La Iglesia somos todos

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La Iglesia somos todos

Me pasé la mañana leyendo en redes situaciones sobre Francisco. Aparentemente según la intelligentzia de Twitter está mal contar anécdotas con Bergoglio, está mal decir que sos ateo antes de decir que lamentas su fallecimiento, esta mal todo menos ser un cínico de mierda haciendo chistes.

Valga entonces aclarar que (1) no tengo ninguna anécdota con Bergoglio y (2) soy ateo. Para que les pique y se rasquen si son medio pelotudos.

El retorno

En Argentina, aunque todo lo que tenga un relato por estos lares también lo tiene en forma global, está sucediendo un “regreso a la religión”. Ese retorno no es inesperado. Lo venimos presagiando hace años como desemboque lógico del proceso de individualización al que nos vienen sometiendo desde hace mas de una década y que derivó en fascismos aquí y allá. Parece paradójico. No lo es. Cuando digo “regreso a la religión” lo planteo como algo general, pero tiene que ver con una militancia. El catolicismo, como cualquier otra religión organizada, es una militancia. Imperfecta, con matices, con vertientes para uno y otro lado que, a menudo como en el peronismo, parece que apuestan más a perder que a ganar. Hay potenciales sucesores de Francisco que se habrán sentido cómodos (y felices) con el crecimiento del evangelismo en Latinoamérica en estos 12 años de su papado. Claro, sus corazones comulgan con sus búsquedas ideológicas tanto más que lo que proponía Bergoglio desde el Sillón de San Pedro. Y Francisco lo denunció cuando, hablando con una persona no binaria le dijo “Son infiltrados que aprovechan a la Iglesia para ventilar sus cuestiones personales“. Para peor, nunca fue “TANTO”. Atisbos de inclusividad, apertura, y buena onda en general. Ser medianamente humano cuando su antecesor, RATZINGER, dejó de ser Papa porque no tenía edad para ser de la Luftwaffe. Bergoglio fue compadre. Fue, si se quiere, muy argentino. “De la escuela pública”. De la chanza a flor de piel.

Me van a entender los que utilizan redes sociales y siguen a cualquier bloguero viajante que llega a Argentina. Siempre dicen lo mismo de nosotros, de nuestro ADN: “El argentino es muy cálido. Siempre dispuesto a darte una mano”. Evidentemente no conocieron a los libertarios. O sí, quien sabe.

Francisco, a sus 88 años, falleció siendo  TAN de acá. Del Bajo Flores. Futbolero. Tanguero. Borgeano. Insisto, no dejaba de ser la cabeza de una de las instituciones más complicadas e históricamente rancias, plagadas de las peores denuncias y testimonios. Ser Francisco y liderar la Iglesia Católica siempre fue incompatible. Ser argentino, si nos creemos lo que dicen los turistas, y ser católico fue incompatible, incluso siendo uno de los países donde más fuerte pisa la Iglesia Católica, Apostólica y Roman(tic)a con 1400 millones de fieles a nivel mundial.

Papa Francisco

El barrio

Hace 30 años casi no tomo la comunión. No quería. Odiaba perder cada sábado en catecismo por las creencias de mi vieja que logró que su marido diga que tomó la comunión para poder casarse por Iglesia.  Seguí adelante porque había promesa de guita. Con los regalos de la comunión me compré el Sega Genesis. ¿Dios? contento.

La Parroquia “Nuestra Señora del Valle”, una iglesia chiquitita en la esquina de Martin Fierro y Guaminí, se encuentra en una parte de Wilde más bien humilde. Hay algo que siempre me resonó de su existencia.

Fue su sacerdote.

El Padre Luis (Sánchez), que ya era viejito cuando tomé la comunión, recorría las calles de Wilde en su bicicleta cagada a palos, alcanzando donaciones en el Barrio San Lorenzo y aledaños con asistencia del Comedor Kolping a media cuadra de su iglesia. Con todo mi cinismo ateo militante pre trosko, reconocía en el Padre Luis a un TIPAZO. Atendía a su congregación en una iglesia minúscula totalmente desposeída de riquezas. Tenía una habitación al lado de la parroquia adonde comía y dormía y dejaba que la gente en situación de calle pasara alguna noche en un barrio de clase media (baja). Durante el neoliberalismo del menemato, eran encendidas las misas sociales de Luis fustigando a los poderosos mientras él, cada miércoles que lo acompañaba su salud, se sumaba a Norma Plá en el Congreso o en otras manifestaciones gremiales y sociales. El Padre Luis era considerado un Cura Obrero. El “Cura de los Pobres”. Y, por tanto, en una comunidad plagada de milicos, gendarmes y menemistas, resistencia había para hacer mermelada. Con el tiempo, los wildenses le construyeron una iglesia a dos cuadras para poder asistir a una misa que se mantuviera más en la historia del catolicismo que en aquel presente argentino. A Luis, el barrio no le perdonaba haber sido sacerdote en vez de sindicalista.

Curiosamente, como Francisco, Luis murió a los 88 años y sus últimas misas las dio con una estola que recordaba al Obispo Enrique Angelelli, asesinado por la Dictadura Militar, y beatificado por Francisco.

Por si vale el comentario, fue el Padre Luis quien me bautizó, confesó por primera y única vez, y dio comunión.

Jóvenes, libertades y comunidades

Ser padre (del que tiene hijos) es difícil. Ser padre en el 2025 es cruel. Nuestros hijos no tienen ni remotamente nuestras libertades. Cualquier progenitor con cierto nivel de recursos se pasa cada año buscando actividades extracurriculares para su descendencia. Mi hija hizo ajedrez, patín, futbol, natación, danza (dos distintas), teatro, taekwondo. Y desde hace un año y medio, es scout. Los Scouts y el Catolicismo son una entidad unificada en muchos países. En Argentina es casi una unidad para la militancia con los niños y adolescentes. Lo respeto porque está blanqueado. Desde el primer día que dejamos a mi hija en Scout sabíamos que iba a haber un bombardeo religioso. Pero siempre fue respetuoso y en un marco de lo que a mí, como fundador de Mecha, siempre me llamó la atención de manera positiva: construir comunidad. Desandar el camino del individualismo aislacionista. Destruir las cadenas de alienación capitalista. Desde ya que no puedo hablar por todas las ramas de los Scouts alrededor del mundo, pero los de Lujan de los Patriotas son -en mi opinión personal- los que se acercan a esos valores que mas relaciono con la obra cristiana.

Hay muchas cosas que me hacen ruido. No lo puedo “apagar”. Lo hago a un lado -de momento al menos- mientras siento que a mi hija le hace bien ese momento semanal de reunión, de juegos, de cariño con sus referentes que nos invitan a nosotros como padres a participar también, invitándonos a campamentos, a ayudar con la merienda.

El catolicismo admite un termómetro de sensaciones. Se puede formar parte y permanecer siendo de distintas formas y pensando de diferentes maneras. Es cierto que, dentro de la política, la cercanía a un credo tiene aroma a demagogia, pero es igual de cierto que nadie puede determinar si el sentimiento detrás es real o no.

Iglesias

Hace un tiempo que referentes jóvenes como Lucas Rodríguez o Tomas Rebord están militando el catolicismo. Sospecho que algunos de estos referentes sienten cercanía real al acto religioso. Quizás la tragedia de la pandemia haya hecho su parte. Otros, imagino, simplemente reciben un diezmo para poder combatir así a la invasión evangélica que viene descendiendo de Centroamérica y absorbiendo a cada futbolista al que no le alcanzan los sponsors. Entiendo las razones honestas como una forma de combatir una soledad espiritual que acongoja y que viene siendo muy espectral.

El evangelismo, muy asociado a la CIA, hace trabajo de hormiga. Recoge a todos los que la Iglesia Católica se olvida en el camino y que, con el tiempo, se transforman en su mayor fuente de conversos. Hablo por supuesto, de alcohólicos, drogadictos y timberos que convierten luego, a la iglesia evangélica y a sus excéntricos pastores en su nueva adicción.

La Iglesia -católica- no puede ser algo que no es y retomo lo que decía en los primeros párrafos sobre “lo que pudo hacer Francisco”. El trotkismo, por caso, comete siempre el mismo ¿error? sobre el asunto. También lo comete con el peronismo. La Iglesia es A. Podemos criticarle las fallas en ser A. No podemos criticarle no ser B. Nunca fue B. No quiere ser B. Siento que ya dije esto con respecto a Adolescence y las críticas que recibió.

Pretender que sea algo que no es ni puede ni quere ser, ocasiona las grandes decepciones y abandonos. Las tradiciones religiosas, cualquiera sea la religión (hablando de las tradicionales), tienen sus raíces hace milenios y mas o menos comparten la misma psique. Construir comunidad. Ayudar al prójimo. Ciertamente las lecturas pueden ser mas o menos desviadas según intenciones espurias. Pero no dejan, en el fondo, de tener origenes muy sencillos y didácticos.

Siento que la Iglesia debería ser la del Padre Luis y no la de Benedicto. Siento que debería ser un lugar para que construyamos comunidad y le demos una mano a los más desposeídos y sin embargo, es muchas veces la que le dio confesión (y refugio espiritual) a tipos como Videla. Es ambas cosas. Lamentablemente. Es ambas cosas y de manera simultánea. Porque a la Iglesia la hace el hombre y de esos hay de todos los gustos. Sentir a Dios en el corazón es un privilegio que tienen buenos y malos por igual, así como muchos buenos (y malos) no lo sentimos y sabemos que la muerte va a ser un lugar muy solitario. Cuando la Iglesia, en general, se acerca a lo que Francisco (al menos en el exterior) quería, me cae mejor que cuando se inclina por los mandatos del Opus Dei. Y viceversa.

Lo que termina siendo importante, para mí al menos, es saber que muchos de esos buenos que tienen Fe hacen asamblea y extienden su brazo para los que se cayeron.

Como el Padre Luis que cada tanto, parafraseando a Pedro, decía que todos eramos un ladrillo de la Iglesia.

Que Dios lo tenga en su Gloria.

 

 


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