Empezaron los calores de Enero del 2000, tu mamá llega a casa con una coca fría y fiambre para hacer sanguchitos, ya se termina la veda televisiva después de salir de la pelopincho, justo a horario para encender Nivel X mientras tomás la chocolatada con algún surtido de galletitas, si nadie te ve, elegís las que tienen chips de chocolate.
Después, llega el combo magistral de la tarde: Caballeros del Zodíaco, Ranma y ½, un descansito para indignarte con A Jugar con Hugo (seguro podrías hacerlo mejor) y finalmente, el protagonista de tus tardes: Dragon Ball Z; ideal para ver antes de que empiece la cena o te pidan que ayudes untar los pancitos con mayonesa.
Hice este párrafo en 5 minutos. Mentira, fueron 10 porque los otros 5 los gasté buscando la programación de Magic Kids de ese año. Si no me creen, acá la tengo:
No me costó nada más que un poco de memoria.
“Todo tiempo pasado fue mejor” dice un famoso proverbio, pero Ernesto Sábato lo completó en el Túnel diciendo que esta frase “no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que —felizmente— la gente las echa en el olvido”.
¿Hay un límite para lucrar de la nostalgia?
Para hablar de ella primero hay que reconocer algo: el éxito es seguro, porque es fácil. Sólo cuesta memoria y a falta de ella, buenas son las preguntas y el archivo; no quiero ser mala, también hay un poco de poética, tampoco la pavada.
Las temáticas de nostalgia son grandes cosechadoras de consumo, no lo digo yo, sucede con remakes y adaptaciones. Sin hacer esfuerzo ya me acuerdo que ví más de 3 versiones de Romeo y Julieta, Cenicienta, Frankenstein… algunas son literalmente la obra, otras serán reinterpretaciones, pero la esencia de las mismas persiste.
No es ningún misterio, son buenas, consistentes y además suelen ser un hito en su propio género, muchas veces incluso las fundadoras de los mismos; entonces lejos de cualquier pensamiento mágico, se trata de que simplemente FUNCIONAN.
Ah… PERO
Claro que hay peros.
Usar un clásico de base jamás nos va a garantizar que disfrutemos su remake, adaptación, reversión y demás etcéteras. Lamentablemente son más las veces que me he decepcionado con estas cosas que viceversa (The Shining, Total Recall, Robocop, entre otras).
Otro pero es que a veces un clásico no sobrevive el paso del tiempo y algunos de sus factores se vuelven obsoletos, pueden ser temáticas, actitudes, vestimentas (no les cuento lo que me costó ver Seinfeld), CGI, sonido, etc.
Finalmente hay un pero importantísimo y por eso lo deje para lo último: lo que amabas antes tal vez no estaba tan bueno como creías. ¿Les pasó de volver a ver algo que les encantaba en la infancia? Es impresionante como no sólo descubrimos lo horrenda que podía ser una serie, sentimos que en nuestra memoria subsistía de otra manera…
Memoria positiva
El último punto no es casualidad, según “Remembering: A Study in Experimental and Social Psychology” por Frederic C. Bartlett, hay cuatro factores que influencian nuestra mente para “transformar” positivamente los recuerdos:
1. Sesgo de positividad: La memoria tiende a favorecer la retención de eventos positivos en comparación con los negativos. Esto significa que tendemos a recordar las experiencias de manera más favorable de lo que realmente fueron.
2. Consolidación de la memoria: Durante el proceso de recordar, nuestros cerebros pueden reconstruir los recuerdos utilizando información que no estaba presente en el momento del evento original. Estas reconstrucciones pueden incluir detalles positivos que mejoran la memoria del evento.
3. Sesgo de confirmación: Una vez que hemos formado una opinión o creencia sobre un evento, tendemos a recordar y seleccionar información que respalda esa opinión, mientras que ignoramos o descartamos información contradictoria. Esto puede llevar a una percepción distorsionada de los eventos pasados.
4. Influencia de las emociones: Los eventos emocionalmente cargados tienden a ser recordados de manera más vívida y duradera. Si algo evoca emociones fuertes, es más probable que se recuerde mejor de lo que realmente fue.
En síntesis y en criollo: tu mente te engaña para que recuerdes las cosas más lindas de lo que realmente eran.
Ey, no me parece algo del todo negativo, porque de alguna forma es un rasgo de la supervivencia. Posiblemente, si recordáramos todo lo que vivimos tal cual fue, con sus cualidades negativas, nos hundiríamos rápidamente en el bajón; a veces los recuerdos son un refugio. (A veces no, por ejemplo cuando elegís volver con tu ex, olvidándote todos los momentos en los que te toxiqueó).
¡Monetización, Marty!
Por supuesto que existieron, existen y existirán quienes conocen estas cualidades traicioneras de la mente y harán uso y abuso de sus dotes para sacarte tus dineros.
Es un sistema perfecto: te gustaba en la infancia, el tiempo ha maquillado ese recuerdo y hoy, diez, viente, treinta años después, regresa a tu vida inesperadamente y por partida doble: no sólo es un reencuentro emocionante, también ahora tu independencia económica te permite gastar en esa gilada sin tener que esperar a Papá Noel, Los Reyes, El Ratón Pérez, o tus viejos que te dicen “no hay plata” (hoy te lo dice Milei, otro nostálgico).
¿Está mal que gastes tu dinero en esa gilada?
Nada es malo o bueno realmente, excepto quizá cosas como cagarte en el prójimo, votar sin informarte a un tipo que vende tu país y cosas por el estilo.
Pero está bueno que estés al tanto. Que sepas.
Primero porque no es lo mismo comprarte un cuadrito, un juguete, un vaso, una tanga o lo que sea con esos personajes que alguna vez te acompañaron; que clavarte horas seguidas de la Saga de Hades de los Caballeros del Zodíaco para descubrir, efectivamente, que no había nada bueno para ver, está escrito con los codos y su único encanto es el diseño de las armaduras.
Segundo, porque a veces reencontrarte con cosas que subsisten en la memoria de manera hermosa, es mejor dejarlas en donde están (igual que tu ex). Seguramente tardes muchos años más en construir recuerdos maravillosos y no sé qué sentido tiene volver a ver 200 capítulos de relleno… excepto el poder aceptar que Dragon Ball Z es un embole al lado de Dragon Ball.
Después, están otras obras que no importa cuántos años les pasen por encima, siguen impolutas o hasta a veces parecen mejorar… pero eso es tema de otra nota.
Ahora que sabés que algunos van a querer lucrar con tu nostalgia, sos un poco más libre.
Es Enero de 2000, tu vieja compró para hacer sandwich vegetariano porque no alcanza para otro fiambre, tu papá todavía no llega, está haciendo doble turno en el trabajo para llegar a fin de mes. La tele es chiquita y le falla un poco el tubo, pero por lo menos comparten cable con el vecino y podés ver dibujitos que te alejan un poco de la realidad.
Misma historia, otro color. No romanticemos.
MECHA es un proyecto comunitario que hacemos a voluntad. Si te gustó este artículo, te proponemos invitarle Cafecito a su autor/a/e como reconocimiento.
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