir dedicándose a su pasión, la Historia. Su testimonio y el de tantos otros, como Gastón o Lidia, resultan fundamentales para entender la hostilidad de la calle y las políticas económicas que la crean. Mientras pasan los gobiernos, las historias como las de ellos se multiplican y esperan “algo” que logre revertir su condición de tragedia.

¡Solidaridad WINS!


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