

Papa Francisco: El argentino más importante de la historia
En esta madrugada del 21 de abril, se anunció el fallecimiento del Papa Francisco, apenas unas horas después de su última aparición en público, en contexto de Pascuas.
Recuerdo con cierta claridad el momento en el que fue elegido el Papa.
13 de marzo de 2013. Era día de semana, estaba mirando la tele, y el cardenal francés Jean-Louis Tauran hace el famoso anuncio “habemus papam”, en un latín donde lo único que nos pareció entender con mi vieja fue “Bergoglio”.
Efectivamente, escuchamos bien el apellido, y Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, era elegido como el nuevo Papa, tras la renuncia de su antecesor, Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) un mes antes.

El recientemente elegido Papa Francisco sale al balcón a saludar a los fieles en la Plaza San Pedro.
Otra cosa que recuerdo es que Eduardo Feinmann, que formaba parte de C5N en aquel entonces, fue enviado especial al Vaticano para tal anuncio, y estaba eufórico con el hecho de estar allá en el momento que se dio el hecho histórico.
Había en el aire cierto aroma a que este anuncio era una tocada de culo a la entonces Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, distanciada en ese momento del poder eclasiástico local. Y eso era algo del gusto de la derecha argentina, que sentía que en la cúpula de la Iglesia Católica iba a estar un anti-K rabioso.
Ahora… ¿Esto era realmente así? Previo a eso, quiero hacer un repaso de algunos detalles de la vida del Papa Francisco, para identificar si realmente se trataba de un ultraconservador más o si era simplemente un deseo de la derecha.
Primeros años
Jorge Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en el seno de una familia católica. Su madre era argentina (hija de italianos), y su padre un italiano que llegó al país huyendo del avance fascista. Era el mayor de cinco hermanos, siendo María Elena, la menor de ellos, la única que sigue con vida.
A pesar de su profunda vocación religiosa, no fue hasta los 20 años que decidió convertirse en sacerdote, ingresando al seminario de Villa Devoto y al noviciado de la Compañía de Jesús, o como se los conoce popularmente, los Jesuitas.

Un joven Jorge Bergoglio, en sus años de formación como sacerdote.
Junto a otros Jesuitas de la Universidad del Salvador, fue el formador espiritual de la parcialidad católica de los estudiantes que formaron parte de la agrupación de resistencia peronista Guardia de Hierro, luego de La Noche de los Bastones Largos.
Su vínculo a Guardia influyó en el pensamiento de Bergoglio, a través de la filósofa Amelia Podetti, uno de los miembros más destacados de la agrupación.
En la dictadura
A pesar del abierto apoyo de la Iglesia Católica al golpe militar de 1976, los secuestros, tortura y desaparición de párrocos vinculados al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, curas villeros y promotores de la teología de la liberación fueron moneda corriente en aquel entonces.
El inicio del proceso encontró a Bergoglio como provincial de los Jesuitas, y años después, fue cuestionado en su posición porque, aparentemente, tuvo acciones proclives a facilitar el secuestro de Orlando Virgilio Yorio y Franz Jalics, dos sacerdotes de su orden.

Los sacerdotes Franz Jalics (izq.) y Orlando Virgilio Yorio (der.), secuestrados ilegalmente durante la última dictadura militar.
Sin embargo, nunca se comprobó que Bergoglio efectivamente haya denunciado a los curas, que permanecieron detenidos ilegalmente durante cinco meses (entre mayo y octubre de 1976), y el propio Jalics (fallecido en 2021), dio por finalizado el asunto afirmando haberse reconciliado con Francisco, quien había sido elegido Papa poco tiempo antes.
Yorio, por su parte, permaneció dudoso de la inocencia de Bergoglio y se negó a reincorporarse a los Jesuitas en 1997, falleciendo en el año 2000.
Por otra parte, sí se tienen registros de que Bergoglio se entrevistó con Videla y Massera para exigir la liberación de ambos curas, y que organizó una red clandestina para facilitar la huida hacia Brasil de opositores al gobierno de facto.
¿Antikirchnerista?
Con estos antecedentes, la influencia, cuanto menos, filoperonista de Bergoglio en su formación, es notoria.
Tras el fallecimiento del Arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarracino, en febrero de 1998, lo sucedió en dicho cargo, aunque ya ejercía como Arzobispo coadjutor desde junio de 1997 debido al delicado estado de salud de Quarracino. En 2001 fue proclamado Cardenal por el Papa Juan Pablo II.
A pesar de la tendencia peronista de su juventud, su ejercicio como Arzobispo de Buenos Aires lo encontró siguiendo la línea ultraconservadora de Quarracino, quien alguna vez se había referido a los homosexuales como “una sucia mancha en el rostro de la Nación”, que debían ser encerrados en un ghetto, o equiparando tal orientación sexual con la bestialidad.

Bergoglio, el día que fue proclamado Cardenal por el Papa Juan Pablo II
Sin declaraciones de tal magnitud, Bergoglio tuvo enfrentamientos primero con Nestor Kirchner y luego con Cristina Fernández en torno a temas como el matrimonio igualitario y el aborto.
A pesar de ese conservadurismo doctrinario, eventualmente llegó a sugerir la posibilidad de que la Iglesia católica propiciara la unión civil de las personas homosexuales, postura que fue rechazada de plano puertas adentro.
De todas formas, ese enfrentamiento iniciado durante el gobierno de Néstor Kirchner, quien dejó de hacer acto de presencia en los Tedeum por tales motivos, alimentó el mito de que Bergoglio era un eclesiástico como le gusta a la vieja escuela: de derecha, ultraconservador y bien gorila.
Habemus Papam
Y así retomamos al momento que tratamos al principio: Jorge Mario Bergoglio era elegido Papa y adoptaba el nombre de Francisco I, en honor a San Francisco de Asís.
Tal anuncio era algo realmente novedoso e histórico: Francisco I fue el primer Papa jesuita de la historia, el primero proveniente no sólo de América, sino del Hemisferio Sur, y el primer Papa no europeo desde Gregorio III (nacido en Siria y fallecido en el año 741).

El Cardenal Jean-Louis Tauran, al anunciar a Bergoglio como el nuevo Papa, luchaba con los primeros síntomas del Mal de Parkinson.
Sin embargo, en el ámbito local, más allá del orgullo que podía generar el hecho de tener un Papa argentino, hubo una parcialidad particularmente feliz por el hecho de que, probablemente el argentino más influyente del mundo (¿Y tal vez de la historia?) era un antikirchnerista recalcitrante y que usaría su poder para socavar al movimiento peronista más importante desde el fallecimiento de Perón.
No faltaron los desfiles en los medios hegemónicos de los momentos en que el entonces Cardenal Bergoglio mostraba fuertes diferencias con el kirchnerismo, ni tampoco se perdieron de dar a entender que la elección del mismo como Papa era un duro golpe para Cristina Kirchner, quien en ese entonces estaba ejerciendo su segundo y último mandato como Presidenta de la Nación.
El relato duró poco
Muy pocos días después de asumir el Papa, Cristina Fernández de Kirchner, aún en vestimenta de luto por el fallecimiento de Néstor dos años y medio antes, tuvo su primer encuentro con Francisco, que fue descrito como “distendido y cordial”.
No fue poca la decepción de quienes esperaban algún tipo de desplante de Francisco, que no tardó en separarse lentamente de la postura ultraconservadora y anticuada de sus antecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Obvio que a la derecha argentina no le gustó que, en su recién formado relato del Papa antikirchnerista, la primera interacción entre ambas figuras derribe totalmente ese cuento. Pero recién empezaba, y podían apelar a que Francisco no podía empezar su ejercicio peleándose con una mandataria.

El Papa Francisco junto a Cristina Fernández de Kirchner, en su primer encuentro en carácter de Sumo Pontífice.
Cabe destacar, además, que Francisco llega al Papado tras la renuncia de Benedicto XVI, que no supo afrontar de ninguna manera las crecientes denuncias de abuso de menores en el ámbito de la Iglesia Católica, incluso siendo el propio Papa acusado de encubrimiento.
Así que, para decirlo sencillo, el horno no estaba para bollos.
La secuencia, sin embargo, se repitió en el resto de la gestión de Cristina como Presidenta, y los encuentros entre ambos siempre se dieron en un marco de excelente relación entre las partes.
Con Macri
Viendo que la situación no empeoraba en la relación del gobierno argentino con el Sumo Pontífice, apelaron a que la diplomacia de Francisco forzaba a que los encuentros siempre se dieran en buenos términos.
Esta opción les duró literalmente un encuentro con Macri.
Dos meses después de asumir como Presidente, el ex Presidente de Boca viajó al Vaticano para su primer encuentro con el Papa Francisco.
A diferencia de sus encuentros con Cristina, se trató de una conversación sumamente formal y de un trato notoriamente frío. Para colmo, la duración apenas superó los 20 minutos, y las fotos muestran a un Papa con un gesto sumamente adusto.

Macri y el Papa en su primer encuentro. Muy bueno el cosplay de La Llorona que se mandó Juliana Awada.
Desde entonces, su adhesión a la opción preferencial por los pobres, central en la teología de la liberación, y un discurso un poco más despegado de la postura histórica ultraconservadora de la Iglesia Católica le hizo valerse duras críticas de los sectores más radicalizados, haciendo hincapié también en su buena relación con líderes progresistas como Evo Morales o la “no condena” a gobiernos como el de Nicolás Maduro.
Vale aclarar: que Francisco no tuviera un discurso tan duro como sus antecesores, no significa que fuera uno progresista, liberal o de izquierda, como se lo ha llegado a describir (adivinen por quiénes). Ni siquiera diría que dejaba de ser conservador.
Tal vez se despegaba de la condena a la homosexualidad e incluso haya promovido la aceptación del matrimonio de personas del mismo género, pero en materias como el aborto, la eutanasia o cuestiones de género (no fue tan laxo con la gente trans) siguió en la misma senda histórica del catolicismo más férreo.
Con Milei
Incluso desde antes de ser elegido Diputado de la Nación, Javier Milei tuvo duras palabras para con el Papa Francisco, declarando que es “el representante del maligno en La Tierra”.
En consonancia con su postura de redoblar la apuesta, lejos estuvo de bajar cambios cuando asumió como Presidente de la Nación, incluso continuando sus ataques al Papa cuando el discurso de Francisco tendió a limar asperezas y al perdón.
Es entendible: Milei y los libertarios hacen una política de la crueldad, y el Papa, apelando literalmente a las bases del cristianismo, llega con un discurso de humanidad. Algo que debería ser lo mínimo indispensable para un Sumo Pontífice, termina viéndose como una novedad y casi como un acto de rebeldía en esta época donde la norma es la maldad y la locura.

El representante del Maligno en La Tierra. A su lado está el Papa Francisco y la Primera Dama Karina Milei
El argentino más influyente
Como alguien que otrora llegó a tomarse la comunión y que devino en ateo cuando empezó a concientizarse de un montón de hechos y posturas cuestionables de la Iglesia Católica, me resultaría fácil caer en la postura de que todo lo que provenga de ellos es mierda.
Pero como estoy a favor de la libertad de cultos y en pos de ese ideal, sabe que el catolicismo es la fe de cientos de miles en el mundo, no puedo desconocer su importancia y su influencia.
Francisco, siendo el líder de la religión más extensa del mundo durante 11 años, es de manera prácticamente objetiva el argentino más influyente que haya existido jamás. Y difícilmente eso pueda ser superado alguna vez.
Claro que en su lugar va a fue apoyado por algunos, repudiado por otros, pero su relevancia es innegable.

Obvio que no iba a perder la oportunidad de subir esta imagen.
Su discurso me pareció en muchos casos acertado, queriendo poner paños fríos en asuntos diplomáticos e incluso religiosos por fuera del catolicismo. Incluso sus intentos de evitar un mayor derramamiento de sangre en el conflicto entre Israel y Palestina, le valieron acusaciones de ser pro-Palestina por parte de la parcialidad más sionista y sanguinaria.
Destacable y es lo básico que se pide que trate asuntos sociales, que no ignore la pobreza y que bregue por el reparto de las riquezas. Era hora de que un Papa reprodujera el discurso de Jesucristo nuestro Señor.
Es importante ser fuente de luz en tiempos de oscuridad, y en cierto punto, Francisco tomó ese camino. Cuando esas luces se apagan, es donde la oscuridad busca apoderarse.