

La paja grupal y el streaming
CIRCLE JERKS: grupo de hardcore punk mítico de principios de los 80’s, cuyo nombre remite a una práctica sexual donde un grupo de hombres se pajea el uno al otro. El “círculo masturbatorio” finalmente derivó en un concepto más sociológico que explica a un grupo de personas que viven celebrándose unas a otras.
Sin ánimo de ofender: ¿Alguien entiende por qué en los programas de streaming viven entrevistando a otros streamers?
Y llevándolo a otro plano un poco más cultivado: ¿Por qué los periodistas viven invitando a sus estudios a otros periodistas? ¿No les pudre?
No es crítica, es pregunta
La respuesta sencilla es que no. No les pudre. Y no les pudre porque lo necesitan. En el ecosistema de streamings actual, poblado por “el hombre común” sin grandes pretensiones para la comunicación profunda, la charla amena con otros en el mismo espíritu y sin enormes expectativas surge como contenido sencillo y amigable. Del otro lado, un oyente espectador que se otorga manso a un ruido blanco condimentado con carcajadas, creyéndose parte del fogón.
Dicho esto, parece más un tuit largo, un ¿rant? de viejo peleándose con nube. Nada más alejado de la realidad, porque no es algo que me molesta de alguna manera, sino que intento analizarlo del lado de quien, a manera escrita, sugiere estar haciendo lo mismo. Si desde un medio de comunicación hablo de “los medios de comunicación”, el paralelo es innegable. Incluso aunque se materialice de maneras más ilustradas.
Hace unos días leí un comentario de un periodista quejándose de esta práctica de manera un tanto velada. La observación señalaba que hay cantidades industriales de producción periodística y cultural de gran factura y que solo hay que retornar a ella. Ahora bien ¿Y si es parte del problema?
La burbuja del grupo de amigos
No como un problema en sí. Que millones de seres hayan revelado sus habilidades en medios y redes no debería ser una situación conflictiva, y sin embargo, todo gran ¿avance? culmina en un efecto en la sociedad.
Marshall McLuhan, famoso filósofo canadiense autor de la frase “el medio es el mensaje” explicaba que lo importante no es lo que se dice en un medio, sino el medio en sí mismo. El streaming actual, la evolución de un proceso que inició hace relativamente poco, esta hipersegmentado y adaptado a cada persona y sus tiempos. No existe la posibilidad de perderse algo, lo cual en un punto, es importante si consideramos que hay tanto todo el tiempo. A la vez, ese TANTO TODO EL TIEMPO es parte de una burbuja de contenido diseñado por algoritmos –transformados en editores de nuestro consumo- para construir formatos universales que puedan ser consumidos en Argentina, Kenia o Vietnam. Todo por supuesto aderazado con una buena dosis de “empujar lo que funciona” (sexo, puterio, sexo, odio).
Esto no significa que no haya programas con “algo para decir”, pero la tendencia desde hace unos años viene siendo “grupo de amigos discutiendo la vida”. Algunos desde un lado mas político, otros desde un lado mas íntimo, mas allá con una mirada futbolera. Pero en general, es un resultado uniforme.
Algoritmo pasado, presente y futuro
Más allá de las teorías del amigo canadiense, me animo a pensar que el panorama tiene que ver con la primigenia explosión post nacimiento de Youtube de los creadores de contenido que tenían algo excepcional para mostrar y que, antaño, no tenían donde hacerlo. Hay que pensar en la tele y la radio pre Youtube y el espacio que tenía, por ejemplo, un restaurador de muebles en sus grillas. Youtube, o internet, le daban (dan!) espacio a millones de personas hábiles o capacitadas de mostrar sus oficios, hobbies y gustos y encontrar una audiencia interesada. Tanto la televisión como la radio tuvieron en sus inicios espacios de esta clase y con su crecimiento homogeneizaron su programación diaria para convertirse en medios redituables. El “contenido de calidad” pasó a ser marginal mientras sus grillas se plagaron de programas low cost dedicados a la cultura del escándalo, la noticia urgente, y el exhibicionismo. Es decir, lo que en principio suponen que atrae al gran público. El contenido de “shock”. La realidad indica que hay audiencia (y en cantidad) para cualquier cosa y que con esfuerzo, el algoritmo se puede “entrenar” incluso superando lo que las elite de ultraderecha dueñas de los medios y las big tech quieren si o si que se consuma.
Ahora bien, si somos un poco mas conspiranoicos que lo normal, en realidad, ese algoritmo ya está 100% entrenado y lo que vemos –según McLuhan- es lo que quieren que veamos. Entonces, y juguemos juntos en esta locura, si en mis redes aparecen muchos restauradores de objetos y muebles, no es tanto porque yo haya descubierto esta vocación que me fascina, sino porque la gran industria de las herramientas es parte financiera de la inteligencia artificial que desarrolla ese algoritmo. Había un producto que promover y elaborar un gran diseño de marketing de todo para que todo se consuma.
Y termina siendo medio contradictorio con el tema de la paja grupal donde los 4 o 5 streamings mas populares de cada país son tres gordos hablando de nada. Lo que nos remite a una de las mejores sitcoms de todos los tiempos –Seinfeld- cuyo gran tópico era ese, la nada. Porque si la vida es efectivamente, NADA, y no tiene ningún sentido…
¿Por qué los streamings deberían ser diferentes?