-Cada cuatro años sucede algo que me emociona.
–¿Las elecciones en Estados Unidos? ¿Las elecciones en la República Bolivariana de Venezuela? ¿EL CAMBIO DE AUTORIDADES EN EL COLEGIO DE ESCRIBANOS DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES?
-No. Los Juegos Olímpicos. Los maravillosos Juegos Olímpicos.
–Ah.
-Ya sé que ya arrancaron pero bueno, estuve con mucho laburo asi que me estoy poniendo al día.
–A mi no me mueven un pelo.
-¿Cómo?
–Que no me mueven un pelo. No me interesan en lo mas mínimo.
-¿Me vas a decir que nunca te asombró un salto de Yelena Isinbáyeva? ¿Qué no se te puso la piel de gallina con unas postas en las que participó Usain Bolt? ¿Qué no te dio chuchos en la panza ver los 100 metros libres de Michael Phelps?
–No tengo ni idea quienes son todos esos cristianos.
-Creo que ninguno de los tres es estrictamente cristiano.
–Ni sé quienes son.
-¿No se te escapó una lágrima viendo a la Peque Pareto derrotar a la surcoreana Jeong Bo-Kyeong por la presea dorada?
–Se me escapan mas lágrimas cuando me coloca el hombro en su lugar.
-¿Eh?
–Es traumatóloga. Atiende en el Hospital de San Isidro. Y creo que por eso la conozco solamente.
-Bueno, ahí tenes una de las razones por las cuales me emocionan los Juegos Olímpicos. Sí, el Mundial de Fútbol es hermoso, un evento espectacular que no me quiero perder jamás. Pero al final del día son personas que son billonarias super estrellas totalmente alejadas del ciudadano común y que un poco sentis que van al mundial por obligación y preferirían estar escabiando daikiris en Ibiza.
–Es parte de su atractivo.
-Sin duda. Y a la vez, el de los Olímpicos es un poco el contrario. La posibilidad de deportistas de elite de lograr la gloria máxima del deporte, una Medalla Olímpica, y después volver a su vida mayormente normal. Como los chabones de “Foxcatcher”.
–No sé que es eso.
-La película que se basa en la vida de dos hermanos deportistas, luchadores de Lucha grecorromana y su vida mas bien humilde hasta que los contrata un billonario viejo verde y medio psicótico para entrenar a una camada de luchadores y a él mismo.
–Ví la de la patinadora sobre hielo.
-Lo mismo. Tonya Harding. También, super humilde. Los mejores del mundo en una actividad deportiva que paga dos mangos. Y que no puede ser nunca su medio de vida salvo que seas realmente un groso total como Phelps o Simone Biles y puedas vivir de contratos de sponsoreo, y te persigan de lugares privados para entrenar.
–Si, te entiendo ¿eh? Igual no me genera nada.
-No sé. Yo pongo la maratón y me imagino a Vangelis, tan tan tan tantan tan… Se me caen las lágrimas viejo. Soy un peluche.
–No tengo idea de que es un Angeloz.
-Vangelis hermano. VANGELIS. Los de la música de “Carrozas de Fuego”.
–¿El programa de radio del gordo ese hincha de Velez?
-No. ¿Te acordas de Fútbol de Primera?
–Pero más vale.
-¿Recordas la cortina musical?
–Cómo podría olvidarla.
-Esos. En realidad era la música de Blade Runner.
–¿Ese es otro deportista olímpico?
-A veces no sé porque somos amigos.
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