El Villano de la Semana
10-11-2024 13:38

El recurso del elegido es uno de los más utilizados a la hora de elaborar historias no sólo en los videojuegos sino en toda la fantasía. Dicha metodología suele representarse de dos maneras, casi como si se tratara de un postulado aristotélico. 

1- X es el elegido y por eso la trama lleva a X al triunfo inevitable.

2- X logra imponerse al conflicto de la trama porque resulta que X es un elegido.

Parafraseando a Peter Griffin, esta fórmula insiste muchas veces sobre sí misma cayendo en el síndrome de Harry Potter: Harry le tiene que ganar a Voldemort porque es el niño que vivió y porque es el niño que vivió es que eventualmente derrota a Voldemort.

Sin embargo, a pesar de ser una fórmula repetitiva no deja de ser efectiva. Es como en el fútbol cuando hay desborde del lateral que termina en centro y gol del nueve. Siempre funciona, pero también es muy útil implementar una receta completamente opuesta. Y eso es lo que aplicó From Software a la perfección en los Souls.

Salvo en Sekiro: Shadows Die Twice, la premisa de la trilogía Dark Souls, Bloodborne y Elden Ring es, palabras más, palabras menos, así: hay un mundo de héroes mitológicos, dioses y semidioses nepobabies que batallan hace eones y el mundo está al borde del apocalipsis por ver quién se queda con los terrenos de la abuela. Y de carambola caíste vos que sos un cuatro de copas. Buena suerte.

¡Y funciona! From Software plantea una dinámica meritocrática que le genera serotonina al jugador. 

Pongamos por ejemplo a Elden Ring. En una determinada parte del juego tenés que enfrentarte a un semidiós que se llama Radahn, azote de las estrellas. Este Aquiles construído por Hidetaka Miyazaki es descrito por el juego como el semidiós más poderoso. ¿Cuántas chances tenés vos, ignoto guerrero de las Tierras Intermedias, de ganarle? Sorpresivamente, varias. Porque la recompensa del juego es que puedas cumplir tu sueño: fajar a un nepobaby.

En los Souls no sólo podés ser un lord, sino que también podés -perdón por el francés- mandar a la mierda al statu quo que impone la trama principal y ser, dentro de las limitaciones de los juegos, lo que quieras ser.

Esto se ve reflejado en Bloodborne, en donde el cazador protagonista puede elegir un final alternativo y pelear contra una entidad regente que es la que diagramó la realidad en la que transcurre el juego. De esta manera, From Software le propone al jugador que rompa con la realidad establecida por el propio lore y vaya más allá de los muros que, en cierto sentido, la historia pide que derrumbe.

La fantasía de poder

¿Por qué esta meritocracia funciona y es atractiva? Porque no deja de ser ficticia. En la vida real, la meritocracia es una excepción a la regla y suele ser una terminología utilizada para justificar, una vez más a palabras más, palabras menos, que el pobre atraviesa su realidad porque no se esfuerza lo suficiente. Lo cual es difícil de creer cuando uno observa al hijo de Claudio Cannigia, un espermatozoide diluido, recibir más oportunidades que profesionales mucho más preparados.

”Lo que se crea es un camino de gesta individual, de experiencia biográfica a histórica, separada de la estructura socioeconómica de un país, además de estar escindida de las condiciones materiales de una persona. Esta es la idea madre del American Dream, de acceder al consumo y la vivienda, siempre en acciones individuales que no tienen nada que ver con la comunidad. Por eso no sólo es atractivo para el capitalismo, sino que es parte de su genealogía. “El capitalismo no puede existir sin la idea de la meritocracia”, explica la socióloga Fabiana Solano.

En los juegos de From Software esta dinámica se tuerce. Dark Souls 1 narra las proezas de los grandes personajes de su mundo como Nito, la Bruja de Izalith, Seth el Descamado y Gwyn, para después hablar de forma condescendiente sobre el Furtivo Pigmeo, ancestro del protagonista videojueguil que maneja el jugador. El primer Souls acorrala al gamer constantemente, pero lo premia llevándolo a los reinos en donde residen estos seres que trascienden las eras hasta que eventualmente usted los mata.

En Elden Ring podés ser lord y quedarte con los terrenos de los nepobabies. Es una forma retorcida de Justicia Social, porque la movilidad social ascendente que te plantean Miyazaki y George R,R Martin es que para quedarte con el control de las Tierras Intermedias tenes que casarte con la mamá de todos los semidioses, como una Cenicienta a la inversa. 

La fórmula Souls, en el sentido de la meritocracia efectiva, no sólo no está en riesgo de quedarse vieja, sino que cada vez cobrará más fuerza porque, según Solano, esta lógica estará cada vez más asociada a la ficción que a la realidad: “Paradójicamente, con la crisis que se vive en el capitalismo actual, no existe más la meritocracia. Las oportunidades están concentradas en sectores sociales cada vez más pequeños y la competencia se da en condiciones cada vez más salvajes. Es el sálvese quien pueda que alimenta la rueda del modelo neoliberal”.

Por eso, por más que la dinámica del elegido permee eternamente en las narrativas videojueguiles, siempre existirá From Software para recordarnos que todo es posible si nos lo proponemos, pero de verdad. 

Jueguitos sutilmente políticos

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