–No puedo creer que haya pasado esa Ley de mierda…
-Y, no. Es difícil de creer. Pero ya sucedió en el pasado. Así que tampoco es tan sorpresivo.
–Pero igual. Es como que no aprendemos más como sociedad.
-Si, no sé. Esta es toda de los políticos y sus roscas y transas.
–Bueno, sí, capaz la gente no está muy contenta. Pero he visto muchos festejando.
-En este país siempre hay gente festejando que otros la pasen mal.
–Siento que ahora son más.
-Tal vez tengas razón.
–Como que hay una falta de empatía brutal, mucho más feroz que en otras épocas.
-Sí. Es lo que llamo el momento “los amigos de Dwight”.
–¿Eh?
-Los amigos de Dwight. ¿Viste la serie The Office?
–Sí, hace bastante igual. No me voló la peluca.
-No es importante. En la última temporada, flojita por cierto pero es para otra charla, hay un episodio donde le piden a Dwight que contrate a un vendedor para reemplazar a Jim que se está yendo de la empresa.
–Creeeeo que me acuerdo. El que invita a varios de sus amigos a entrevistarse.
-Ese mismo. Ergo, los amigos de Dwight. Bueno, el tema es que Dwight se da cuenta en ese capítulo que sus amigos son todos unos tarados. Unos nerdos inmundos y desequilibrados incapaces de trabajar en comunidad.
–Claro, pero es algo de lo que sufre su personaje también. Dwight es medio un nerdo.
-Es totalmente un nerdo. O un geek ahora que viven haciendo esa distinción. Es medio algo que se va desarrollando con las temporadas. De repente te enterás que es un toque gamer y que juega al Starcraft, que es fan de de Game of Thrones y habla Dothraki, asi como también de Battlestar Galactica. Que hace cosplay.
–Bueno, sí, totalmente ñoño.
-Totalmente ñoño, palabras más ciertas no se han dicho.
–Ok, pero cual es “el momento” que decís.
-Bueno, en ese episodio, Dwight, que es un mega ñoño, reconoce en sus amigos un grupo de inadaptados bastante subnormales que no tienen chance de conseguir ese trabajo, ni aún él poniéndole toda la onda. Entendamos aparte que el trabajo ni siquiera es tan difícil.
–Si. ¿Y?
-Dwight era así. Lo que, quizás, convirtió a Dwight en un ser funcional es la interacción –incluso chota- con otros seres humanos. Relacionarse con Jim, con Pam, con el resto de los trabajadores de la oficina, lo “normalizó”. Le dio la posibilidad de construir empatía. Lo vemos en varios capítulos. Esa evolución existe.
–Sí, ¿cómo en ese que tiene una máquina? O algo así que les caga la vida si fallan.
-Si, el del programa de PC que manda un mail a gerencia si ellos cometen 5 fallos en un día. Y al final lo termina desactivando.
–O sea, un hijo de puta, pero bien que lo desactiva.
-Hay otros capítulos. Como en el que le da las herramientas a Pam para vencerlo cuando ella finge que va a mudar la oficina si Dwight, dueño del edificio, no hace los arreglos.
–Ah, no me acuerdo de ese.
-El tema es este: si, las políticas de gobiernos anteriores fueron fallidas. Si, la sociedad quería, de alguna manera, un cambio. Y si, la población argentina, y mundial si analizamos como en muchos países esta sucediendo lo mismo, perdió la empatía. Y la culpa es… del home office.
–Vos te volviste loco.
-Paraaaa. No te calentés. Me voy a explicar: sí, el home office esta buenísimo. Quiero home office todos los días de la semana.
–MÁS VALE.
-Es una maravilla. O mas o menos. Es una maravilla si te pagan internet y electricidad. Pero aún así, es mejor que ir a una oficina todos los días. El tema es que la oficina, como el aula, es un lugar donde te relacionás con personas. Donde esas personas, de carne y hueso, de distintas ideas, pasados y presentes, se relacionan con vos y te hacen saber sus inquietudes, sus problemas, sus necesidades y sus deseos. Son los lugares donde construís empatía.
–¿Vos planteás que en el home office no pasa eso?
-No solo lo planteo, lo aseguro. Incluso estando conectado las 9 horas de laburo a un servicio tipo Discord, no compartís lo mismo. Son voces o mensajes en un programa y eso es todo. Nadie pasa por tu oficina, escritorio o cubículo a contarte algo, o preguntarte si viste el partido o el capítulo de la peli. En una época, la del boom de las mensajerías instantáneas, puede haberse podido dar una interacción así de “real”. Ya no.
–Yo me sigo hablando con gente por mensajería.
-Si, no digo que no. La gente habla todo el día por Whatsapp, no murió la comunicación. Pero el aula y la oficina te obligan a relacionarte a diario con gente con la cual no tendrías una charla íntima por Whatsapp. Te fuerzan a reconocer que existen seres distintos a vos y a empatizar con sus vidas. ¿No te resulta curioso que digamos todo el tiempo que “la gente de sistemas” es la mas fría y notoriamente mas cercana a la derecha de la cual nos quejamos?
–Qué cosa curiosa.
-¿Por qué es que hay un gremio específico de personas que no es empática, que vota a la ultraderecha, y que no es capaz de empatizar con sus colegas?
–Siempre asumí que es porque prefieren vivir en sus computadoras.
-Y bueno, vas por el camino. También son el gremio que disfruta desde siempre el privilegio del home office y de no tener que relacionarse a diario cara a cara con otros seres humanos y son capaces de reducirlos a un mail.
–Vos planteás que sería mejor terminar con el home office entonces. Como si en el pasado no hubiera habido hijos de puta que pintaban “Viva el Cáncer”.
-Eran otra clase de hijos de puta. No eran misántropos con acceso al voto. Mi abuelo era un gorila de mierda que bien podría haber hecho esa pintada, y sin embargo, era un tipazo con el resto del mundo. Incluso con peronistas. Mi papá era otro gorila en la niebla y su mejor amigo es peronista. Y esto es así porque durante sus vidas, para progresar, tuvieron que relacionarse con gente que pensaba distinto. Tuvieron que lograr una suerte de entendimiento.
–Un contrato social digamos.
-Implícito.
–Claro.
-Los amigos de Dwight en cambio, son un puñado de freaks que adoran su aislamiento, el subproducto de ello es un odio a la humanidad y a relacionarse.
–Lo raro es que algunos tienen amigos y pareja.
-No diría que es raro. En casi todos los casos, esos amigos y pareja son como ellos. Cuando no es así, son capaces de cambiar.
–Si me sacan el home office te mato.
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