La juntada se dio en la Mansión Quinta que se erigió gracias al conocimiento de Prilidiano, hijo del General Pueyrredón. En el parque, alejados de cualquier dispositivo de escucha, el Submarino Amarillo (SA de ahora en más), ataviado con su característica campera de cuero a pesar de las altas temperaturas, escucha impaciente al Sincero que, como siempre, viste de traje. Entre ellos dos, un enano periodista apodado Efraim con contactos importantes en los kibbutz interrumpe con su timbre de voz irritante como torno de dentista.
-Tenés que salir a hablar. Después del discurso de Davos que afectó de más a un sector, ¿esto? Es un escándalo.
–Me importan mas los financistas que los trolos– contesta SA con desdén .
-Y la clase media urbana ¿Te importa? Por ahora les interesa el valor del dólar más que los derechos de un par de desviados, pero si eso no se sostiene…
-Sabemos que tenemos el boleto picado- tercia el Sincero.
-Sí.
El rostro embotado y sudoroso de SA se contrae en una mueca. Siente la bilis subirle. Atajando el estallido lo calma con un gesto de brazos.
-Podemos mandar a algunos a la tele a dar quinientas versiones distintas y después caes vos y decís que es todo una conspireta comunista.
-¿Creen que es suficiente?
-A ver, sí, compramos tiempo con eso. Son todos pelotudos que lo único que quieren es el dólar planchado- confiesa Efraim.
SA se aleja en torno a la Quinta acompañado a cierta distancia por un edecán. El Sincero y Efraim lo ven alejarse y le dan la espalda, con la vista hacia la calle Malaver.
-¿Bueno, y entonces?- consulta El Sincero.
-No hay novedades aún- responde Efraím mirándolo hacia arriba pues su interlocutor mide entre veinte y treinta centímetros más.
-Viene muy demorado el asunto.
-Esta clase de cosas no se coordinan en quince minutos. Hace casi cincuenta años que laburas para el Estado, lo tenés claro.
El Sincero se encoge de hombros y guarda sus manos en los bolsillos de su pantalón.
–A esta joda le queda un año. Es el tiempo que nos dio el peronismo para arreglar la macro. Si no baja quince cambios, en diciembre estalla el país.
-En octubre, si pierden el Congreso. Hay que cerrar las listas con el Calabrés.
El Sincero chistea.
-El Congreso es un sello de goma. Mi miedo está en la gente y en que el mudo hijo de puta se nos de vuelta. Sobre todo con el tema de la sequía. Aranda es otro hijo de puta.
–Clarín no existe más.
-Hace cincuenta años que declaran muerto al peronismo y no aprenden.
El dúo regresa caminando a la Quinta ante la mirada vigilante de la Insectuosa que los saluda con un gesto de la mano.