Hace dos meses que no hay espirales.
Yo les juro que, en mi ignorancia sobre el tema, sospecho que se producen con una aleación de titanio y polvo de hadas. No tengo idea de con que se hacen, pero literalmente hace dos meses que no consigo espirales en ningún lado. En el patio de casa tengo a la cabalgata de las valkyrias del dengue y lo combato con infames sahumerios de citronela que es un escenario mas triste que un cuarenton compartiendo “Don’t Speak” en Instagram.
La última vez que conseguí, a fines de febrero, fue en el supermercado Chino cercano. 800 pesos la caja de 8. Me pareció barato. Sospechosamente barato.
Me imagino que una vez que suban los números de fallecidos por un puto mosquito de mierda, las empresas productoras de este ELEMENTO MÁGICO van a poner esas mismas cajitas a ya no 800 pesos, sino 8000. Porque nada como una buena dosis de muerte para inducir al vulgo a dejar el upite en una caja registradora.
Desde fin de febrero nos venimos arreglando con las infinitamente peores tabletas celestes que me recuerdan a mi infancia porque, de hecho, el espiral es para uso en exteriores, su uso hogareño esta tan contraindicado como hacer malabares con pastillas de gamexane.
Cuando era pibe, teníamos un aparato para pastillas en cada habitación. No me molestaba, largaban un aroma simpático. Y es lo único que hacían. No te fajaban un bicho ni de casualidad. Cada noche recibía el saludo de uno de esos hijos de puta en el interior de mi canal auditivo y cada mañana me levantaba para ir a la escuela con el cuerpo lleno de ronchas.
El espiral, en cambio, es un producto superior. Insisto: porque está hecho con magia. Los responsables detrás de Raid o Fuyi, SC Johnson (porque el mercado se regula solo) tienen un coloquio de elfos de los bosques que dictamina el momento exacto de recolección del polvo de dríade con el cual se produce el instrumento antimosqueril. Y ese momento ya pasó. Es por eso que las bateas de los supermercados no tienen la circular arma de genocidio.
En definitiva, larguen los espirales y los repelentes hijos de remil puta.
La gente la pasa como el orto.
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